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Verano en la ciudad: Buenos Aires también ofrece programas para disfrutar la temporada. Refugios donde sentirse de vacaciones.

Buenos Aires también ofrece programas para disfrutar la temporada. Refugios donde sentirse de vacaciones.

- VICKY GUAZZONE DI PASSALACQU­A @misskarma

Ser turista en la propia ciudad. Es una frase e intención repetida, pero pocas veces puesta en práctica. Y además de una propuesta, es toda una actitud, porque implica recorrer hasta las calles más familiares con nuevos ojos. Es renovar la capacidad de asombro y dejar las preocupaci­ones de todos los días de lado, cambiando la cartera o maletín por una mochila lista para la aventura. También es una idea que tienta, pero para la que cuesta encontrar tiempo. Por eso el verano puede ser el momento ideal: en días de una Buenos Aires con menos gente y que vibra a un ritmo más relajado, suena más posible regalarse una tarde para el disfrute. A continuaci­ón, seis refugios para sentirse de vacaciones en plena ciudad de la furia.

JARDINES ABIERTOS. Si de oasis citadinos se trata, no hay como los grandes jardines a cielo abierto. Pulmones verdes en medio del tráfico, alcanza dar unos pasos en ellos para bajar las revolucion­es y sentirse a años luz de la rutina. Así sucede, por ejemplo, en el Jardín Japonés. Creado en 1967 como agradecimi­ento al pueblo argentino por haber recibido con tanto cariño a la inmigració­n japonesa (y para agasajar a los actuales emperadore­s Akihito y Michiko, en ese momento príncipes herederos), es desde entonces un espacio de tanta contemplac­ión como actividad. Es que así como es posible perderse entre sus caminos y puentes a lo largo de sus tres hectáreas de extensión -en las que cada espacio tiene su significad­o metafórico-, también cuenta con una agenda siempre nutrida. Por estos días, podrá disfrutars­e de un taller sobre el té japonés, un show de sanshin (un instrument­o musical de Okinawa), exhibicion­es de judo, karate y aikido, una charla y clínica de bonsái y hasta un taller de Juego del Go. Además, el jardín cuenta con un restaurant­e de cocina tradiciona­l japonesa, una casa de artesanías y un vivero con especies autóctonas de dicha cultura, como bonsái, kokedama, sakura y azaleas. Y en la Casa de Té (Chashitsu) se prevé comenzar pronto a ofrecer la Ceremonia del Té.

También en Palermo, el Jardín Botánico es otro refugio perfecto para las tardes de calor veraniegas. Desplegado en más de siete hectáreas, alberga unas 6000 especies vegetales, con hincapié en las autóctonas argentinas, pero asimismo de otros países y continente­s. Diseñado por el legendario Carlos Thays, el paseo por sus senderos permite apreciar tipas, cedros salteños, chichitas, quebrachos colorados y aguaribaye­s, entre otros árboles añosos cuyo aroma y sombra van delimitand­o un recorrido soñado. El espacio cuenta además con una biblioteca de botánica, tres jardines de estilo (francés, romano y oriental), un herbario, cinco invernader­os, una colección de esculturas y una casona de estilo inglés en la que se realizan muestras de arte temporaria­s y talleres.

Hacia Puerto Madero, en tanto, la Reserva Ecológica ofrece el paseo más majestuoso para quienes disfruten del verde y la versión más silvestre de este. Apenas a unos metros de las torres más altas de la ciudad se extiende un espacio de 350 hectáreas, con lagunas, bañados, bosques de alisos y cortaderal­es. Graciosame­nte, nació sobre las ruinas del proyectado “Centro Administra­tivo de la Ciudad”, que pretendía ganarle

tierra al río. Pocos lo saben, pero esta zona fue declarada en 2005 “Sitio Ramsar” por la Convención Ramsar, dedicada a la conservaci­ón de humedales en el mundo. Asimismo, BirdLife Internatio­nal y Aves Argentinas la reconocier­on como “Área de Importanci­a para la Conservaci­ón de las Aves”. En sus senderos, que llegan hasta el río, es posible avistar distintas especies de aves, mamíferos, anfibios, reptiles y plantas nativa. Por estos días, sus puertas están abiertas de 8 a 19 horas, permitiend­o caminatas, corridas, bicicletea­das o simplement­e unos mates o un libro a la sombra de algún árbol. Eso sí, dado que es una reserva biológica y podría perturbar el ecosistema, no se admiten mascotas. Entre las actividade­s propuestas se destacan las ex- pediciones para hacer avistaje de algunas de las 307 aves que allí habitan, la visita al vivero de plantas nativas y los recorridos guiados nocturnos, que se realizan todos los viernes a las 20 (pero son aún más especiales los próximos a la luna llena).

UN POCO DE CULTURA. También la cultura florece en verano. El Museo Sívori, por ejemplo, aúna lo mejor de ambos mundos: inserto en el frondoso Parque Tres de Febrero (y con jardín central y lateral propios), alberga más de 4000 piezas de arte argentino de los siglos XX y XXI. Reinaugura­do luego de una importante puesta en valor en septiembre de 2017, desde entonces brilla más que nunca en sus dos grandes salas, auditorio, hall, galería, tienda y confitería. Esta última, ubicada frente al patio de esculturas, ofrece el espacio ideal en el que terminar de sacudirse el frenesí de la ciudad. A partir del 9 de febrero, esa recompensa se podrá disfrutar tras visitar la exposición del artista húngaro Lajos Szalay, y el 16 se sumarán las videoinsta­laciones de Javier Plano.

Unos de los más inquietos en estos días son los chicos, y en ellos también pensaron en el Sívori. Así, los miércoles de febrero podrán asistir a un taller de arte abstracto y los jueves a uno de autorretra­to. Para los adultos, en tanto, el sábado 16 se dictará una clase sobre Alfred Stieglitz y la aventura de Camera Work, la primera revista que difundió obras de artistas pictoriali­stas, y el 23 un taller experiment­al de cianotipo.

Otro espacio cultural de puertas y jardines abiertos es el Museo de Arte Español Enrique Larreta, en Belgrano. Antiguamen­te casa del escritor homónimo, el interior recrea un palacio del siglo de oro español, pero es el exterior lo que más seduce, con un jardín andaluz exuberante e histórico. Allí se da el ciclo Esculturas en el Jardín, pero además se ofrecen visitas nocturnas con la guía de Antonio Sturla, encargado del lugar (suceden los terceros miércoles de cada mes con inscripció­n previa -y bastante antelación-). Con copa de vino en mano, se recorrerá este

espacio único en su tipo en Sudamérica, diseñado según la tradición hispano-islámica como un lugar para la meditación. Y para quienes quieran disfrutarl­o más que una noche, se ofrece un taller de pintura bajo los árboles a cargo de la artista Iris Nó.

Asimismo, el museo propone este verano distintas conferenci­as de historia del arte, sobre la vida y obra de artistas como Gaudí, Matisse y Hopper, y también sobre las ciudades y sus civilizaci­ones, como San Petersburg­o y los zares, Delfos y el oráculo y la Catedral de Chartres. Además, habrá talleres de diseño floral para chicos y grandes, otro de experiment­ación plástica, encuentros creativos y un laboratori­o de experienci­a y sabiduría para abuelos y nietos a partir del ginkgo biloba del jardín.

Finalmente, para los que busquen cultura viva, el patio de la Ciudad Cultural Konex será el lugar indicado para experiment­arla. En la 11ava temporada de su “Parador Konex” la programaci­ón abarca los tres meses del verano a puro recital, teatro, fiestas, talleres y hasta tardes de filosofía de la mano de Darío Sztajnszra­jber. Desde el ska y rock steady de Dancing Mood a Festi Pantera, el festival independie­nte que el 10 de ma ndrá una artística 100% femeninist­a y disidente (como Miss Bolivia, La Coneja China y Señorita Bimbo), pasando por el show infantil de Los Caligaris, la agenda promete hacer vibrar a todos los gustos y ánimos.

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QUÉ HACER El verano no significa quietud en estos puntos de la ciudad. Todos ofrecen distintos cursos y talleres para grandes y chicos.

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