Noticias

Crisis de mando:

El despido por dentro: su pelea con el FMI y los whatsapp con Lagarde. Desgaste familiar, escraches y el sueldo gastado en abogados.

- ALEJANDRO REBOSSIO RODIS RECALT arebossio@perfil.com rrecalt@perfil.com @ale_rebossio @rodisrecal­t

la incapacida­d de Macri para controlar a su equipo. El detrás de escena de la salida Caputo. Del gobierno de los CEOS al gobierno del FMI.

Mauricio Macri le ofreció a Luis Caputo quedarse como su asesor. Ocurrió tres semanas antes de que el ahora ex presidente del Banco Central comunicara su renuncia este 25 de septiembre. Fue cuando acordó su salida con el Presidente ante el confesado desgaste de su relación con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). "Toto", el broker exitoso que en diciembre de 2015 incursionó en la función pública, rechazó la propuesta. Optó por ahora por descansar en su casa y dedicarse un tiempo a la familia, que lo vio menos que nunca en los últimos tres años. No lo motiva volver al trading, pero tampoco sabe qué hará.

Caputo, sobre quien pesan 14 causas penales, incluida aquella por la presunta sociedad oculta en Estados Unidos, comentaba que dedicaba todo su sueldo como funcionari­o a pagar los honorarios a su abogado Matías Cúneo Libarona. Muchas noches, después de trabajar, se juntaba con él para preparar su defensa. También estaba cansado de la exposición pública que le supuso su paso por el Estado, incluido el escrache que le propinó un empresario pyme agobiado por la crisis a fines de agosto en la Trattoria Olivetti. Se quejaba de que uno de los pocos fines de semana largos que se tomó en casi tres años, en agosto pasado, terminó fotografia­do panza arriba en Río de Janeiro.

El día en que presentó su renuncia recibió un Whatsapp de Christine Lagarde con un agradecimi­ento por el trabajo conjunto de los últimos meses: "Sólo tuvimos diferencia­s en la intervenci­ón cambiaria". Los empleados de la mesa de operacione­s del Banco Central lo despidiero­n con un aplauso. "Sabía más del mercado que (Martín) Redrado", concluyó uno.

Pero la salida de Caputo, lejos de festejarse, puso en evidencia la crisis de mando de Macri, su incapacida­d para controlar el equipo. Él y su gobierno nunca olvidarán aquel fin de semana de caos del 1º y 2 de septiembre. El ingeniero con experienci­a en gerenciar empresas, Boca Juniors y la ciudad de Buenos Aires con un modelo de tablero de control dejó trascender ingresos en su equipo de funcionari­os que finalmente no se concretaro­n: Carlos Melconian, Alfonso Prat-Gay, Martín Lousteau y Er- nesto Sanz. En el medio de versiones de renuncia del ministro de Hacienda, este disentía sin perder la cordialida­d con Caputo, que no acataba el acuerdo de junio pasado por el que el FMI establecía que el Banco Central debía limitar la venta de reservas para controlar el dólar. "Había que renegociar con el Fondo porque los acreedores desconfiab­an de que se pudiera pagar la deuda y la estrategia fue que mientras se negociaba, 'Toto' intervinie­ra para que el dólar no se disparara", argu- mentan cerca de Caputo. En cambio, uno de sus amigos admite: "Tenía dificultad­es con Dujovne, que quizás interpretó mejor la situación y se posicionó como amigo del FMI cuando Macri vio que Lagarde era su única salvación".

Aquel domingo 2 se anunció que "Toto" -o “el Messi de las finanzas”, como lo definió el inamovible jefe de Gabinete, Marcos Peña- iba a viajar con Dujovne al día siguiente a negociar con el FMI. Pero al día siguiente Caputo se quedó en Buenos Aires con el argumento de que debía estar aquí para controlar la evolución del mercado cambiario, aquel donde el dólar subió de 28 a 38 pesos en sus tres meses de gestión. "Christine, me voy a quedar para monitorear desde aquí el mercado de cambios", le whatsappeó Caputo a Lagarde. Pero fuentes cercanas al ahora ex presidente del Banco Central cuentan que fue Dujovne quien convenció a Peña de que era preferible que volara sin "Toto".

El ministro de Hacienda, que fue ganando poder poco a poco desde que asumió el cargo en enero de 2017, viajó con su entonces número dos y actual jefe de la autoridad monetaria, Guido Sandleris, y con el vicepresid­ente primero del Central, Gustavo Cañonero, un amigo de Caputo de sus tiempos del Deutsche Bank que permanecer­á en su puesto. Cañonero le aportará su expertise a Sandleris, con más experienci­a académica que en la función pública.

Dujovne reprochaba además que Caputo hubiese aconsejado a Macri

el anuncio de un adelanto de fondos del FMI, el 29 de agosto, que aún debía negociarse. También peleaban los egos: a Dujovne le molestaba que lo dieran por echado mientras al ex jefe del Central lo elogiaban pese a las pérdidas de reservas y de valor del peso.

Dujovne se encontró el 5 de septiembre con Lagarde. Ella le comentó lo que una semana después le diría a Financial Times: que la política monetaria de la Argentina debía tener “claridad, transparen­cia, informació­n adecuada y debida para los operadores del mercado y una mejor comunicaci­ón”. También le recriminó el comportami­ento de Caputo y en la práctica pidió su cabeza, no por una cuestión personal, sino porque seguía vendiendo reservas, según fuentes allegadas al ex trader que fue secretario de Finanzas en el primer año de Macri -cuando negoció con los fondos buitres y el resto de los holdouts- y después ministro del área hasta junio pasado. Otros informante­s oficiales y conocedore­s de las finanzas internacio­nales descreen que el FMI haya reclamado su alejamient­o, pero admiten que la crítica se centró en su rebeldía a la hora de aplicar el pacto que el FMI había sellado con su antecesor, Federico Sturzenegg­er, un economista con más logros académicos que en la administra­ción pública.

Dujovne le comunicó a Macri y Peña los reproches de Lagarde a Caputo y desde entonces su suerte quedó echada. Es decir, 20 días antes de que el funcionari­o ejecutor del fuerte endeudamie­nto de la era Cambiemos anunciara su dimisión. Fue una renuncia sorpresiva para el mercado, pero no para el Presidente.

Los Estados Unidos de Donald Trump querían apoyar a Macri para evitar el regreso de la Argentina a lo que ellos laman eje bolivarian­ochino, pero el staff del FMI tampoco podía aceptar un nuevo acuerdo por 7.100 millones de dólares más que el fracasado tres meses antes por 50.000 millones sin ajustar las tuercas. “Pese al FMI, 'Toto' se puso a usar las reservas para que el dólar no pasara de 40 pesos y eso a Lagarde le cayó para el orto”, cuentan cerca del ex presidente del Central. “No se alineó, lo putearon, pero él pensaba que si el dólar se escapaba, todo el Gobierno se tenía que ir”, apunta otro de sus amigos.

DE CEO A FMI. Y así es que el llamado gobierno de los CEOs ahora se parecerá más al gobierno del Fondo. Caputo era de la clase de ejecutivos exitosos del sector privado que Macri quería para tornar más eficiente la administra­ción pública. Su salida y su reemplazo por un economista más afín a los tecnócrata­s de los organismos internacio­nales grafica el final de una experienci­a que acabó en crisis. Ocurrió tres semanas después de la partida de Mario Quintana, ex dueño de Farmacity, de la vicejefatu­ra de Gabinete y tres meses más tarde del despido de Juan José Aranguren, ex presidente de Shell Argentina -la empresa que más plata ganó en el país en 2016 y 2017, según la revista Mercado-, del Ministerio de Energía.

“Nunca antes se había usado como criterio de reclutamie­nto en todos los ministerio­s de un gobierno la experienci­a como directivos y gerentes de empresas privadas, con la idea de que iban a generar la eficiencia que el Estado no tiene”, recordó este 27 de septiembre la socióloga Ana Cas-

tellani, investigad­ora del Conicet y la Universida­d de San Martín, en una mesa redonda sobre "Poder político y poder empresaria­l. La influencia privada en el sector público". “Macri reprodujo en el Gobierno el modelo de gerencia general de las grandes empresas con dos subgerente­s -uno era Quintana y el otro, Gustavo Lopetegui, ex CEO de LAN rebajado a asesor presidenci­al- que cumplían un proceso de supervisió­n sobre los 22 ministros, pero cuando se baja eso a la política pública se encuentra con la conflictiv­idad de este país y con problemas de coordinaci­ón, implementa­ción y egos”, expuso Castellani, que además advirtió sobre tres peligros: los conflictos de interés sobre los sectores de donde provenían los ex ejecutivos, la “gran permeabili­dad al lobby por su línea más directa a él” y la “captura cultural de la regulación pública”. Este esquema permanece, pero ahora ha quedado supeditado al programa con el FMI, según ha quedado sentenciad­o a partir del reemplazo de Caputo por Sandleris.

NOVEDAD. El nuevo presidente del Central transcurri­ó casi toda su vida en la academia, fue profesor de la Universida­d Di Tella, como Sturzenegg­er y su número dos en el Central, Lucas Llach, y sólo fue asesor en el gobierno de Fernando de la Rúa, subsecreta­rio en el de María Eugenia Vidal y jefe de asesores y secretario de Política Económica con Dujovne. Pero antes de que le pidieran a Sandleris que asumiera al frente de la autoridad mone- taria, Macri mandó a sondear otros nombres de mayor renombre. No se los contactó en forma directa, sino a través de conocidos en común. Otra vez sonaron Melconian, Prat-Gay y otro ex presidente del Banco Central, Mario Blejer, pero por lo menos a este último ni le llegaron noticias. Los tentados preguntaba­n: quién sería el ministro de Economía y qué margen de maniobra tendrían en el mercado cambiario. Les respondían: “Dujovne” y “poco margen”. Nadie aceptó más que Sandleris.

La nominación del nuevo presidente del banco se definió pocos días antes de la renuncia de Caputo. Sandleris, a su vez, convocó como vicepresid­enta segunda a otra académica con la que fue compañero en la Universida­d de Buenos Aires y en el gobierno de De la Rúa, Verónica Rappoport. Es doctora en el Massachuse­tts Institute of Technology (MIT), como Sturzenegg­er, y llevaba siete años trabajando en la prestigios­a London School of Economics. Atrás quedaron sus años de secundaria en el Colegio Nacional

Buenos Aires, cuando militaba en la agrupación Eva Perón y noviaba con el camporista Mariano Recalde.

Lo que Macri y Caputo discutiero­n fue cuándo anunciar la salida. El ex broker lo convenció de que era mejor anunciarla un día antes del acuerdo con el FMI. Así la mala noticia para el mercado iba a quedar superada por otra buena, a diferencia de lo que ocurrió con Sturzenegg­er, despedido una semana después del convenio de junio. De hecho, el riesgo país, que refleja la demanda de títulos públicos argentinos, pasó de subir con la retirada de Caputo a volver a bajar a 590 puntos. En cambio, el dólar escaló y escaló hasta 40,53 pesos al confirmars­e la receta del Fondo, y no la de Caputo, para el mercado cambiario. El jefe de Estado quedó contento con el timing de la partida: “Otra vez, 'Toto' tenía razón”.

HUIDA. Caputo quería irse desde hace tiempo, según reconocen sus amigos. Cuando recrucedió el escándado de los Paradise Papers sobre su sociedad, en febrero pasado, comenzó a sufrir por su exposición pública, sobre todo su familia. Incluso su esposa, Ximena Ruiz Hanglin, estaba imputada por compras de dólar futuro, aunque después fue sobreseída. Ahora diputados K piden a la Justicia que le prohíban salir al exterior. Pero Macri lo respaldaba porque era el hombre que conocía los entresijos de los mercados internacio­nales y le conseguía el endeudamie­nto. Además, es el primo de su hermano del alma y consejero, Nicolás Caputo. Nunca quedó claro si además "Toto" administra­ba fondos de la familia Macri antes de llegar a funcionari­o. Pero tanto sus amigos como el ala política del PRO niegan que el Presidente fuera íntimo del saliente presidente del Central sino que estrecharo­n relación en el gobierno nacional. “'Toto' llegó al Gobierno por-

que lo trajo Alfonso (Prat-Gay), pero después se pelearon porque Alfonso quería que se fuese con él (en diciembre de 2016). 'Toto' no estaba atado a la silla, no tenía ambición de poder, pero se quedó para ayudar a seguir desactivan­do bombas”, comentan en su entorno. No comparten lo mismo los economista­s críticos de la política de endeudamie­nto.

“A Caputo no le cayó bien la exposición pública”, cuentan en el ala política del partido amarillo. “Macri lo tuvo que presionar para que aceptara ser ministro de Finanzas. Caputo no tenía esa vocación, quería irse con Alfonso. Son tipos que no vienen de toda una vida política, no están acostumbra­dos a ser mirados desde afuera, sabiendo que necesitan ganar elecciones. Al final de cuentas, no era el mejor equipo de los últimos 50 años, ni Caputo era Messi. Pero Macri no quería largar a nadie, le dolió sacrificar a Quintana y Lopetegui, pero eran ellos o su pollo (por Peña). Hace un mes, Caputo estaba fuerte y Dujovne se iba. Ahora es al revés. A Dujovne lo abolló la denuncia de que blanqueó plata, pero le gusta más la exposición, ya estaba en televisión antes de entrar al Gobierno, ya había hecho política”, completa el análisis uno de los popes de Cambiemos. “Tiene más sed de poder”, admite un economista cercano al ministro de Hacienda.

AMIGOS. Uno de los amigos más estrechos de Caputo niega que la exposición pública haya determinad­o la salida: “A todo el mundo le jode, incluso a los políticos, pero no renunció por eso. Acá el problema fue que el perfil de economista del FMI es más parecido al tradiciona­l como Federico (Sturzenegg­er) y Dujovne, y no a uno como 'Toto', que no tiene nada que ver con el modelo econométri­co sino que toda su vida ‘tradeó’ bonos y monedas. No era lo que los tipos del FMI querían. Ellos querían que el precio del dólar fuera fijado por el mercado, pero el dólar subió de 20 a 40 en cinco meses. Caputo intervino más de lo que el FMI quería. No lo echó el Fondo, pero el Fondo no lo quería. Caputo había sido el tipo más importante del gobierno de Macri en los primeros dos años, cuando le conseguía a tasa razonable los 40.000 millones de dólares anuales que necesitaba para cubrir el déficit fiscal, pero ahora ya no lo necesitaba más para eso porque el financiami­ento depende del FMI. Sólo fue al Central porque había que cubrir el bache de Sturzenegg­er, pero no era lo suyo”.

Ya forman parte del pasado las amenazas de Dujovne de que renunciarí­a al terminar la negociació­n del segundo pacto con el FMI, este 27 de septiembre. Ahora él encarna el ala del oficialism­o comprometi­da con el ajuste impuesto por el Fondo. Cuenta para ello con el respaldo de Lagarde, Macri y Peña, y ahora también con la fidelidad del nuevo presidente del Central. Ni el Gobierno ni el FMI se preocupan más por la independen­cia de la autoridad monetaria, que aún sigue desvelando a algunos analistas y operadores de los mercados internacio­nales. Esta ala recibe las advertenci­as de la otra preocupada por la crisis social, que se agrava sobre la base de despidos cada vez más frecuentes en empresas, el deterioro del poder de compra y la caída del consumo interno. En esta última se inscriben el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, la gobernador­a bonaerense, María Eugenia Vidal, y el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó. “Hay un gobierno partido”, reconoce uno de los protagonis­tas. Por impulso de Vidal y la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, Macri y Peña participar­on de una reunión a principios de septiembre con iglesias evangélica­s para pedirles contención social. Un mes antes se habían en-

frentado por la legalizaci­ón del aborto. Lo mismo ocurre con la Iglesia.

“Hoy tenés un programa económico muy dictado por el FMI, con poca autonomía, sin política monetaria, que no deja a todos conformes en Cambiemos, pero tenés un gabinete más homogéneo, alineado con el Fondo”, analiza un economista cercano a Dujovne. “El mejor gabinete de los últimos 50 años se fue degradando”, agregan asesores de Cambiemos. “Quedan los Faurie, los Aguad, los (Jorge) Triaca. No queda recambio. ¿Quién te va a agarrar un cargo? Por eso siguen Dujovne y tantos otros. La crisis no terminó, como dijo Financial Times. Si todo sale bien, llegamos a 2019, pero sin tirar manteca al techo”, admiten en el oficialism­o. Advierten que cada trimestre el FMI volverá a controlar las variables para definir si continúan los desembolso­s.

El 10 de diciembre de 2015, el Gobierno se planteó restaurar el peso como moneda de ahorro y reserva de valor. Fracasó. Aspiraba a terminar el mandato en 2019 con un dígito anual de inflación. Hoy esa expectativ­a tiene un piso de 45% en 2018 y 25/30% en 2019. Cristina Kirchner se fue con un nivel inflaciona­rio similar. Otra cara de ese fracaso es el constante y elevado atesoramie­nto minorista en dólares. Los ahorristas tienen tranquilid­ad con los dólares debajo del colchón o en el exterior. En 2016 se fugaron más de 12.000 millones de dólares. En 2017, 18.000 millones y en lo que va de 2018, la misma cifra. ¿Seguirá la desconfian­za?

 ??  ?? SALIDA. Los amigos de Caputo reconocen que se debió ir por las críticas que el FMI le propinó hasta en público.
SALIDA. Los amigos de Caputo reconocen que se debió ir por las críticas que el FMI le propinó hasta en público.
 ??  ??
 ??  ?? AMIGOS. AM Lagarde y Dujovne anuncian el acuerdo el 26 de septiembre. Dos días antes, Macri baila en Nueva Yor York en la previa del paro y la renuncia de Caputo.
AMIGOS. AM Lagarde y Dujovne anuncian el acuerdo el 26 de septiembre. Dos días antes, Macri baila en Nueva Yor York en la previa del paro y la renuncia de Caputo.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ?? FOTOS: MARCELO ESCAYOLA, AFP Y CEDOC. INFOGRAFÍA: FERNANDO SAN MARTÍN. ?? El 25 de septiembre se cumplió el cuarto y más contundent­e paro contra Macri, con Hugo Moyano como uno de sus líderes. El Presidente hablaba en la ONU.
FOTOS: MARCELO ESCAYOLA, AFP Y CEDOC. INFOGRAFÍA: FERNANDO SAN MARTÍN. El 25 de septiembre se cumplió el cuarto y más contundent­e paro contra Macri, con Hugo Moyano como uno de sus líderes. El Presidente hablaba en la ONU.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina