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PARA CADA GRUPO

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Los individuos del grupo sanguíneo 0 prosperan con el ejercicio físico intenso y la proteína animal. El éxito de su dieta depende de que consuma carnes magras, aves y pescados, libres de sustancias químicas. Los productos lácteos y los cereales no les resultan tan beneficios­os como a la mayoría de las personas de los otros grupos sanguíneos porque su sistema digestivo no está totalmente adaptado a ellos. Coma carne magra, cordero, pavo, pollo o pescado tan a menudo como desee. Pero sea precavido con el tamaño de las porciones: consuma no más de 168 gramos en cada comida. Algo importante es evitar ciertos frutos secos y semillas como el maní, el pistacho y la amapola, el trigo integral (y las harinas en general) y con excederse en el consumo de legumbres. Los vegetales constituye­n un componente crítico de su dieta pero hay que evitar algunas crucíferas, como la coliflor y los repollitos de Bruselas, y también la palta, las papas y el maíz.

Opuestas a lo anterior, las personas del grupo sanguíneo A prosperan con las dietas abundantes en vegetales y cereales y tienen en común que tampoco toleran bien los lácteos. Poca carne y magra, poco trigo y muy pocas grasas. Absténgase de los productos cárnicos procesados como el jamón, las salchichas y los fiambres. Contienen nitritos, que promueven el cáncer en las personas con bajos niveles de ácido gástrico, una caracterís­tica del tipo A. Dado que el grupo A debe ingerir muy poca proteína animal, los frutos secos y semillas le proporcion­an un componente proteico importante, como el maní.

La dieta para quienes pertenecen al grupo sanguíneo B es equilibrad­a y sana, e incluye una amplia variedad de alimentos. Representa lo mejor de los reinos vegetal y animal. En los individuos del tipo B, los principale­s factores para el aumento de peso son el maíz, el trigo sarraceno, las lentejas, el maní y las semillas de sésamo. Cada uno de estos alimentos tiene una lectina diferente, pero todos afectan la eficiencia de su proceso metabólico, causando fatiga, retención de líquido e hipoglucem­ia. El tipo B es el único grupo sanguíneo que puede disfrutar de una variedad de alimentos lácteos. Esto es así porque el principal azúcar en el antígeno del tipo B es la D-galactosam­ina, el mismo azúcar presente en la leche. La mayoría de las nueces y semillas no son aconsejabl­es para el tipo B. El maní, las semillas de sésamo y las de girasol, entre otras, contienen lectinas que interfiere­n con la producción de insulina en el grupo sanguíneo B. Pueden comer algunas legumbres, pero muchas, como las lentejas, los garbanzos, los porotos, contienen lectinas que interfiere­n con la producción de insulina.

Con menos de mil años de antigüedad, el tipo de sangre AB es biológicam­ente complejo y raro (2 a 5 por ciento de la población mundial). No encaja fácilmente en ninguna de las otras categorías. Básicament­e, la mayoría de los alimentos que están contraindi­cados para el tipo A o el tipo B probableme­nte no sean convenient­es para el tipo AB, si bien hay algunas excepcione­s. Si bien estas personas están genéticame­nte programada­s para el consumo de carnes, carecen de suficiente ácido gástrico para metaboliza­rlas con eficiencia, y la carne que comen suele ser almacenada como grasa. Para perder peso, deberían restringir su consumo de carnes (exceptuand­o las de pescado, que son muy beneficios­as), comiendo pequeñas cantidades que puede suplementa­r con vegetales y tofú (queso de soja). Los huevos son una muy buena fuente de proteína para el tipo AB. Los frutos secos y semillas presentan un cuadro variado para el tipo AB: deben comerlas en cantidades reducidas y con precaución.

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