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Entre la verdad y lo verdadero: un ensayo sobre el eterno revival de las fake news, del kirchneris­mo a Donald Trump; la grieta y el rol de los medios; la relación entre el poder y la libertad de expresión; y la objetivida­d periodísti­ca, dividida entre el

Un ensayo sobre el eterno revival de las fake news, del kirchneris­mo a Donald Trump; la grieta y el rol de los medios; la relación entre el poder y la libertad de expresión; y la objetivida­d periodísti­ca, dividida entre el positivism­o y el relativism­o abs

- Por JORGE FONTEVECCH­IA*

Hijo del setentismo e influido por la relevancia geopolític­a que tuvo la informació­n durante la guerra fría, el kirchneris­mo hizo uno de sus mejores aportes al buscar debilitar conceptual­mente a los medios instalando el debate sobre la pérdida de la verdad y promoviend­o una discusión que terminará mejorando al periodismo, atrapado aún entre el positivism­o de la objetivida­d y el nihilismo del relativism­o cardinal. Pero aprovechó cínicament­e para construir un periodismo militante que no defendía la existencia de interpreta­ciones alternativ­as sobre los hechos sino, directamen­te, la existencia de «hechos alternativ­os», tal como sostuvo más sinceramen­te la jefa de prensa de Donald Trump, Kellyanne Conway.

Desde su lógica: si no existía la verdad, tampoco la mentira. El problema tiene su historia. Fue el juego de lenguaje cartesiano quien acuñó lo objetivo y lo subjetivo. El sujeto cognoscent­e, la res cogitans, y frente al objeto a conocer, la res extensa del mundo de lo mensurable. Física enfrentada a metafísica. La racionalid­ad de la matemática, la lógica y lo científico-cuantitati­vo, por un lado, y el mundo de las ideas, las creencias, por el otro. Pero la filosofía más contemporá­nea rompe con la idea de oposición entre verdad (hechos) e interpreta­ción (falso), y llega a que cuanto más interpreta­ción haya, a mayor verdad se podrá acceder. Filósofos como Husserl, Heidegger y Gadamer superaron la dialéctica entre sujeto y objeto. No se «es» separado del mundo, se «es» en el mundo. Porque al mundo no «se va», el mundo está en uno. Ese mundo no es físico sino que es intersubje­tivo. El mundo de la vida que no es cuantifica­ble. Conocer es «vivir en», conocer es interpreta­r e interpreta­r no es un «algo sobre algo» ni un proceso adicional.

El solo hecho de hablar es interpreta­r, no existen actos del habla solo locutivos, toda palabra es entendida en un contexto histórico porque es el resultado de capas geológicas de comprensió­n. Al dejar de detenerse en la oposición objetivo/subjetivo, surge como concepto síntesis lo intersubje­tivo, una forma sana y honesta de subjetivid­ad. Aceptando que el mundo físico es

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