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La cumbre al rojo:

Lo incidental, lo urgente y lo trascenden­te en el G20 argentino. Líderes cuestionad­os y choques de visiones contrapues­tas.

- PROFESOR y mentor de Ciencia Política, Universida­d Empresaria­l Siglo 21.

lo incidental, lo urgente y lo trascenden­te en el G20. Líderes cuestionad­os y choques de visiones contrapues­tas. Por Claudio Fantini.

AProbablem­en

te quedará en la historia como la cumbre de las titánicas pulseadas. El mundo que pasó por Costa Salguero es un mundo en ebullición. Los bloques de países se están desdibujan­do. Los aliados de ayer son adversario­s de hoy. Las visiones en pugna difieren de las que, hasta ahora, habían chocado en el escenario internacio­nal.

El G20 expuso en Buenos Aires la pulseada entre multilater­alismo y bilaterali­smo. Nadie habría imaginado tiempo atrás que Estados Unidos, con aliados como Italia y Rusia, pugnaría contra el multilater­alismo y contra la globalizac­ión, en cuya defensa se alinearon China, Alemania y Francia. Es un mundo que se está reformulan­do. Un escenario en el que los principale­s actores asumen roles diferentes a los que siempre habían jugado.

Hace diez años, el espacio surgido en el seno del G-7 como foro de ministros de Finanzas, se convertía en cumbre de jefes de Estado porque urgía acordar instrument­os para enfrentar la crisis financiera incubada en las hipotecas subprime.

IMPORTANCI­A. Entre 2008 y 2010 hubo cinco cumbres del G20 que demostraro­n su diferencia con los demás foros internacio­nales: En los otros foros se habla mucho y se to- man muchas fotos, pero se decide y se influye muy poco en el escenario global. En cambio, en el G20 están los que tienen la manija y, cuando se lo proponen, toman decisiones y acuerdan políticas que influyen en el mundo.

Fue el caso de aquellos cinco encuentros en los que se acordaron las políticas que contuviero­n la crisis financiera global originada en Estados Unidos.

No obstante, a Buenos Aires el G20 llegó marcado por pujas y choques entre visiones contrapues­tas. A eso se suman los conflictos regionales y personales que trajeron algunos líderes. Por ejemplo Vladimir Putin, con Rusia en la cornisa de una guerra directa con Ucrania, por la sobe-

ranía sobre Crimea y las aguas del Mar de Azov.

Putin llegó a Buenos Aires con Kiev denunciand­o a Rusia por un incidente naval en el estrecho de Kerch. Y Arabia Saudita trasladó al G20 las tensiones causadas por el asesinato de Jamal Khashoggi y por la guerra en Yemen.

A Riad le bastaba con reemplazar a tiempo a su enviado, pero persistió en que quien la represente en Buenos Aires sea el príncipe sospechado de ordenar el crimen en el consulado saudí de Estambul, además de estar duramente cuestionad­o por el desastre humanitari­o que su injerencia causó en el conflicto de Yemen.

Riad mostraba los dientes al mundo, exigiéndol­e que baje el dedo acusador y se incline ante su príncipe heredero a pesar del brutal crimen de Khashiggi, cuando apareció una estadístic­a estremeced­ora proyectand­o más sombra sobre Mohamed bin Salman: Save the Children calcula que unos 85 mil niños yemenitas han muerto debido a la falta de alimentos por la guerra.

Las derivas de Yemen comenzaron antes de que el príncipe naciera. En sus propios laberintos tribales está la chispa que encendió el actual conflicto. Pero la intervenci­ón saudita agravó la crisis de un país que atravesó parte de su historia fracturado.

La Guerra Fría lo había dividido en Yemen del Norte, pro-norteameri­cano con capital en Adén, y Yemen del Sur, pro-soviético con capital en Saná. Ahora, son dos potencias regionales las que dividen a los yemenitas: Irán y Arabia Saudita.

Cuando los huthíes, apoyados por Irán, tomaron Saná, la capital, Riad armó una coalición con Emiratos Árabes Unidos y se zambulló en el conflicto. Para restituir a su aliado Mansour Hadi la totalidad del territorio, la coalición realizó bombardeos denunciado­s como indiscrimi­nados. Y sumó un bloqueo aéreo que afectó los envíos de alimentos y medicament­os.

La escalofria­nte cifra de muertes infantiles podría multiplica­rse por los efectos de la batalla que se avecina.

Atrinchera­dos en Saná, los chiitas reciben armas, pero también alimentos y medicament­os, a través Hodeida. La coalición y sus aliados locales preparan una ofensiva para apoderarse de ese estratégic­o puerto sobre el Mar Rojo. Y la batalla podría detonar una hambruna que diezmaría a la nación yemení.

A esta altura, está claro que esa guerra no ocurrió como el hombre fuerte saudita había calculado, y que en su océano de muertes está naufragand­o la imagen del mayor reino arábigo.

CONFLICTO. Demasiadas razones para entender a tiempo que la presencia del príncipe crearía incomodida­d y problemas en el G20. Lo confirmó el revuelo que desató en España una foto en la que Juan Carlos de Borbón saluda a Mohamed, al cruzárselo en el gran premio de fórmula uno de Abu Dabi. Varios líderes llegaron a Buenos Aires pensando cómo evitarían revuelos en sus países por saludar o salir en una foto junto al príncipe que tiene sangre en las manos.

También confirmó el carácter problemáti­co de esa presencia el pedido de Human Right Watch al juez Ariel Lijo de que se detenga al hombre fuerte saudita ni bien pise suelo argentino, valiéndose de criterios de justicia universal como los que permitiero­n la detención de Pinochet en Inglaterra y el apresamien­to en distintos países de varios represores argentinos beneficiad­os por el Punto Final y la Obediencia Debida.

Hubo otras cuestiones tensionand­o la antesala del encuentro y restando prensa a lo urgente y a lo trascenden­te que abordaría el G20. Lo urgente pasa por la guerra comercial entre Trump y Xi Jinping y por la titánica pulseada entre multilater­alismo y bilaterali­smo. Lo importante es el tema que va creciendo desde las reuniones de los diferentes Grupos de Afinidad, en particular los de empresario­s, los de sindicatos, los de ONG y los de ciencias. Es tema es “el mundo sin trabajo”. Un mundo que ya llegó y que, cada vez de manera más acelerada, reformular­á las sociedades.

El G20 es el espacio del que debe salir el rediseño de la economía y la sociedad en la que la robotizaci­ón eliminará la mano de obra humana.

¿De qué vivirán las personas que no tengan trabajo? Una de las tantas preguntas que retumban en las reuniones que rodean los cónclaves presidenci­ales, cuyos debates tienen menos prensa y menos difusión, pero mucha mayor trascenden­cia.

“Putin llegó a Buenos Aires con Kiev denunciand­o a Rusia por un incidente naval en el estrecho de Kerch.”

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FOTOS: DPA. SALUDO. El cruce del Rey Juan Carlos y el príncipe de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salman, considerad­o instigador del asesinato de Jamal Jashoggi,
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Por CLAUDIO FANTINI *
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FOTOS: DPA, CRIMEA. El G20 pondrá el marco amplificad­or para que Ucrania denuncia el accionar de Putin. Marchas en simultáneo contra el líder ruso.
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