Y Romeo dijo adiós
Romeo y Julieta. Ballet en 3 actos. Coreografía: Kenneth MacMillan. Música: Serguei Prokofiev. Intérpretes: Lauren Cuthbertson, Iñaki Urlezaga, solistas y cuerpo de baile del Ballet Estable del Teatro Colón. Directora: Paloma Herrera. Orquesta Estable del Teatro Colón. Director: Enrique Diemecke. Función del domingo 23 de septiembre.
Año de despedidas si los hay, es este 2018. Con “La viuda alegre” dieron su adiós al escenario del Colón sus primeros bailarines Karina Olmedo y Alejandro Parente. Y ahora lo hizo Iñaki Urlezaga, invitado por la compañía que lo cobijó desde su debut a los ocho años, cuando era apenas un alegre aldeanito en “Giselle”. La brillante carrera que por diez años desarrolló como primer bailarín del Royal Ballet de Londres lo hizo protagonista de los principales ballets del repertorio, entre ellos “Romeo y Julieta” en la magnífica versión de Kenneth MacMillan, que hoy el Colón recuperó para su elenco.
Fue un placer revivir la historia de las antagónicas familias shakespearianas a través de los eficaces matices dramáticos e imaginativa técnica utilizados por MacMillan hace más de medio siglo. De la intimidad de los jóvenes amantes a las exuberantes escenas en el mercado hay mucho trecho, y el coreógrafo lo recorre con maestría, realzando miradas, gestos y actitudes.
Iñaki Urlezaga vivió su último Romeo apostando a lo actoral, campo donde el bailarín tiene hoy su punto fuerte. Su presencia escénica rindió al máximo en esta despedida, donde Urlezaga construyó un personaje creíble y complementado espléndidamente con la ideal Julieta de Lauren Cuthbertson, de la cual fue excelente partenaire. La bailarina inglesa fue la gran revelación de la velada: impecable técnica, unida a un ángel especial para el papel, hicieron de su actuación un verdadero descubrimiento para nuestro público.
MacMillan puso el acento en las fuertes características de los papeles comprimarios de la obra, exi- giendo potentes máscaras para ellos. Nahuel Prozzi se reveló como un impactante Teobaldo, digno sucesor de los mejores intérpretes del papel. Con simpatía, virtuosismo y seguridad, Emanuel Abruzzo fue un excelente Mercucio; mientras que en una vibrante actuación, Natalia Saraceno encarnó magníficamente a Lady Capuleto. Norma Molina puso todo su oficio al servicio de la desopilante Nodriza, e Igor Gopkalo impactó como Lord Capuleto.
Fue notable el compromiso del cuerpo de baile en concordancia con la acción dramática, aunque se extrañó un poco más de espontaneidad en el masculino en las escenas de esgrima. La Orquesta Estable acompañó con discreción, salvo el sector de los bronces, que no estuvo a la altura de la genial partitura de Prokofiev.
La consabida lluvia de pétalos sobre el escenario en el final coronó esta despedida de Iñaki Urlezaga en nuestro primer coliseo, feliz, conmovido y aclamado por un público fiel hasta el final. Más emociones lo esperan cuando el 19 de noviembre dé su última función como bailarín en la plaza principal de La Plata, su ciudad natal.