Entre la verdad y lo verdadero: un ensayo sobre el eterno revival de las fake news, del kirchnerismo a Donald Trump; la grieta y el rol de los medios; la relación entre el poder y la libertad de expresión; y la objetividad periodística, dividida entre el
Un ensayo sobre el eterno revival de las fake news, del kirchnerismo a Donald Trump; la grieta y el rol de los medios; la relación entre el poder y la libertad de expresión; y la objetividad periodística, dividida entre el positivismo y el relativismo abs
Hijo del setentismo e influido por la relevancia geopolítica que tuvo la información durante la guerra fría, el kirchnerismo hizo uno de sus mejores aportes al buscar debilitar conceptualmente a los medios instalando el debate sobre la pérdida de la verdad y promoviendo una discusión que terminará mejorando al periodismo, atrapado aún entre el positivismo de la objetividad y el nihilismo del relativismo cardinal. Pero aprovechó cínicamente para construir un periodismo militante que no defendía la existencia de interpretaciones alternativas sobre los hechos sino, directamente, la existencia de «hechos alternativos», tal como sostuvo más sinceramente la jefa de prensa de Donald Trump, Kellyanne Conway.
Desde su lógica: si no existía la verdad, tampoco la mentira. El problema tiene su historia. Fue el juego de lenguaje cartesiano quien acuñó lo objetivo y lo subjetivo. El sujeto cognoscente, la res cogitans, y frente al objeto a conocer, la res extensa del mundo de lo mensurable. Física enfrentada a metafísica. La racionalidad de la matemática, la lógica y lo científico-cuantitativo, por un lado, y el mundo de las ideas, las creencias, por el otro. Pero la filosofía más contemporánea rompe con la idea de oposición entre verdad (hechos) e interpretación (falso), y llega a que cuanto más interpretación haya, a mayor verdad se podrá acceder. Filósofos como Husserl, Heidegger y Gadamer superaron la dialéctica entre sujeto y objeto. No se «es» separado del mundo, se «es» en el mundo. Porque al mundo no «se va», el mundo está en uno. Ese mundo no es físico sino que es intersubjetivo. El mundo de la vida que no es cuantificable. Conocer es «vivir en», conocer es interpretar e interpretar no es un «algo sobre algo» ni un proceso adicional.
El solo hecho de hablar es interpretar, no existen actos del habla solo locutivos, toda palabra es entendida en un contexto histórico porque es el resultado de capas geológicas de comprensión. Al dejar de detenerse en la oposición objetivo/subjetivo, surge como concepto síntesis lo intersubjetivo, una forma sana y honesta de subjetividad. Aceptando que el mundo físico es