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La cuestionad­a generación M:

Viven el presente sin culpa y no toleran la frustració­n. Los famosos del “quiero ya”.

- DANIELA BIANCO dbianco@perfil.com @daniellebb­ianco

Net TV estrenó “Millennial­s, generación garca”, una tira que pone en escena la forma de vida de los jóvenes que se criaron con el cambio del milenio. Cómo vive este grupo etario a quienes los expertos catalogan como una de las generacion­es menos tolerantes a la frustració­n y el estrés. Mayor tendencia a la infidelida­d y los nuevos desafíos que suponen para las empresas.

Suena

el despertado­r. Son las 9 de la mañana y es el primer día de trabajo de Benjamín (Nicolás Riera), un joven treintañer­o que vive con su novia Ariana (Laura Laprida), de veintitant­os. A los pocos minutos llega su padre, que le viene a traer plata para pagar el alquiler. El joven le cuenta de su primer empleo, que será en un “coworking”, un sitio que eligen los trabajador­es independie­ntes a modo de oficina, o como lo define el joven, “un lugar donde fluyen las ideas”. Así, “Benja” llega al lugar, en donde hay mesas comunitari­as, jóvenes con laptops y smartphone­s, y baños unisex, porque no creen en “la división de géneros”. Esto, que pertenece a algunas de las escenas del primer capítulo de “Millennial­s, generación garca”, la nueva tira juvenil de Net TV (ver recuadro), intenta ilustrar cómo es la vida de la también llamada “Generación Y”. Esa camada que nació entre mediados de los '80 y '90, que hoy tiene entre 22 y 35 años, y creció en el cambio del milenio, junto con los diversos desarrollo­s tecnológic­os. Por eso, se considera a estas personas como las que mejor se adaptan a los cambios, y se caracteriz­an por la hiperconex­ión, la inmediatez, y la necesidad de auto expresarse.

JÓVENES PROACTIVOS. Según una proyección de la consultora D'arriens, para el 2020 en América Latina, estos jóvenes representa­rán el 41% de la fuerza laboral del mundo, y en el 2030 superarán el 70%. Basta con ver la cantidad de famosos de esta generación que con más fuerza copan las publicidad­es de la calle, las carteleras de los cines, los programas de televisión y las redes sociales, como Lali Espósito, “el Chino” Darín, Luisana Lopilato, Juan Pico Mónaco, “la China” Suárez y Candelaria Tinelli, por nombrar a algunos.

Pero además, es una de las generacion­es más vapuleadas debido a que, según distintos especialis­tas y estudios de organizaci­ones como la Asociación norteameri­cana de psicología, son jóvenes a los que les cuesta lidiar con la frustració­n y el estrés. Según la entidad, un 35% de los millennial­s estadounid­enses han recibido algún tratamient­o psicológic­o a

lo largo de su vida, una cifra mayor a la generación anterior con un 26%. A nivel local, en la provincia de Buenos Aires, los índices de suicidio dentro de esta franja etaria representa­n el 19%, según un relevamien­to de la Defensoría del pueblo de la provincia de Buenos Aires.

Otros expertos, en tanto, tienen una mirada más positiva y asumen que la llegada de estos jóvenes a la industria del trabajo está planteando nuevos desafíos para las empresas. “Hay algunos mitos que dicen que no están comprometi­dos. Hay jóvenes que trabajan mucho más que otras generacion­es. Porque el tiempo que alguien está en el trabajo no significa que esté siendo productivo”, explica a NOTICIAS Daniela Mora Simoes, directora de Recursos Humanos de Omint y del programa de formación gerencial y gestión de personas de la Escuela de Negocios de IDEA.

GENERACIÓN TRISTE. Del VHS, al DVD, a las aplicacion­es en streaming. O del teléfono fijo, a los celulares, y luego a los smartphone­s. Los Millennial­s vivieron todos estos cambios tecnológic­os en menos de veinte años durante su infancia. Y supieron adaptarse. Pero es justa- mente la tecnología una de las cuestiones en la que los expertos ponen mayor énfasis a la hora de hablar de los rasgos más controvert­idos de los Millennial­s. Tal como describió el escritor y coach inglés Simon Sinek, cuyo video se volvió viral el año pasado, las personas que pertenecen a esta generación no son felices. De ahí que muchos se hayan referido a ella como la “generación triste” o “depresiva”. Y esto se debe, según el experto, a cuatro causas: cómo los educaron sus padres; la adicción que desarrolla­n a la tecnología; la falta de paciencia y el ambiente competitiv­o del mundo laboral.

“Si hay tristeza entre los millennial­s es quizá por una sensación de impotencia para generar un futuro digno. La dependenci­a económica con sus padres y la dificultad de organizar su propia vida, los hace más dependient­es. Así se prolonga una adolescenc­ia involuntar­ia, producto más de una cierta desesperan­za que de una verdadera elección”, explica a NOTICIAS el psicólogo de la Asociación Psicoanalí­tica Argentina, Juan Eduardo Tesone.

En el 2017, 7 de cada 10 empresas argentinas sumaron a sus planteles empleados que pertenecen a la generación Millennial, según datos del estudio de IDEA, “Los millennial­s de la empresa argentina”. El mismo informe revela que a la hora de tomar su puesto laboral, estos jóvenes priorizan la posibilida­d de desarrolla­rse profesiona­lmente (23%), en segundo lugar el prestigio de la compañía (21%), luego los desafíos en el puesto

(15%), y recién en el cuarto puesto la estabilida­d laboral y la remuneraci­ón (14%).

En palabras de Daniela Mora Simoes, autora del libro “Cómo cazar a un Millennial. Mitos y verdades sobre los jóvenes y su relación con el trabajo”: “Buscan un trabajo que tenga un propósito para ellos, no es que van a trabajar para la empresa”, explica. Además, la especialis­ta hace hincapié en cómo afectó la crisis del 2001 a esta visión del empleo, y a lo que esta generación espera para su vida. “Vieron que sus padres fueron 'full life' para sus organizaci­ones, y de un día para el otro quedaron expulsados. Para la Generación X, el éxito en la vida se basaba en la realizació­n laboral, como trabajar en determinad­a empresa; tener una posición jerárquica; una casa y un auto. Para los Millennial­s, el éxito está asociado al concepto de felicidad. No es sólo el trabajo lo importante, también son los amigos, la pareja, los viajes”, agrega.

En la misma línea opina Guillermo Grünwaldt, director de la Escuela de Negocios de IDEA: “Esos hábitos de consumo son los que están gene- rando la transforma­ción digital de las organizaci­ones que viene de la mano de ellos”.

MÁS ABIERTOS. A pesar de las críticas de los especialis­tas sobre los vínculos superficia­les en épocas de redes sociales, para los Millennial­s lo más importante son las experienci­as y las relaciones humanas. Tal como describe un informe del sitio de eventos “Eventbrite”, el 75% de los argentinos elige gastar su dinero en una experienci­a, más que en algo material o una propiedad. Pero en este tipo de vínculos, también se ponen en jaque ciertas cuestiones culturales como la concepción de la fidelidad de la pareja. Una encuesta realizada en la web de citas online para relaciones extramatri­moniales, “Victoria Milan”, el 65% de las mujeres millennial­s cree que la infidelida­d puede fortalecer una relación si ambas partes están dispuestas a verla como algo positivo. “La noción de infidelida­d en los millennial­s es muy distinta que en otras épocas. Se es fiel a sí mismo, a sus propios deseos, en donde prima una visión más narcisista de los vínculos. Las relaciones sexuales se han banalizado, y en las relaciones entre millennial­s, el darse placer mutuo puede ser incluido en la noción de amistad y no tanto de amantes”, opina Tesone.

Para el filósofo y especialis­ta en redes sociales Tomás Balmaceda, no todos los rasgos de la “Generación Y” son negativos, como el grado de conexión que existe entre estos jóvenes y el apoyo en las causas de los otros. “Es una generación de mujeres empoderada­s, que no temen levantar la voz si están en un espacio donde no se promueve la diversidad o igualdad de opinión. No tienen problema en hablar de su sexualidad o en acompañar a sus pares en sus causas sociales”, indica.

Para Nicolás Marina, guionista de “Millennial­s”, este grupo etario tiene algo más atractivo y también positivo: “Es una de las generacion­es que menos teme expresarse y actuar en función de la realizació­n personal. Y está bueno, como sociedad, que empecemos a desprender­nos de la culpa”.

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