TV: El Marginal 2. Serie. Martes a las 22 por la TV Pública (plataforma cont.ar). Con E. Lamothe, M. Gusmán, G. Romano.
El Marginal 2. Serie. Martes a las 22 por la TV Pública (plataforma cont.ar). Con E. Lamothe, M. Gusmán, G. Romano. Guión: G. Salmerón y S. Olschansky. Producción: TV Pública y Underground. Dirección: Adrián Caetano y Alejandro Ciancio.
Bienvenidos a San Onofre. O algo así, porque el presidio que vuelve a ser escenario de las acciones de “El marginal” (esta vez en lo que funciona como una precuela de la serie estrenada hace 2 años) en realidad ofrece a sus habitantes una verdadera temporada en el infierno. ¿Qué otra cosa si no? Le sucedió a Miguel Palacios (Juan Minujín), el protagonista de la primera entrega, y en esta temporada quien lo sufre es Patricio, el convicto que interpreta Esteban Lamothe.
Pero el corazón (negro) de “El marginal 2” va más allá de los nombres, es ese sistema carcelario podrido desde sus entrañas que infecta todo con su onda expansiva. Un sistema con satélites: Antín –el director del penal que interpreta magníficamente Gerardo Romano–, el Sapo, un siniestro mandamás a cargo de Roly Serrano, y los hermanos Borges, Diosito y Mario (Furtado y Rissi), que urdirán con Antín el plan para destronarlo, un maquiavélico entramado cumplido a sangre y fuego que los llevará –precuela al fin– a ser los capos que dominaron la cárcel en la temporada anterior. En el medio, los perejiles (Lamothe y su médico, un papel que es pura turbación; el cantor de cumbias que encarna Diego Cremonesi), los sobrevivientes (incluido Brian Buley, merecedor de un Martín Fierro en 2017), los matones, los serviles (en esto vuelve a brillar Carlos Portaluppi) y los guardia cárceles cómplices y/o verdugos, como partes de un entorno asfixiante y amenazador que la inspirada dirección de Adrián Caetano (experto en marginalidad y rejas desde “Pizza, Birra, Faso” y “Tumberos”) y Alejandro Ciancio transmite con convicción y absoluto control de materiales. Ambos conjugan la excelente ambientación con el uso virtuoso de una cámara que jamás les saca el ojo de encima a las situaciones, por más crudas y realistas que sean. Cuando la acción sucede fuera del submundo asfixiante de los internos, el interés también se mantiene. En ese sentido es clave la asistente social que interpreta Martina Gusmán, quien pone en tensión un estado de cosas acaso inamovible y encuentra espejo en la trabajadora cansada y ren- dida ante la evidencia de la siempre notable Verónica Llinás. Su micromundo, poblado de las mujeres que visitan a los presos (novias, esposas, prostitutas que ingresan clandestinamente) promete.
Acaso el único reparo que pueda hacérsele a este nueva temporada sea la falta de sorpresa, atada a situaciones límite repetidas hasta el cansancio (cierta violencia gratuita, la constante apelación a los brutales hábitos sexuales de los internos, el estilo “Coronel Kurtz” del Sapo). Pero el reclamo es mínimo: la tele argentina necesita de ficciones como “El Marginal 2”. Los números de audiencia, inusuales para la TV Pública, lo certifican.