¡UY, QUÉ MIEDO!
Tal vez lo más asombroso que lograron revelar los cuadernitos de Oscar Centeno haya sido que los poderosos tienen miedo.
¡Pero qué sensación tan inesperada (y fea), viniendo de gente tan cool de billetera tan enorme!
No hay registros históricos de que los más grandes empresarios argentinos le hayan temido tanto a Onganía, ni a Lanusse, ni a Perón, ni a Isabel-López Rega, ni al Proceso ni a Menem... Con aquellos al mando -tiempos bravoscrecieron y crecieron. Hasta eran ellos los temidos. Capitanes de la Industria. Dueños de la Argentina. Establishment. Poder Económico Concentrado... Sin embargo, según se sabe ahora, les temían a los K. Mucho. Y más a ella que a él.
Les tenían un miedo tan pero tan enorme a esas bestias sanguinarias que, de no haber aparecido la ex de Centeno y las anotaciones del ex sargento, todo indica que habrían permanecido calladitos la boca sobre las coimas en bolsos llenos de guita que ahora llaman "aportes de campaña" y que pagaban en garages subterráneos del hoteles 5 estrellas o empresas petroleras, como en el cine. Ni siquiera los animaba que uno de los suyos llevara más de dos años y medio en el Sillón de Rivadavia.
Perdón, distinguidos caballeros, pero cuesta creerles. Tal vez el más honesto de todos haya sido, ya de viejo, Don Franco. El padre de Mauricio. El tío de Angelo. "Los empresarios deben ser oficialistas", explicaba, porque las reglas las ponen los gobiernos.
Cuesta creer, por ejemplo, que Angelo Calcaterra pusiera plata negra por miedo a los gobernantes que tenían a su propio tío-patrón como abrepuertas de los tentadores mercados chinos. Cuesta creerle porque les puso plata por lo menos desde 2005 (ocho años y cuatro campañas electorales antes de lo que reconoció ante la Justicia). Cuesta creerle porque tenía poder y su primo ascendía como principal opositor a los K.
¿Calcaterra y los demás empresarios "arrepentidos" habrán preferido pasar por miedosos antes que por corruptos? Ahora sí tienen miedo. Barrotes, camastros y letrinas los espantan.
Un país serio necesita hombres de negocios capaces de poner lo que hay que poner. Eso no es sólo plata. Y menos aún, sucia.