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Cosas horribles que se usan:

Son antiestéti­cas, incómodas y a nadie le quedan bien. ¿Por qué la moda insiste con rescatar lo peor de los ochenta y los noventa?

- ADRIANA LORUSSO alorusso@perfil.com @lorusso10

son antiestéti­cas y a nadie le quedan bien. ¿Por qué la moda insiste con rescatar lo peor de los ochenta y los noventa?

La evolución de la moda podría simbolizar­se como una escalera caracol. Cada vuelta nos deja en el mismo lugar, pero unos metros más arriba. En el devenir fashion, los hits siempre se repiten y los viejos estilos se reiteran, pero nunca igual que en el pasado. A los diseñadore­s, la nostalgia los puede y no hay creador en este mundo que no caiga alguna vez en la tentación reversiona­r una prenda demodé. Una cita ilustre viene al caso. En su último libro, “Retrotopía” (Paidós), ese gran lector de nuestros tiempos que fue Zygmunt Bauman habló de una “era de la nostalgia”. Según él, vivimos en un tiempo en que las utopías se trasladaro­n al pasado y el futuro dejó de ser la tierra prometida. Mientras Paco Rabanne se lanzaba en los '60 a la carrera de crear nuevas texturas, modelos y efectos para vestir a la mujer del porvenir, los diseñadore­s de hoy tienen los ojos puestos en el ayer. Y justamente, a este afán por “citar” estilos de tiempos pasados le debemos la superviven­cia de algunos de los más horripilan­tes inventos de la moda. La década del '80 suele ser la cantera inagotable de estos rescates que, fuera del contexto en que se crearon, se vuelven sencillame­nte “im-po-ni-bles”. RESCATES. La riñonera es uno de esos items espantosos que, según las revistas de moda, será el accesorio top de la temporada. Hasta hace tan sólo un par de años, ninguna mujer mínimanent­e cuidadosa de su estilo hubiera aceptado usarlas. Hoy las diseñan las marcas top: Vuitton, Chanel, Pucci y Hermès. Sólo para fashion victims.

Segundo item horrible: las zapatillas extra grandes, o “ugly sneakers”, como las llaman las revistas europeas. Se empezaron a usar en los noventa, con el auge del estilo deportivo, y hoy vuelven con todo. Obviamente, el diseñador más influyente de la última década, Alessandro Michele (director creativo de

Gucci), tiene mucho que ver con su regreso. Pero hay otras etiquetas que también apuestan por estos mamarracho­s, por ejemplo, Chanel y Balenciaga.

Tres tipos de pantalones cierran la galería fashion del horror. Tres modelos que atentan contra el principio básico del buen vestir: ofrecer un conjunto armónico.

Primero, el “pantacourt”, del que hablan tanto los expertos de moda desde hace dos o tres temporadas: un pantalón ancho y de largo incierto entre la rodilla y el tobillo. Una mujer tiene que medir casi dos metros y pesar 40 kg. para que le queden bien. Si no se dan esas condicione­s, parecerá redonda o, aún peor, cuadrada. Algo similar sucede con el pantalón “pijama”. Es comodísimo pero se ve como lo que es: un pijama.

En tercer lugar, algo que jamás debió ponerse de moda: el jean roto. La inspiracio­n fue la Madonna de los '80, pero la versión del 2018 tiene más agujeros que tela. El verdadero colmo del consumismo: pagar por hilachas el doble que por un pantalón sano.

Frente a una temporada (el próximo verano) tan pródiga en disparates, una sola recomendac­ión se impone a la hora de comprar: sentido común.

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