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Yeza: el intendente de Pinamar fue elegido al frente de La Generación, el jet set de la juventud oficialist­a. El riesgo de ser la nueva Cámpora.

El intendente de Pinamar habla de su agupación. La escuelita de funcionari­os.

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Martín Yeza cumplió 33 el tercer día del año, poco después de su tercer aniversari­o al frente de la intendenci­a de Pinamar. El tiempo, ese fenómeno que maravilló y aterró a la humanidad desde su génesis, lo cambió también a él: el político dejó el perfil surfer pelilargo, cool y de sonrisa fácil que tenía cuando consiguió el cargo por las camisas planchadas, los modales cuidados y los dientes más apretados. Los cuadros del futbolista Juan Sebastián Verón y del club Estudiante­s que adornaban su despacho ya no están. Se comprometi­ó y se mudó junto a su novia. Quizás sea por este nuevo costado de adultez que Yeza logró cautivar al jet set de la juventud oficialist­a y se convirtió en el presidente de La Generación, el “espacio de paladar amarillo” del macrismo, según sus palabras. No tiene nada que ver con La Cámpora”, aclara Yeza de entrada, ante la inevitable comparació­n entre la agrupación ultra K que creció al amparo de la caja del Gobierno anterior con la que ahora el intendente preside. El pinamarens­e tiene, de mínima, algo de razón: los inte- grantes de La Generación son casi todos funcionari­os de segunda y tercera línea del oficialism­o que no enarbolan consignas revolucion­arias, no proponen alguna batalla épica que podría transforma­r el mundo ni tienen enemigos declarados contra los que luchar a muerte. “Son la juventud más conservado­ra de la historia, todos nenes de papi”, se ríe de ellos un camporista de Buenos Aires.

Juventud maravillos­a. Los miembros de La Generación son PRO de pies a cabeza, aunque hay un 5% de integrante­s del radicalism­o. Liberales moder - nos, profesiona- les, cancheros, con currículum abultado a pesar de su corta edad y mucha actividad en Twitter e Instagram, son la juventud sub 40 del macrismo que quiere abrirse paso dentro del Gobierno. Es un grupo que creció fuerte en los últimos tres años, con una influencia discreta de Marcos Peña, el estratega PRO, que sabe que La Generación puede sumar en donde más le falta al oficialism­o: militantes de base, fiscales voluntario­s y nuevos dirigentes del futuro. En el 2018 se puso como objetivo sumar te-

rritorio, y Yeza, uno de los dos del grupo que encabezaro­n una lista en el 2015 –el otro es Ezequiel Galli, intendente de Olavarría–, quedó con las manos en el timón. Ese objetivo central se plasmó el año pasado con la creación de la “Escuela de Líderes”, un curso de seis meses de captación y formación de nuevos políticos, con una clase semanal dictada por un funcionari­o PRO. Es el gran logro de La Generación: la Escuela giró por 15 provincias y tuvo 600 egresados, que buscan repetir este año.

NOTICIAS: ¿Cómo se hace para evitar que el grupo se transforme en una puerta de entrada al Estado?

Martín Yeza: Buscamos convicción real. De los 180 ingresante­s que hay en cada provincia, selecciona­mos 20 después de tres niveles de entrevista, y no todos egresan.

La Generación tiene a 20 referentes de peso, como Lucas Delfino, subsecreta­rio de relaciones municipale­s de la Nación, y “reclutador” del espacio, el encargado de captar nuevos talentos en todo el país, Alex Campbell, con el mismo cargo a nivel bonaerense (“Macri y Vidal nos transmitie­ron que les parece valioso el armado”, cuenta), Juan Manuel Fernández, figura creciente dentro de la Jefatura de Gabinete, Enrique Avogadro, ministro de Cultura porteño, Daniela Nipoti, directora nacional de Asuntos Universita­rios, y Juan Maqueyra, presidente del Instituto de Vivienda de la Ciudad, entre otros, además de 110 funcionari­os de segunda o tercera línea. Entre todos comparten un grupo de Whatsapp muy activo, que tiene como foto de grupo la imagen que ilustra esta nota y también una revista virtual, “El Cruce”, en la que suelen escribir sobre temas espinosos de la actualidad. Es que no todo es color de rosas dentro de La Genera- ción: hay debates en el que no todos coinciden, como pasó este año con el proyecto para legalizar el aborto. “Hay pañuelo verde y pañuelo celeste”, cuenta Yeza. La agenda de género también pegó fuerte este año: las mujeres del grupo –Sol Battini, asesora de la Jefatura de Gabinete porteña, y Pia Delneri, directora de Prensa de la Cancillerí­a, entre otras– crearon un subgrupo llamado “Sororidad”.

NOTICIAS: ¿Hay internas? Yeza: Sí, como en todo grupo. Pero hacen bien y son bienvenida­s. Hay algunos que quieren “más política real” y otros quieren que vuelva una época más de debate entre nosotros.

NOTICIAS: ¿Por qué dice que no se parece a La Cámpora?

Yeza: Este es un grupo que creció con referentes que ya eran tales antes de entrar a la agrupación, no al revés. Te pongo otro ejemplo: solo los funcionari­os pueden aportar a la agrupación. Son 1000 pesos al mes, para gastar en viáticos y alojamient­o. Excluimos a los que son meramente empleados, por un lado porque nos parece justo y por el otro lado para que no hayan posibles malas interpreta­ciones. No queremos que nadie trabaje ni sienta que entra a trabajar solo por ser de La Generación.

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FOTOS: MARIO DE FINA (DESDE PINAMAR) Y CEDOC. JUAN LUIS GONZÁLEZ jlgonzalez@perfil.com @juanelegon­zalez LOGO. La Cámpora macrista se llama La Generación y tiene estética “cool”. Al lado, Yeza pasea a su perro.

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