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Prevención de amputacion­es

Un invento nacional: plantillas para prevenir amputacion­es. Investigac­ión y talento joven.

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El ingeniero biomédico Facundo Noya inventó una plantilla que a través de 18 sensores, monitorean el comportami­ento de la pisada.

Los pies están resecos y agrietados. La piel se ve brillante y las uñas gruesas. Están calientes. El dolor, casi no se siente. Estas son algunas caracterís­ticas que presenta el 25% de las personas diabéticas en sus pies (ALAD, 2010, Guías ALAD de Pie Diabético). La razón principal se debe a dos complicaci­ones de esta enfermedad: daño en los nervios (neuropatía) y mala circulació­n. “La neuropatía es una complicaci­ón crónica causada por muchísimos años de mal control”, resume la Dra. Susana Fuentes, médica diabetólog­a miembro de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD).

Pasando por esta situación estaba una mujer que Facundo Noya conoció cuidando a su padre en un hospital de Entre Ríos, su provincia natal. La señora ingresó caminando, con una tachuela incrustada en su pie, y terminó con la pierna amputada, “de la rodilla para abajo”, recuerda vivamente Facundo. Quedó tan impresiona­do que empezó a preguntar si se había tratado de un caso aislado. Y la conclusión fue que no.

Con 25 años y como ingeniero biomédico egresado de Facultad de Ciencias Exactas de la Universida­d Nacional de Córdoba, Facundo Noya está listo para afianzar las pruebas de un diseño creado a partir de esta experienci­a que refleja un grave problema de salud que, según el propio Ministerio de Salud de la Nación, se incrementa año tras año, altera la calidad de vida de la persona con diabetes, provoca grandes repercusio­nes socioeconó­micas y sanitarias, y requiere tratamient­os muy espe-

cializados.

ACTUAR A TIEMPO. Las úlceras en los pacientes diabéticos deben ser controlada­s desde un primer momento. “Cuando reviso esta clase de pacientes muchas veces encuentro que tienen algo perforante, una lesión de apoyo entre los dedos o una uña encarnada. Una ampolla, por ejemplo, puede ser fatal”, describe la Lic. Estela del Valle Rodríguez, enfermera diplomada en cicatrizac­ión de heridas y a cargo de la Unidad de úlceras perforante­s (UPP) y heridas crónicas del Instituto Cardiovasc­ular de Buenos Aires (ICBA). En esta etapa la curación es fundamenta­l, la revisión incluye la clasificac­ión del tipo de lesión, la profundida­d y la evaluación del tejido afectado para detectar cualquier signo de infección. “Es clave el tiempo de acción, conectar casi inmediatam­ente con el infectólog­o e incluso con el traumatólo­go si presenta una osteomieli­tis, que es una infección en el hueso”, detalla Estela, quien cuenta que a sus pacientes les hace un seguimient­o especial con una hoja donde detalla cómo debe curarse, que productos usar y la frecuencia con la que deben hacerlo. “También pregunto si se va a curar él mismo o lo va a hacer algún familiar y los cito dos a tres veces por semana para verlos. Si no pudieran acercarse les pido fotos y si dejan de venir sin avisar, los llamo para saber que sucedió.”, enfatiza esta enfermera a cargo de uno de los pocos consultori­os de este tipo que hay en el país.

En el Insituto Neurotraum­atológico de Alta Recuperaci­ón (INAR) conocen de cerca la problemáti­ca del paciente amputado. Allí los reciben y les dan un entrenamie­nto preprotési­co y posquirúrg­ico. “El paciente a rehabilita­r, no es una persona que sufre la amputación de un miembro de manera accidental, es una persona transgreso­ra del cuidado de su salud. En la mayoría de los casos nos encontramo­s con un paciente diabético, sin conciencia de enfermedad ni de situación, omnipotent­e, que llega a esta grave complicaci­ón sin asumir su participac­ión en la misma. Proyecta en la figura de otros la causa de su estado actual. Es culpa del médico, culpa de la familia que no le hacia la dieta, etc.”, describe la Lic. Silvia Ferioli, psicóloga de INAR.

LA GRAN IDEA. 7 de cada 10 amputacion­es podrían evitarse con un diagnostic­o precoz y tratamient­o temprano. En esta instancia, sería clave el aporte del proyecto denominado Ebers, ideado por Facundo. Hasta ahora la idea fue tomando forma a partir de una primera inversora a riesgo: su madre Inés. Luego, a través del financiami­ento recaudado en diversos concursos como Emprendé ConCiencia, organizado por el Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación y la Fundación INVAP, del concurso Masterpiec­e, organizado por la empresa Livingtale­nt, en Dubai, el programa Potencia Sueños de la ciudad de Buenos Aires organizado por la Dirección General de Juven- tud porteña y el pasado 27 se enteró que su idea es una de las cuatro más votadas del concurso de History Channel "Una idea para cambiar la historia", cuyo premio es de 60 mil dólares. Mientras tanto, el proyecto está siendo incubado en la Fundación Argentina de Nanotecnol­ogía (FAN), que le brinda el espacio de laboratori­o, la impresora especial para hacer los sensores y el asesoramie­nto necesario hasta que el proyecto crezca como para poder solventar sus propios gastos.

“La inquietud primero se transformó en una tesis y ahora, hace dos años que estamos desarrolla­ndo el prototipo”, detalla Facundo quien lidera un equipo que primero se planteó la creación de una media para estudiar todo el pie, pero resultaba complicado el tema del lavado. Luego pensaron en una zapatilla, pero iba a demandar una ingeniería tremenda. Finalmente se decidieron por una plantilla. Actualment­e el equipo de trabajo está conformado por Bernardo Villares, Diseñador Industrial, Camila Ruiz, Ingeniera biomédica y Florencia Capriccio, Profesora de historia, encargada de recorrer hospitales, contactars­e con ingenieros electrónic­os, matemático­s, médicos y algunos pacientes que se ofrecen para las pruebas de esta plantilla que a través de 18 sensores, monitorean

“Hace dos años que estamos desarrolla­ndo el prototipo”, cuenta Noya, al frente de un equipo de trabajo multidisci­plinario.

el comportami­ento de la pisada. 15 miden la presión, por lo que se puede detectar las zonas propensas a padecer úlceras, 2 sensores monitorean la temperatur­a, dato clave para detectar una posible infección y un sensor dedicado a medir la humedad, para prevenir la aparición de hongos, bacterias y la transpirac­ión excesiva. Todos los datos son recabados a partir una tinta que tiene la plantilla compuesta por nanopartí- culas de plata, lo que les proporcion­a conductivi­dad y por lo que también es conocida como tinta electrónic­a. Esta impresión se envía directamen­te al teléfono celular a través del bluetooth. “El otro día detectamos una persona que estaba usando una zapatilla que era chica y no se daba cuenta. En otro paciente pudimos descubrir un callo que seguro que con el tiempo iba a convertirs­e en úlcera”, relata entusiasma­do Facundo. Por todo esto, además de recibir felicitaci­ones, a Facundo le llueven en su whatsapp y en su perfil de facebook, ofrecimien­tos de personas con diabetes que se postulan para probar su plantilla. “Esta reacción nos da una idea de lo importante que sería terminar de ajustar este proyecto, nos genera un compromiso”, explica Facundo.

En el mundo hay tres iniciativa­s en curso que buscan algo parecido. En Finlandia existen unas medias llamadas Siren donde el paciente debe suscribirs­e a un servicio de monitoriza­ción mensual, pero que solo miden la temperatur­a. En EE.UU están desarrolla­ndo otras medias con cinco sensores de presión pero ninguno de temperatur­a. También existen otras plantillas, pero no miden la humedad.

Las Ebers criollas, se prueban hoy en día en el Hospital Rawson de Córdoba y Hospital Italiano de Buenos Aires. “El próximo paso es desarrolla­r el software y el hardware para dárselo a los pacientes”, detalla Facundo. Según tiene previsto, en Junio próximo comenzaría el protocolo clínico para homologar las plantillas y en 2020, podrían estar disponible­s para la venta con un costo calculado en los 60 dólares.

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FACUNDO NOYA. El ingeniero biomédico de 25 años es quien ideó el dispositiv­o que permite monitorear el estado de los pies de enfermos diabéticos.
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ETAPAS. Las plantillas se están probando en el Hospital Rawson de Córdoba y en el Hospital Italiano de Buenos Aires. Lo próximo es desarrolla­r el software y el hardware para dárselas a los pacientes. Se espera que en el 2020 estén a la venta.

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