Índice Bolsonaro
Desde el triunfo del casi ignoto y polémico candidato presidencial brasileño Jair Bolsonaro, en todos los equipos de campaña electoral argentinos se empezó a estudiar el efecto de esa ola foránea en nuestras pampas. La conclusión que muchos parecen estar sacando es que quizá conviene apelar a la emocionalidad brutal que polariza opiniones más que a la argumentación racional que promueva consensos republicanos. Así estamos: hay políticos en busca de votos y comunicadores en busca de rating. De la mano de Patricia Bullrich, y con el respaldo explícito del jefe de Gabinete, el Gobierno también se subió a la moda de endurecer el discurso y los gestos, acaso buscando un caballito de batalla electoral brioso. La propia aliada oficialista Elisa Carrió alertó -con una mezcla de convicción y oportunismo inverso- que no permitiría que Cambiemos vire al “fascismo”, en respuesta a las últimas medidas y declaraciones efectistas en el tema Seguridad del staff macrista. También en la oposición suelen deslizarse oportunas bravuconadas políticamente incorrectas -la inmigración es un tópico favorito- para no quedarse atrás en el nuevo recurso de marketing electoral.
Para monitorear el fenómeno, NOTICIAS acaba de lanzar su “índice Bolsonaro”, una especie de escala de Richter que califica numéricamente el nivel de irracionalidad de los exabruptos públicos, según el nivel de irresponsabilidad, demagogia, racismo, manodurismo, homofobia, misoginia y también repercusión mediática de las frases en cuestión. Cuanto mayor el terremoto verbal, más alto el puntaje del 1 al 10.¿El mecanismo de evaluación? Un jurado integrado por los editores y el jefe de redacción de NOTICIAS analiza cada caso que propone el equipo periodístico de la revista y lo califica. No se trata de ponerse a la izquierda o a la derecha de nada. La idea es criticar el péndulo garantismo-mano dura que adormece la implementación de políticas estratégicas, de largo plazo, y que pone a la sociedad ante una falsa opción. Se trata de reflexionar y de combatir prejuicios, no de alimentarlos.