La fiesta literaria:
A diez años de la creación de Filba, el Festival Internacional de Literatura; su creador cuenta la historia que lo hizo posible.
A diez años de la creación del Festival Internacional de Literatura, Filba; su creador, Pablo Braun, cuenta cómo se gestó.
N o conozco a Marcos Peña", aclara ante la pregunta inevitable Pablo Braun (42), dueño de una de las librerías más importantes de Buenos Aires, “Eterna Cadencia”, y de la editorial del mismo nombre; y gestor, desde hace 10 años, de un proyecto que ya se ha vuelto un clásico de la agenda literaria local: Filba, el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires.
"La familia Braun es muy grande. Somos parientes pero jamás lo vi", explica a propósito de un apellido que en el mundo intelectual puede ser más problemático que ventajoso, habida cuenta de los prejuicios que imperan contra todo lo que huela a alta burguesía. Una prevención que Pablo Braun supo desactivar a fuerza de trabajo en un campo, el literario, con pocas iniciativas firmes fuera del ámbito académico.
Este año el tema del Festival, que se realiza entre el 10 y el 14 de octubre ( ver recuadro en la otra página), será la “Fiesta”, porque se cumplen 10 años de su primera edición y porque “a pesar de la malaria, es una fiesta de la literatura, y eso hay que celebrarlo”, propone Braun.
HISTORIA. Detrás de los 10 años de Filba, el festival que convocó en Buenos Aires a algunas de las más interesantes plumas del panorama literario internacional, desde J.M. Coetzee hasta Delphine de Vigan, y a casi todos los autores nacionales de peso, está la historia de Pablo Braun y el inesperado camino que lo llevó a la literatura.
Nacido en una de las familias más ricas de la Argentina, con una arraigada tradición empresarial, cuando terminó el secundario en el St. Brendan's, estudió Administración de Empresas en la UCA “porque me parecía lo natural”, según confiesa.
Cuando se recibió, el paso inevitable fue entrar desde cero en La Anónima, el grupo de empresas liderado por su tío Federico Braun. “Mi familia es bastante meritocrática, si no sos bueno no te van a dar ningún puesto de nada -cuenta Pablo-. Se dicen barbaridades de los Braun pero mi tío Federico es el tipo más recto y justo que conozco. Me enseñó que hay que cumplir con la palabra, que hay que pagar en término. Es lo que hace La Anónima todo el tiempo”.
Al año de entrar en la empresa se dio cuenta de que no era feliz ahí y se fue. Con su novia de entonces y hoy ex mujer, Paz Ochoteco, armó la Fundación Temas, para realizar trabajos comunitarios en la Villa 21. Actualmente la iniciativa sigue viva y lleva 15 años de labor ininterrumpida. Pero Braun decidió abrirse
“Hay un montón de librerías y editoriales pero cada vez hay menos lectores y nadie se preocupa. La tarea del Estado es muy errática”. Pablo Braun.
del proyecto cuando se separó de su esposa. “Estaba tan perdido, que lo único que hacía era leer todo el día y entonces, pensé en abrir una librería. Un lugar que me gustara a mí, donde se pudiera tomar un café, con música tranquila, para charlar y con los libros que me gustaban”, cuenta.
Otra vez de cero, sin saber nada, comenzó una nueva profesión, la de librero. Y el experimento salió bien. Hoy Eterna Cadencia es una librería de referencia, donde los lectores más entrenados encuentran la literatura más exquisita y también, presentaciones, cursos, talleres y buenas recomendaciones cuando hacen falta.
El éxito de la librería desembocó en un nuevo proyecto: una editorial propia donde publicar los libros que no se encontraban en los grandes sellos. Leonora Djament fue la elegida para liderar la empresa que, también, ya cumplió 10 años.
LECTORES. La idea del Festival nació del pedido de ayuda de una amiga, Soledad Costantini, hermana de un ex compañero de colegio de Braun; Eduardo Costantini (h), y responsable de Malba Literatura. A ella le habían propuesto armar el evento. Sin pensarlo demasiado, hace 10 años, Braun organizó junto
con Soledad una primera versión y dos años después, como Fundación Filba, arrancaron con todo. Hoy son, respectivamente, Presidente y Vicepresidenta de esta institución que además del Festival internacional organiza un encuentro nacional, otro para chicos (Filbita) y lleva adelante durante todo el año Filba Escuelas, para formar a los docentes en la creación de lectores. “Hay un montón de librerías y editoriales pero cada vez hay menos lectores y nadie se preocupa. La tarea del Estado es muy errática”, explica Braun. La dirección general de estos proyectos está a cargo de Gabriela Adamo, ex directora de la Feria del Libro.
A Braun lo han señalado, alguna vez, por recibir subsidios especiales argumentando que son muchos los miembros de su familia que están en el gobierno de Macri. Una acusación que rechaza de plano porque, excepto a su primo, Miguel Braun, secretario de Comercio; al resto no los conoce. “El único aporte que recibo es por la Ley de Mecenazgo -aclara-. No tengo ninguna preferencia. Caigo siempre en canal rojo de la aduana. Y eso me lo enseñó mi tío: las cosas se hacen laburando, se hacen mereciéndolas y no con favores”.
El 60 por ciento de los ingresos de la Fundación provienen del sector privado, de donaciones y del propio bolsillo de su Presidente, porque “estamos tratando de depender cada vez menos del Estado”. Y, para financiar las visitas, cuentan con la ayuda de embajadas, universidades y editoriales.
El último dato curioso en la biografía de Braun es su relación con la cantante mexicana Julieta Venegas. Escritores y periodistas ya se acostumbraron a verla participar de presentaciones y cursos, porque es una lec- tora fanática, tan interesada en la literatura como en la música. “Julieta es una persona divina, con un perfil muy bajo. Eso fue lo que me gustó de ella”, confiesa Braun.
¿Qué es lo que más lo entusiasma del Festival este año? “Qué todos los escritores a los que volvimos a invitar para el aniversario, estuvieron encantados de regresar”.