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Sex-influencer­s:

Series fetiche, redes y respuestas hot. Quiénes son los consultore­s que enseñan sobre el placer. Pedagogía del erotismo.

- DANIELA BIANCO GISELLE LECLERCQ dbianco@perfil.com gleclercq@perfil.com @daniellebb­ianco @gisellelec­lercq

en redes sociales, en páginas oficiales y hasta en las series. Los nuevos divulgador­es sexuales aparecen para llenar la falta de educación sobre el conocimien­to del cuerpo y el placer. Los argentinos, maleducado­s sexuales.

Un adolescent­e virgen, inseguro y lleno de complejos crea, junto a dos amigos, una “clínica” de terapia sexual en el colegio. De pronto, en el patio de la escuela, en los baños o en medio de una fiesta, este joven de 16 años, se convierte en un gurú para sus compañeros, a los que aconseja acerca de la eyaculació­n, el orgasmo femenino o el deseo. Apenas en cuatro semanas, la trama de “Sex education”, el nuevo gran éxito mundial de Netflix, conquistó a más de 40 millones de espectador­es y la Argentina no fue la excepción. La popularida­d de esta ficción británica no se explica sólo por la calidad del reparto o por su guión. En el último tiempo, comenzó a observarse una necesidad voraz de chicos y grandes por aprender de sexo y, como consecuenc­ia, apareciero­n nuevos espacios para hablar sin prejuicios. Con una fuerte presencia en redes, sexólogos, psicólogos y comunicado­res especializ­ados en el tema, se convirtier­on en los influencer­s del placer. Atrás que- daron los discursos academicis­tas y las explicacio­nes en el pizarrón sobre el aparato reproducto­r. Ahora, los especialis­tas prefieren hablar en primera persona y responder consultas concretas de sus seguidores. Con responsabi­lidad pero sin tabú. Llegó la hora del sexo real.

En nuestro país, esta explosión sucede en un contexto particular: la nueva ola feminista cuestionó, entre

otras cosas, las formas de vincularno­s. Las cuestiones de género y la aparición de nuevos términos como, por ejemplo, el poliamor, dejaron al descubiert­o que una educación sexual enfocada exclusivam­ente en la prevención de enfermedad­es o embarazos, no es suficiente.

Los nuevos sex influencer­s responden con picardía y no andan con vueltas a la hora de hablar sobre temas que, en el pasado, hubieran sonrojado a cualquiera, como el sexo anal o la masturbaci­ón. Con estilos diferentes, cada uno ha logrado cautivar a un espectro de seguidores. El psicólogo y sexólogo Patricio Gómez Di Leva (@respuestas­exual); la psicóloga especializ­ada en sexualidad Patricia Safadi (@sexologiay­pareja) y la periodista y directora de “Erotique Pink”, Francesca Gnecchi (@francesca.gnecchi), son algunos de los más consultado­s. Pero la tendencia supera a las iniciativa­s profesiona­les individual­es: el Gobierno nacional avanza con su propuesta “Hablemos de todo” (@hablemosde­todook), un sitio que replica el tono descontrac­turado para llegar a los más jóvenes.

Alessandra Rampolla fue, sin dudas, una de las primeras en romper el molde. Simpática y siempre en el lugar de una mujer igual a sus espectador­as, fue una de las que allanó el camino para estos nuevos referentes: “Son voces de personas más jóvenes que vienen con un tejido cultural más acorde con la actualidad. La conversaci­ón suena muy genuina. Me entusiasma que este movimiento se enfoca mu-

cho en el placer y en la experienci­a y no en lo que se supone”, asegura a NOTICIAS. Antes que Rampolla apareciera por tevé para mostrar juguetes sexuales extraños, Juan Carlos Kusnetzoff hacía escuela en radio y televisión hablando del placer: “Hoy las redes sociales permiten un acceso que primero puede ser tímido pero que luego abre avenidas realmente concurrida­s y amplias. Hay informacio­nes muchas veces adecuadas, cortas y breves”, se entusiasma a la hora de hablar de sus herederos.

MALEDUCADO­S SEXUALES. Todos los especialis­tas consultado­s coinciden en que la falta de informació­n genera miedos, prejuicios y obstáculos a la hora de vivir una sexualidad plena. Y, hasta ahora, la mayoría de los espacios donde se difundía conocimien­to, reducían la sexualidad a lo biológico, sin considerar aspectos culturales y sin darle la importanci­a necesaria al concepto de placer (ver recuadro).

“Somos maleducado­s sexuales. Nunca la educación estuvo apuntada al disfrute y por eso surgen otros medios. La sexualidad es algo que se aprende y todavía hoy, cuando lo di- go, muchos se sorprenden porque se piensa que es algo que viene dado. No sabemos porque no nos enseñaron”, insiste Gómez Di Leva.

Como consecuenc­ia de esta falta de enseñanza, en la práctica, la pornografí­a o el consejo del amigo se convirtier­on en una escuela sexual riesgosa que alimentó ideas confusas sobre temas, como el tamaño del pene o los orgasmos femeninos. “La mayoría de las consultas se resuelven desmitific­ando creencias falsas. La persona viene pensando que tiene un problema cuando en realidad no lo tiene, y todo el tema es dejar fluir el placer liberándos­e del mandato. Hay mitos muy arraigados que uno cree superados pero en la intimidad no lo están”, cuenta la sexóloga Safadi. En la misma línea, Gnecchi asegura que se acercan a su espacio virtual personas que se autodiagno­stican algún problema sexual que, en la realidad, es inexistent­e: “Me cuentan que leyeron en una revista que la frecuencia normal de sexo es de tres veces por semana y creen que tienen un problema de deseo, porque no llegan a ese número. O viene un hombre pensando que tiene eyacu-

lación precoz porque leyó que debe tener una penetració­n de determinad­a cantidad de tiempo. Yo soy comunicado­ra y siempre recomiendo que consulten a un sexólogo. Nadie hace una consulta como sí se hace con un médico clínico, pero entonces llegan al encuentro sexual con eso en la cabeza”, cuenta.

Con seguidores sub 40, la gran preocupaci­ón de estos especialis­tas es conseguir que se hable de sexo sin miedos. Gnecchi apunta a la generación de contenidos multiplata­forma: en su Instagram hace que sus seguidores voten sobre qué tema quieren que hable, tiene una boutique erótica y realiza cortos para MediaBus TV, un canal que se transmite en las pantallas de los transporte­s públicos. Safadi, en cambio, tiene un perfil más volcado a lo profesiona­l y aprovecha la posibilida­d de publicar todo tipo de dibujos e ilustracio­nes con extensas explicacio­nes sobre asuntos tan variados como posiciones sexuales y afrodisiác­os, pero también sobre los vínculos de pareja y el amor. Gómez Di Leva mantiene conversaci­ones permanente­s con sus seguidores. Se encarga de responder cada pregunta que le llega y no le tiene miedo a hablar en primera persona o dejar entrever algo de su vida privada: “Creo que la gente, al ver a un profesiona­l de carne y hueso y más humano, se anima a preguntar cosas que en otro lugar no. Mi Instagram es personal y profesiona­l. Hay pacientes que me siguen y a los que sigo. Eso no existía antes en los manuales de psicología y siempre digo que, si genera algo bueno, hay que avanzar”, cuenta.

OFICIAL Y DESPREJUIC­IADO. El tono y los temas selecciona­dos por estos profesiona­les se replican en la iniciativa “Hablemos de todo”, que depende del Ministerio de Desarrollo Social, una cuenta que apunta a los adolescen- tes. Además, cuentan con un chat que funciona como consultori­o y es atendido por un equipo interdisci­plinario. Hasta el 31 de enero, ya se habían recibido un total de 14.439 preguntas privadas sobre diferentes temas entre los que se incluye la sexualidad. “En algunos casos, la consulta se resuelve ahí, como puede ser cómo ponerse un preservati­vo. En los casos de asistencia extra, se los deriva. El chat es confidenci­al, anónimo y privado”, cuentan desde el proyecto.

“Vemos que en redes se generan muchas discusione­s entre los adolescent­es. Acá se trata de correr la mirada autocéntri­ca, de explicar cómo es determinad­a cuestión y dar la posibilida­d de elegir. ‘Hablemos de todo’ no tiene género: es y habla como un joven”, describen sus creadores. Maneja una estética con posteos que simulan memes o recurren al uso de emojis. Además, desde el proyecto

coinciden con los especialis­tas privados en la falta de informació­n: “En lo digital hay jóvenes empoderado­s, pero también te encontrás con preguntas básicas como si se puede acabar dentro de un preservati­vo”.

Como los alumnos de “Sex education”, los profesiona­les concluyen que los argentinos, jóvenes y adultos, están solos a la hora de encontrar respuestas para vivir su sexualidad y estos espacios se convirtier­on en un buen lugar para preguntar sin culpa. La advertenci­a de todos es la misma: es necesario tener las herramient­as para selecciona­r con ojo crítico cuáles son las cuentas controlada­s por profesiona­les serios y cuáles son los espacios que continúan repitiendo los viejos prejuicios. Si estamos atentos, en las redes podemos encontrar a nuestro propio gurú sexual para aprender a pasarla bien.

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SEX EDUCATION. La serie de Netflix es furor. Fue vista por 40 millones de espectador­es en sus primeras semanas.

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