La fábula de Albino y el forro
Zeus -según Esopo- decidió convertir en rey al zorro por su habilidad y astucia, pero lo puso a prueba tirándole un cascarudo a ver qué hacía: el zorro abandonó el trono para juguetear con el bicho y el jefe del Olimpo, furioso, lo volvió a su estado anterior porque "quien nació plebeyo, plebeyo morirá".
La fábula de Zeus y el zorro se parece a la de Albino y el forro. El doctor Abel Albino, cual dios ofuscado, esta semana degradó al preservativo a su estado eclesial pre-científico porque, según él, sólo sirve para entretener un poco al virus del VIH y no para imponerle límites seguros. Lo hizo en pleno Congreso de la Nación en el marco del debate del aborto seguro y gratuito, al cual se opone. Claro que Albino dista de ser una divinidad. Tanto que la comunidad científica casi entera se le vino encima, acusándolo, además de mentiroso, de perjudicar las campañas globales de prevención del SIDA, las enfermedades venéreas y también del embarazo no deseado, que ubican al gomoso artículo como el único método seguro.
Albino es un pediatra que ha ganado cierto prestigio -y cuantiosos subsidios estatales- en la lucha contra la desnutrición inf fantil. Se trata de un personaje polémico: la Sociedad Argentina de Pediatría y distintos referentes de la salud pública han cuestionado tanto sus métodos como los beneficios económicos recibidos. No importa aquí, en principio, su explícita condición de ultracatólico y homofóbico. Sí, en cambio, y mucho, que sus definiciones sin fundamento hagan volver la discusión sobre cómo luchar contra flagelos graves varios casilleros atrás. En la página 118 de la presente edición, NOTICIAS desmenuza punto por punto su peligrosa fábula.