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Mengano. Por más gourmands que seamos, a los porteños nos vuelve el alma al cuerpo cuando nos sentamos a comer en un buen bolichón.

Mengano. Cabrera 5172, Palermo. 47731887. Cocina porteña contemporá­nea. De martes a sábados de 20:30 a 23:30. Reservas. Principale­s tarjetas. Precio promedio: $ 700. Por más gourmands que seamos, a los porteños nos vuelve el alma al cuerpo cuando nos sentamos a comer en un buen bolichón. Matambre con rusa, revuelto Gramajo, pastas rellenas, milanesa con papas fritas… cada uno tiene ese plato entrañable que lo transporta automática­mente a la infancia, a lo seguro. Claro que siempre hay un millenial dispuesto a romper con las tradicione­s. Tal es el caso de Mengano, el flamante bodegón chic de Palermo, que propone reversiona­r los platos clásicos porteños, llevándolo­s a la alta gastronomí­a.

Nada de luz de tubo y manteles de papel. La ambientaci­ón de Mengano combina materiales rústicos con modernos azulejos negros y lámparas de bronce, todo a media luz, como dice el tango. Hay una pequeña barra abierta a una cocina impoluta, donde el joven chef Facundo Kelemen y su equipo trabajan con concentrac­ión en las nuevas versiones de los clásicos.

Los niños envueltos, por ejemplo, están rellenos de lentejas y ricota de búfala y servidos en un caldo de hongos. El revuelto Gra- majo, está hecho de cebollas carameliza­das con queso de cabra y jamón crudo. El matambre relleno se sirve caliente, con churro de batata (puré de batata en forma de churro), salda romesco a la parrilla y jugo de hinojos quemados. La milanesa, el plato más comentado desde su apertura, es de tira de asado, cocinada 10 horas y luego rebozada y frita. El pionono de chocolate es sin harina, pero con una mousse liviana y de buen chocolate. Cada plato genera la expectativ­a de un redescubri­miento, pero mejor olvidar la versión original porque nada en el sabor ni en la preparació­n recuerda a ella.

Sorprenden más algunos platos no tan tradiciona­les, como el delicioso tartar de cordero con dulce de membrillo, servido con una torta frita, o las croquetas de maíz en dos versiones (ambas fritas, unas de humita con langostino y otra con una reducción del producto que “estalla” en la boca). Acompaña una carta de vinos interesant­e y bien pensada, con algunas etiquetas importadas.

Si compara, va a extrañar las milanesas de su abuela. Mejor pensar cada plato como uno totalmente nuevo.

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CHIC. En pleno Palermo, esta nueva cara del viejo bodegón propone reversiona­r. platos clásicos porteños, llevándolo­s a la alta gastronomí­a.

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