Valió la pena esperar
Recital del bajo-barítono Bryn Terfel, junto a la pianista Natalia Katyukova. Obras de Keel, Weill, Schubert y Schumann, entre otros. Teatro Colón. Bryn Terfel era un joven prometedor cuando actuó por primera vez en Buenos Aires, hace más de veinte años. Desde entonces, este excepcional bajobarítono galés se consolidó como uno de los cantantes más notables de la escena operística internacional. Pero, en todo este tiempo, nunca cantó en el Teatro Colón. Su tardío y muy esperado debut en el coliseo porteño se produjo, finalmente, en un recital antológico.
Con sus casi dos metros de altura y un carisma desbordante, Terfel desplegó simpatía, histrionismo y sensibilidad en un programa de rasgos autobiográficos. Incluyó, por ejemplo, algunas canciones que su abuela adoraba y otras que aprendió con su primer maestro de canto. Las melodías galesas y los lieder de Schumann y de Schubert permitieron apreciar a un artista admirable, de voz suntuosa, fraseo depurado y profunda musicalidad. Terfel hizo que cada palabra cobrara relevancia y realzó la estrecha simbiosis entre texto y música. En todo el recorrido, la pianista Natalia Katyukova fue una compañera insuperable, de gran ductilidad y refinamiento.
El único momento operístico llegó de la mano de Me- fistofele, de Boito. Oscureciendo su voz, con ironía y desparpajo, Terfel fue demoniaco y encantador a la vez, en uno de los pasajes más ovacionados de la noche.
Durante el recital, Terfel contribuyó a crear un clima cálido y distendido al brindar simpáticos comentarios, explicando detalles sobre las obras y sobre la significación de las mismas en su vida. En el final, respondió a los aplausos con sonrisas y con un bis. Haciendo gala de su versatilidad y de su gracia innata, se despidió con una memorable versión de “If I were a rich man”, de El violinista en el tejado.