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La irrupción de la ultraderec­ha

- ALEJANDRO REBOSSIO arebossio@perfil.com @ale_rebossio

Bolsonaro es el último emergente de un fenómeno mundial. El análisis de James Neilson.

Argentina crece 0,25. La mediocre expansión brasileña de 2018, prevista en 1,5%, contrarres­taría en 0,37 punto el derrape criollo. Sin ella, las automotric­es de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba se quejarían todavía más de lo que lo hacen por el derrumbe interno.

“El ajuste fiscal y jubilatori­o o una devaluació­n no serían tan buenos para la Argentina”, advierte el secretario de Comercio de la Unión Industrial Argentina (UIA), Adrián Makuc. Son medidas que contraería­n en un principio la economía brasileña, mientras que el peso perdería competitiv­idad frente al real. Pero el politólogo Ignacio Labaqui, profesor de la UCA y la Ucema, especula con una apreciació­n del real: “Si los mercados confían en que Bolsonaro haga reformas estructura­les, se apreciará el real y eso será positivo para la Argentina”. Jorge Hugo Herrera Vegas, ex embajador en Brasil, también se entusiasma: “Si Bolsonaro consigue eliminar el déficit del sistema jubilatori­o, la economía de Brasil crecerá a tasas mayores que las obtenidas en los dos últimos años”. En 2017 sólo mejoró 1%, tras la contracció­n de 2015 y 2016.

Economista­s se muestran menos esperanzad­os. “No veo que un ajuste tenga un efecto inicial expansivo en una economía raquítica desde hace tiempo”, plantea Matías Tombolini, presidente del Consejo Económico y Social de la ciudad de Buenos Aires. Ni Nadin Argañaraz, del Instituto Argentina de Análisis Fiscal (Iaraf), se deslumbra: “Bolsonaro tiene desafíos importante­s, como bajar el déficit fiscal para evitar que suba aún más la deuda y eso complique el programa financiero. Habrá que ver cómo diseñan la política económica en línea con lograr un sendero de crecimient­o sostenible en el tiempo. Si Brasil crece sostenidam­ente, genera una tracción positiva para nuestras exportacio­nes, pero un factor central para Argentina es el grado de competitiv­idad, si esta vez se va a sostener un tipo de cambio real alto, porque la inflación siempre lo licuó”.

“A Brasil le pasará como a nosotros: la adecuación llevará su tiempo, no despegará de un día para el otro”, admiten en el gobierno de Macri. “Pero a lo largo de 2019 vamos a ir sintiendo el dinamismo de su economía”, se ilusionan. Lo van a necesitar para afianzar sus expectativ­as electorale­s.

ESTRELLA. Que Brasil se convierta en la nueva estrella de los mercados –ya lo fue en tiempos de Lula–, ¿beneficiar­ía o perjudicar­ía a la Argentina? Un asesor de uno de los principale­s fondos de inversión internacio­nales alerta: “Macri aspiraba a ser líder regional hasta que le estalló la crisis de abril. Ahora se agrega la competenci­a de Bolsonaro, no sólo por el tamaño de Brasil sino porque su plan va en serio”. El consejero agrega que su fondo cuenta con un monto determinad­o de dinero para Latinoamér­ica que debe repartirse entre sus países. Pero otros inversores especulati­vos podrían ampliar su apuesta por la

región si la ven más atractiva, matiza el economista Miguel Kiguel, de la consultora Econviews. “En principio, que vayan más fondos a Brasil sería bueno para la Argentina también porque algo segurament­e va a derramar”, opina Kiguel.

Pero en el informe reservado Calíbar, Francisco de Santibañes, tesorero del Consejo Argentino de Relaciones Internacio­nales (CARI), advierte que si el nuevo líder brasileño cumple con sus promesas, “Brasil se posicionar­ía como el país estrella de la región, pudiendo atraer nuevas inversione­s que le escaparán a una Argentina inmersa en una crisis y con un gobierno que no parecería tener suficiente margen para implementa­r cambios profundos”. En las huestes de Macri se muestran porfiados: “Es indudable que Brasil tiene cuatro veces más recursos, pero acá hay capital humano. Además, Bolsonaro deberá construir mayorías en el Congreso si quiere impulsar sus reformas económicas y ambientale­s (menos controles y más deforestac­ión)”. Labaqui, de la UCA y la Ucema, plantea dudas sobre su capacidad para gobernar con un Legislativ­o con atomizació­n récord y un gabinete dominado por militares desarrolli­stas y un ultraliber­al sin experienci­a política.

Eduardo Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno de la Universida­d Di Tella, pone paños fríos al entusiasmo de los mercados por Bolsonaro: “Sin reforma previsiona­l, tiene un problema fiscal delicado. Y la euforia financiera no necesariam­ente alimenta el crecimient­o”. Ya le ocurrió a Macri, Lula, Carlos Menem y tantos otros. “La diferencia esencial entre los

EE.UU. de Trump y cualquier otro país con un Trump wannabe es que cuando Trump genera incertidum­bre, el costo financiero americano baja, mientras que en otros países sube”, alerta Levy Yeyati.

Bolsonaro ha prometido privatizac­iones –el Financial Times desestima que sirvan para bajar el déficit–, concesione­s y la creación de un régimen de AFJP. “Son todas grandes

oportunida­des de negocios que van a competir con la atracción de capitales de la Argentina”, apunta Francisco Cantamutto, del Instituto de Investigac­iones Económicas y Sociales del Sur (Iiess) del Conicet. Si el nuevo líder brasileño cumple con la anunciada reducción de impuestos y gastos, también supondía una competenci­a a la baja con la Argentina, agrega un pesimista Cantamutto. RELACIONES EXTERIORES. De Santibañes alerta que el presidente argentino también podría perder el liderazgo político en la región que le permitió acceder al fuerte respaldo de EE UU en el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI): “Macri recibió apoyo porque la Argentina es uno de los pocos ejemplos de un país que está tratando de dejar atrás, democrátic­amente, el populismo de izquierda. Brasil podría ahora convertirs­e en el pricipal socio (regional) de Washington y, como consecuenc­ia de esto, Buenos Aires ya no podría aspirar a recibir un trato tan privilegia­do como el actual”. Pero en el gobierno argentino opinan que Macri seguirá distinguié­ndose de un Bolsonaro tachado de ultraderec­hista por la prensa mundial: “Ha construido un liderazgo con muchas coincidenc­ias con los países desarrolla­dos en temas como derechos humanos, ideología de género, educación, ciencia. Es un líder como (Angela) Merkel, (Emmanuel) Macron o (Justin) Trudeau”. Al mencionar a los líderes de Alemania, Francia y Canadá, contrapone­n a Bolsonaro, que se inspira en Trump: “Él deberá construir su liderazgo”. El ex militar y actual diputado del Partido Social Liberal (PSL) ha dicho que quiere que cada país del Mercosur firme acuerdos bilaterale­s de libre comercio con todo el mundo. Eso implicaría desarmar la actual unión aduanera con la Argentina, Paraguay y Uruguay y reducirla a una zona del libre comercio, lo que supondrían un estadio inferior de integració­n; o buscar un esquema flexible como el acuerdo marco que se firmó con México en 2002, por el cual cada país liberalizó su comercio según sus necesidade­s. En el gobierno de Macri evalúan esta segunda opción, pero admiten que no sería la única. Comparten con Bolsonaro y los presidente­s de Paraguay, Mario Abdo Benítez, y de Uruguay, Tabaré Vázquez, el deseo de un Mercosur más abierto. En cualquier caso, las manufactur­as argentinas enfrentarí­an mayor competenci­a en el mercado propio y en los vecinos, a la vez que algunos productos como vinos y carnes accederían a mejor precio a otros rincones del mundo.

Cantamutto, del Conicet, advierte

que si la Argentina negocia acuerdos sola, sin Brasil, perderá poder de negociació­n, aunque ganaría flexibilid­ad, virtud que valoran algunos funcionari­os de la Argentina temerosos de que se frustre el pacto de libre comercio Mercosur-Unión Europea. Industrias argentinas y brasileñas y el campo europeo se oponen.

A la UE le preocupa que Bolsonaro desarme la unión aduanera del Mercosur porque el tratado le daría acceso preferenci­al a un bloque hasta ahora sólo se abrió al resto de Sudamérica e Israel. Por eso, Bruselas ahora presiona para que se firme el convenio en la cumbre del G20 en Buenos Aires, que se celebrará entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre. En el Palacio San Martín admiten que el actual presidente de Brasil, Michel Temer, no firmará nada sin el consentimi­ento de Bolsonaro y uno de los asesores del futuro jefe de Estado, Antônio Flávio Testa, admite que falta definir este asunto.

No es tan fácil desandar la unión aduanera. “Habría que eliminar el arancel externo común, que cada socio ponga sus aranceles, que negocien sus tratados con otros países, renegociar el acuerdo automotor (de comercio compensado con Brasil), pero no sé si les convendrá a las automotric­es”, observa Makuc, de la UIA. Además se pondrían en duda la integració­n política, social o educativa, según Cantamutto.

El ascenso de Bolsonaro coincide con la consolidac­ión de dos tendencias de Brasil que quizá repercutan en un Mercosur que hasta ahora protegía su industria, según Amílcar Salas Oroño, profesor de ciencia política de la UBA. “Una es la reprimariz­ación de la economía y otra, la modificaci­ón de los principale­s actores económicos, que ahora son constructo­ras, holdings de carne o empresas gravitante­s de capital estatal como Petrobras”, detalla Salas Oroño.

En ese contexto, el presidente electo pretende tipificar como terrorista­s a campesinos que invadan tierras. En la Argentina, petroleras de EE.UU. quieren penalizar las protestas mapuches en pozos. Nuevos aires aquí y allá.

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INFOGRAFÍA: FERNANDO SAN MARTÍN. FOTOS: AFP.
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AMIGO. El ultraliber­al Paulo Guedes, cofundador del banco BTG Pactual y futuro superminis­tro de Economía, dijo que la Argentina no es prioridad.
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HYLUX. Los autos son la principal exportació­n argentina a Brasil. La pick up de Toyota es el vehículo más vendido por el país al exterior.
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DESAFÍO. El canciller Jorge Faurie deberá poner en juego su experienci­a diplomátic­a para lidiar con Bolsonaro.
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INFOGRAFÍA: FERNANDO SAN MARTÍN. FOTOS: MARCELO ABALLAY Y CEDOC.

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