Enoturismo: el arte del buen vino argentino
Las experiencias para disfrutar los vinos argentinos en sus lugares de origen se multiplican por todo el país. Las fortalezas de un producto que promete atraer a cada vez más turistas.
Dice
la Organización Mundial del Turismo que en los últimos años hubo un crecimiento espectacular en los viajes para disfrutar del vino y todo lo que lo rodea. Alojamiento entre viñedos, visitas a bodegas, eventos: este producto no es simplemente un complemento, desde hace tiempo se convirtió en el gran motivador de viajes. Y en Argentina el vino es bebida nacional, así que no se podía quedar atrás. Los circuitos que están abiertos a los viajeros se fueron fortaleciendo al calor de los reconocimientos, del surgimiento de una de las Grandes Capitales del Vino a nivel mundial (Mendoza), de ejemplares que son ya un emblema como el Malbec y el Torrontés y de exponentes premiados internacionalmente, como las dos etiquetas nacionales que acaban de recibir un puntaje perfecto en Wine Advocate. Hoy son más de 300 las bodegas que reciben a los turistas con propuestas que abarcan los cinco sentidos. ¿Desde acá, hacia dónde?
NOVEDADES. La idea es que esto siga creciendo. Para empezar, la semana pasada en La Rural se planteó una unión estratégica de los sectores vitivinícola, gastronómico, turístico y agropecuario para darle un nuevo envión a toda la cadena y potenciar el posicionamiento de nuestros vinos en el mundo. Pero además, para promocionar y fortalecer desde la etapa de producción hasta su consumo en todos los establecimientos hoteleros y gastronómicos del país. En esto están los ministerios de Turismo y de Agroindustria, la Corporación Vitivinícola Argentina y la Fundación Argentina para la Promoción de Inversiones y Comercio Internacional. “Firmamos un acuerdo para promover el vino argentino, para llevarlo a todas las ferias turísticas e incorporarlo como un producto”, explica Gustavo Santos, ministro de Turismo. Y anunció que “en el 2019 Argentina será país invitado de Honor en la Cité du Vin en Burdeos, Francia”. Santos también cuenta que el año pasado se lanzó el plan nacional de enoturismo, que incluye además una noticia para los amantes del buen vino y los viajes: un sistema de georreferenciación que permitirá tener mapeada de forma digital todas las bodegas abiertas al turista y lo que ofrece cada una.
“Tenemos un enorme potencial en la calidad de nuestros vinos y nuestra gastronomía para posicionar nuestro país”, señala Santos. “Es un componente de marca argentina muy poderoso para darnos a conocer al mundo”, agrega.
PEQUEÑOS OASIS. Las regiones vitivinícolas que dan origen a los mejores vinos tienen mucho para brindar. Cada zona tiene sus particularidades: desde la altura de los Valles Calchaquíes del Norte hasta los oasis en zonas bajas con intensos períodos de maduración, como los patagónicos; desde la aridez del suelo, como los valles en las provincias de Mendoza, San Juan y La Rioja; hasta la oferta del otro lado del mapa, en Buenos Aires y Entre Ríos. El costado gourmet y enológico en el país creció como atractivo turístico a la altura de los buenos paisajes y las infinitas actividades, y hoy llama tanto a turistas nacionales como extranjeros. Los establecimientos se transformaron para recibir a los viajeros, acompañando esta tendencia que requiere del crecimiento de los servicios pensados para los visitantes. Tienen restaurantes con cartas de primer nivel, museos y actividades recreativas y artísticas que abarcan desde visitas a los viñedos y degustaciones hasta paseos temáticos y campos de golf. Las bodegas dieron un salto cualitativo y cuantitativo y ya existen agencias especializadas en el armado de paquetes para este tipo de turismo.