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El otro Centeno:

El chofer de los cuadernos K enseñó a sus hijos a registrar su vida diaria. Un viejo toc.

- DANIELA GIAN @adanielagi­an

Nora Sarsur compartió más de 30 años con el chofer de los cuadernos de la corrupción. La ex pareja revela su obsesión por anotar todo y los cambios que tuvo. Cómo vive y la relación con sus cinco hijos.

Centeno

era un enfermo de anotar. Lo hacía para controlar sus gastos y para tener las cosas en orden. Si compraba un caramelo, lo anotaba. Iba al supermerca­do y anotaba. También tenía carpetas con facturas de luz y de gas. Y me decía 'vos nunca anotás nada'”. Nora Sarsur (57) conoció al autor de los cuadernos de la corrupción cuando ambos eran veinteañer­os. Se enamoraron, juntos tuvieron cinco de los catorce hijos de él, y compartier­on más de 20 años. Pero muy pocos de felicidad.

El chofer de Roberto Baratta, que registró durante una década la supuesta ruta de la recaudació­n K, dejó la casa familiar, en un monoblock de Lugano, en 2006. Desde entonces vivió con Hilda Horovitz, la mujer que lo denunció en la Justicia, y mantuvo poco contacto con sus hijos: “Una vez por mes me deposita 3.000 pesos para la medicación de uno de los chicos, ese es el trato que tengo con Centeno”, se distancia su ex.

Sarsur ceba mates en el pequeño living de la casa que adquirió a través del plan de viviendas Fonavi en 1992. Abre la puerta a NOTICIAS porque quiere mostrar que no vive en una mansión y entre lágrimas dice: “Yo salgo con la frente bien alta porque siempre trabajé para tener lo que tengo. Hasta pude viajar a España, donde vive otro hijo”. Llora porque los vecinos escriben “Centeno ladrones” en el edificio y sus hijos “se desesperan borrando”.

NOTICIAS: ¿Se imaginó a Centeno preso? Nora Sarsur: No, él vivía de otra forma con nosotros. A los chicos les enseñaba a no traer del colegio ni un lápiz que no fuera suyo.

OBSESIÓN. Los ocho cuadernos que escribió Oscar Centeno entre 2005 y 2015, mientras era chofer del segundo de Julio De Vido, dan cuenta de un método. Completó cientos de páginas con fechas, horarios, direccione­s, patentes de vehículos, nombres y cifras. Su ex asegura que “estudió mecanograf­ía, no tenía errores de ortografía y si lo chicos llegaban a poner mal una palabra les rompía la hoja porque los tenía como soldados”.

Con un cuaderno también lo recuerdan en el Batallón de Arsenales

“Nos enseñó a anotar todo. Si te tomás un café o te comprás un sánguche (sic) lo anotás”, explica el hijo de Centeno, César Cazón.

601 de Boulogne, donde cumplía funciones como sargento primero del Ejército. Su historia militar no terminó bien: durante una pelea con un superior quiso explotar una granada, que finalmente falló, y terminó tres años preso. Al salir en libertad, trabajó para una remisería de San Isidro y siguió anotando.

“Nos enseñó a anotar todo”, aporta César Cazón, el hijo mayor de Sarsur, que a Centeno le decía “papá”. Es panadero y recuerda que cuando empezó en el oficio, el ex militar le recomendó: “Si te tomás un café o te comprás un sánguche (sic) lo anotás”. Cazón le hizo caso y reconoce que el consejo le sirvió.

Se vieron por última vez hace unos tres años, según Cazón: “Centeno me ofreció estar bien económicam­ente, pero no acepté. Le dije ´pa, te desconozco, no me sirve estar en tu vida”. NOTICIAS: ¿Qué ofrecía? César Cazón: Un trabajo. Me e dijo que me com- mprara un auto y que trabajara para él, para Baratta. Y que iba a conocer a los políticos.

NOTICIAS: ¿A quiénes nombraba? Cazón: A De Vido y a Néstor Kirchner porque a mí me gustaba la política que hacían. Me dijo: ‘Algún día te lo voy a presentar’. Yo me di cuenta de que no era normal. Mi miedo era que lo mataran a él y a todos.

Sarsur: Ese es el miedo que tenemos ahora también.

NOTICIAS: ¿Centeno también tenía miedo? Cazón: No, él nunca tuvo miedo. Ahora tampoco. Cuando salía esposado, para mí, se reía. Sabe lo que está haciendo o siente que no le va a pasar nada. Pero si hay una justicia de verdad...

Sarsur: Tendrían que quedar todos presos. MONOTRIBUT­O. Los hermanos Centeno se enteraron por los medios de que su padre estaba detenido. Los dos más chicos salieron a su encuentro en Comodoro Py. La Justicia les impidió verlos, pero per le hicieron llegar remedios y un buzo azul, con el que tapó las esposas espos al salir de Tribunales. La imagen imag recorrió todos los canales de televisión.

NOTICIAS: ¿Cómo llegó Centeno a trabajar para Baratta?

Sarsur: Un día estábamos de vacaciones en una quinta que nos habían prestado unos amigos y me dijo que le habían ofrecido entrar al Ministerio. En la agencia de remises, unos amigos de él ya se habían ido a trabajar como choferes. Estábamos ahorrando para comprar una casa, pero él quería comprar un auto nuevo, porque tenía un Peugeot 405, y entrar. Yo estuve con Centeno el primer año que trabajó ahí.

NOTICIAS: ¿Conocía a Jorge Bacigalupo, el amigo de Centeno que tenía los cuadernos?

Sarsur: Nosotros no, pero Rubén, uno de mis hijos dice que sí. Centeno lo llevaba a comer, a las quintas de sus amigos y después miraba la televisión y decía: “A ese lo conozco”. Eran De Vido, Baratta, decía que eran “amigos de papá”.

NOTICIAS: ¿Notó algo raro de su trabajo? Sarsur: Los tres primeros meses no cobraba porque tenía que hacerse el monotribut­o. No contaba nada del trabajo. Él estaba en el subsuelo del Ministerio y era chofer al azar: el primero que estaba en la fila salía a llevar a un funcionari­o o para mandados. Todo lo tenía que asentar en las facturas de monotribut­o para poder cobrar. ●

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LEJOS LEJ DE CASA. Centeno con su fa familia en Lugano. En el mismo li living, Nora Sarsur junto a sus hijos R Rubén Centeno y César Cazón. Hilda Horovitz, la última pareja del chofer.
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TRIBUNALES. Con un buzo azul que le llevaron sus hijos, Centeno tapa las esposas que le rodean las manos al salir de Comodoro Py.

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