Apuesta a la nafta
Una versión naftera para reconquistar al público. Consumo elevado y prestaciones justas.
Cuando Fiat lanzo la pick-up Toro, tenía todas las chances de transformarse en el referente del segmento. En aquel momento era un modelo que prometía éxito, con un diseño moderno y rupturista, buen equipamiento, aceptable confort en las plazas traseras, gran equipamiento tecnológico y un motor diésel con buena dosis de potencia. Todo venía viento a favor, pero aquel motor gasolero le jugó una mala pasada por un problema en el mantenimiento del filtro de partículas. Como consecuencia, el costo fue una fuerte caída en las ventas que tuvo como consecuencia ceder lugar a Renault para ganar terreno con su pick-up Oroch que hoy día lidera el segmento con motores nafteros.
Ahora Fiat vuelve a la carga con una receta más simple y también más confiable, ya que se ofrece con un nuevo motor naftero de 1.8 litros y 130 caballos que es el mismo que utilizan el Fiat Argo, Cronos y el Jeep Renegade.
Es un motor que viene acompañado de una caja automática de seis marchas y que se ofrece únicamente en tracción delantera (las 4x4 son sólo diésel). En la práctica es un propulsor que resulta demasiado justo para el tamaño de la carrocería, ya que la Toro pesa más de 1.600 kilos. La velocidad final es satisfactoria (supera los 170 km/h), pero pierde mucho tiempo en los procesos de aceleración: casi 15 segundos para llegar a los 100 km/h, casi una eternidad... Tampoco lo ayuda el consumo en ciclo urbano, donde no llega a recorrer 9 kilómetros con un litro de nafta súper.
Pero la Toro sigue siendo un producto atractivo desde el punto de vista del diseño y por ofrecer versatilidad de uso, junto a una buena dosis de confort. Es un vehículo adecuado para quienes no buscan un producto para el trabajo exigente (carga 650 kilos) y quieran circular tranquilos por terre- nos irregulares. Incluso se presta como una interesante alternativa para adaptarle un equipo de GNC.
Un aspecto para destacar es la seguridad, ya que dispone de una dotación de primer nivel, con control de estabilidad incluido, algo que no ofrece la Oroch. Pero el precio de lista no lo acompaña demasiado en un mercado que ofrece numerosas bonificaciones por estar saturado de stock y que permite acceder, por muy poca diferencia, a una pick-up VW Amarok con motor diésel, aunque, lógicamente, de mayor tamaño y más alto costo de mantenimiento.