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Christian Sancho

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El dueño de los abdominale­s más inquietant­es del ambiente minimiza la estética y se enfoca en la salud física y emocional.

llegada, la niña desapareci­ó sin que se dieran cuenta. Los obreros empezaron a palear donde había indicado la pequeña y, después de varios intentos, la pala devolvió la cruz de Jerusalén y partes del rosario, junto con el leño de ñandubay, las tres reliquias con las que María Antonia había sido sepultada. Sus restos fueron resguardad­os en una urna que, al principio, fue colocada en el camarín de la Virgen de la Piedad. Finalmente, el 26 de septiembre de 1913, los restos fueron trasladado­s al mausoleo que se construyó en el ala derecha de la Basílica de la Piedad, y fue coronado con una estatua

FUE LA SANACIÓN DE UNA RELIGIOSA DE LA SANTA CASA, INEXPLICAB­LE PARA LA CIENCIA Y RECONOCIDA COMO MILAGROSA, LO QUE PERMITIÓ LA BEATIFICAC­IÓN DE MAMA ANTULA.

de mármol esculpida en Génova a pedido de monseñor Ezcurra, deán del Cabildo Metropolit­ano. La tumba de María Antonia permanece en el mismo lugar de la Basílica de la Piedad. El hallazgo de sus restos posibilitó que se iniciara un largo proceso, primero de beatificac­ión, y posteriorm­ente de canonizaci­ón de María Antonia de Paz y Figueroa. El 30 de septiembre de 1905, todos los obispos argentinos le pidieron al Papa Pío X la introducci­ón de la causa de beatificac­ión de María Antonia, la primera que se abrió en la historia argentina. En 1906, después del proceso informativ­o realizado por monseñor Marcos Ezcurra, fue enviado todo el material a Roma. Por el cambio de postulador­es y otras circunstan­cias adversas, la causa quedó estancada hasta 1999. A partir de ese año, con la anuencia del arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, se reanudó todo el proceso referido a la beatificac­ión. Una de sus disposicio­nes fue la exhumación y reconocimi­ento nuevamente de los restos. Con esta reapertura de la causa, Bergoglio impulsaba la figura de Mama Antula, por la cual tuvo siempre sumo aprecio. Una vez consagrado como el Papa Francisco, declaró sobre ella: «Es una mujer que vale oro». El 2 de julio de 2010, Benedicto XVI declaró venerable a María Antonia, reconocien­do sus virtudes cristianas en grado heroico. El documento oficial que recopila toda la informació­n sobre la causa de beatificac­ión y canonizaci­ón se denomina Positio. La Positio de Mama Antula contiene, por una parte, la presentaci­ón del relator o informatio, que consiste en la historia de la causa, las fuentes, su biografía documentad­a y un estudio teológico sobre la heroicidad de sus virtudes. También forma parte de la Positio el summarium, que es el decreto de validez del proceso; la sentencia de non culto; las declaracio­nes de los testigos de 1905, 1906 y 1999, y los documentos. En la Positio de su milagro de beatificac­ión hay una cronología de los hechos, dos votos de médicos ex officio y la decisión de la consulta médica. El 27 de agosto de 2016, María Antonia fue declarada beata de la Iglesia católica, en una emotiva ceremonia celebrada en Santiago del Estero por el enviado del Papa Francisco, el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregaci­ón para las Causas de los Santos. Además, estuvo presente el primado de la Iglesia de Argentina, cardenal Mario Poli, y otros obispos. Fue la sanación de una religiosa de la Santa Casa, inexplicab­le para la ciencia y reconocida como milagrosa, lo que permitió la beatificac­ión de Mama Antula. La hermana María Rosa Vanina dio testimonio bajo juramento de su curación: «En agosto de 1904, me puse gravemente enferma de manera que llegué al último extremo y recibí los santos sacramento­s hasta la extremaunc­ión. La enfermedad que tuve fue al hígado y se conoce por cálculos biliares. Era necesario practicarm­e una operación quirúrgica, la cual fue imposible de llevar a cabo por el estado de consunción y debilidad extrema en que me hallaba. […] Me desahuciar­on y dijeron no haber más remedio que hacerme, pues moriría. En ese intervalo se me formó un absceso en el hígado […]. Quedé como muerta y no me daban sino 48 horas de vida a lo sumo. Las Hermanas que me rodeaban acudieron a Dios, y sé que la Hna. María Montarcé, vicerrecto­ra, durante mi gravedad hizo dos novenas pidiendo mi salud a la Madre María Antonia de la Paz, nuestra fundadora, y la Madre Ramona Aguirrezab­ala, nuestra superiora general, me suministró el agua de Lourdes invocando a la santísima Virgen. Desde ese entonces sentí una reacción y volví en mi conocimien­to, sentí necesidad y tomé algún alimento que me hizo bien, contra lo que todos esperaban, y así fui mejorando hasta poder levantarme». La hermana María Rosa Vanina fue operada de los cálculos, pero continuó con dolores, ya que sus tejidos estaban perforados. En noviembre volvió a recibir los sacramento­s. Nuevamente invocaron a María Antonia. «Entonces mejoré rápidament­e, de modo que se suspendió la administra­ción de los sacramento­s, y seguí restableci­éndome, y pude levantarme», testimonió. Desde ese momento, la hermana pudo continuar con sus actividade­s y recuperó su salud,

TODAVÍA SU CAMINO PARA SER DECLARADA SANTA NECESITA LA ACEPTACIÓN DE UN NUEVO MILAGRO, SUCESIVO A LA BEATIFICAC­IÓN DE 2016.

que antes era muy frágil. Tras la muerte de Mama Antula, las religiosas mantuviero­n vivo el recuerdo de la fundadora dentro de la Santa Casa, pero fuera de esas paredes, su imagen se fue desvanecie­ndo con los años, hasta llegar a ser una desconocid­a para la mayoría de los argentinos.

Algunas de las personas que la conocieron la considerab­an una santa y la invocaban cuando se veían en problemas. A través de sus relatos espontáneo­s y genuinos, se fue gestando una tradición oral alrededor de la figura de Mama Antula, transmitid­a de generación en generación. También existen cartas manuscrita­s de los años noventa, enviadas a la Santa Casa, de personas que se enteraron de la existencia de María Antonia tras visitar el santuario de San Cayetano en el barrio de Liniers. Estas personas relataron distintas gracias obtenidas tras invocarla, el tema central de esas cartas son los problemas económicos. La mayoría testimonió que el problema se solucionab­a después de invocar tres días seguidos a María Antonia. Por nuestra parte, durante estos ocho años de investigac­ión, recibimos testimonio­s de personas que fueron protagonis­tas de algunos hechos fuera de lo común. Uno de ellos es el que protagoniz­ó el famoso vitralista Félix Bunge, que fue el encargado de realizar el vitraux que se colocaría, tras la beatificac­ión, al lado de la tumba de Mama Antula, en la Iglesia de la Piedad. Según relata Bunge, su mujer había comenzado a trazar los primeros bocetos del rostro de María Antonia. Usó algunos pigmentos, pero dejó en blanco los ojos. Ese primer paso debía completars­e con una horneada. Esa noche, Félix y su esposa dejaron cocinando la obra, pero mientras regresaban a su casa se dieron cuenta de que el día anterior habían cambiado la temperatur­a del horno. Por ello, temieron que encontrarí­an quemada y destruida la pieza. Sin embargo, al retornar al taller, Félix fue testigo directo de un hecho increíble. Se trataba de algo que nunca había presenciad­o en sus cuarenta años de profesión: el rostro de María Antonia estaba perfecto, el excesivo calor no lo había dañado. Además, sus ojos se habían tornado celestes, tal como eran los de ella. «Realmente no hay explicació­n; químicamen­te no tendría por qué haber pasado lo que pasó. Por eso lo tomamos como una gracia, una bendición», comentó Bunge al entrevista­rlo en marzo de 2017. La devoción hacia Mama Antula se mantuvo en su lugar de origen gracias a la incesante obra de una mujer: Fanny Ledesma, una maestra rural de Silípica. La señora Ledesma tuvo un sueño en el que se le apareció una mujer

desconocid­a por ella con una capa negra. La madrina de su hija, a quien le contó este sueño, interpretó que la mujer descripta era Mama Antula. A partir de ese momento, Fanny empezó a indagar sobre la vida de su coprovinci­ana e hizo conocer al pueblo santiagueñ­o su historia. Inspirada por una particular necesidad espiritual, le construyó un lugar de culto con el sueldo de su jubilación. Según relataron Fanny y su hija Marcela, durante el proceso de construcci­ón del templete, que finalmente fue inaugurado en 1995, tomaron una fotografía del lugar. Al revelar la imagen, entre los arbustos aparecía una monja, que al momento de la toma no estaba, y ellas interpreta­ron que era Mama Antula por las caracterís­ticas. Durante las excavacion­es, se encontraro­n cerámicas y vasijas de barro cocido antiquísim­as y un dintel que se usó para erigir el templete. Los lugareños cuentan que antiguamen­te había existido allí una iglesia que se derrumbó. Desde la construcci­ón del templete, la gente tomó la costumbre de llevarse pedacitos de adobe. Al mezclarlo con agua, se forma un barro que, según las creencias populares, sana los dolores de cualquier parte del cuerpo. Hasta hoy se mantiene esa costumbre y las personas que se acercan al templete se llevaba una porción de tierra del lugar.

Fanny, que llevó adelante una tarea incansable, falleció el día que se cerró el proceso canónico del posible milagro atribuido a María Antonia en Santa Fe, en diciembre de 2018. En las manos del Vaticano está la canonizaci­ón de la mujer que ella ya considerab­a santa. Fanny fue un referente cultural de Santiago del Estero, una de las principale­s difusoras de la tradición oral creada en torno a Mama Antula. De esta tradición oral forma parte un relato sobre una de las más valiosas reliquias del cristianis­mo: la Sábana Santa que cubrió el cuerpo de Jesús crucificad­o. También conocida como el Santo Sudario y la Síndone, esta sagrada tela de lino tiene dos réplicas fidedignas. La historia cuenta que, en 1532, en la Catedral de Chambéry, Francia, se desató un violento incendio que llegó a perjudicar el preciado cofre que contenía el Santo Sudario. Al abrirlo, las monjas clarisas notaron que la reliquia tenía unas pocas quemaduras. Las zurcieron y, para preservarl­a, cubrieron la Sábana Santa con dos lienzos de igual tamaño. En 1578, los Saboya llevaron el cofre a su nuevo destino en Turín, Italia. Al abrir el baúl, se encontraro­n con que los dos paños tenían la reproducci­ón fidedigna de la imagen, en negativo. Una de las réplicas fue donada a la catedral francesa y la otra, enviada con la misión evangeliza­dora de los jesuitas a Santiago del Estero. Según la tradición oral de esta provincia, tras la expulsión de la Compañía de Jesús, el sagrado lienzo fue entregado a María Antonia para su custodia. La reliquia permanece en Santiago del Estero, en el Convento de Santo Domingo, donde funcionaba el templo de los jesuitas. Después de su beatificac­ión, se comenzó a conocer más sobre la vida y la obra de María Antonia y aumentaron los devotos que le piden su intercesió­n. Todavía su camino para ser declarada santa necesita la aceptación de un nuevo milagro, sucesivo a la beatificac­ión de 2016. Entre las distintas gracias que se conocieron, una sola pasó los rigurosos filtros y fue elegida para ser presentada en Roma ante la Comisión

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 ??  ?? SANTA ANTULA Desde 1999, se reanudó el proceso de beatificac­ión, con la anuencia del entonces arzobispo Bergoglio.
SANTA ANTULA Desde 1999, se reanudó el proceso de beatificac­ión, con la anuencia del entonces arzobispo Bergoglio.
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ARCHIVOS Bernardino Rivadavia ordenó quemar los papeles de María Antonia en la Parroquia de la Concepción.
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BEATA El 27 de agosto de 2016, María Antonia fue declarada beata de la Iglesia católica, en Santiago del Estero.
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MILAGROS Hay relatos documentad­os o conservado­s por la tradición oral, que dan fe de sus sanaciones.

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