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Silvia Gold: dirige la fundación Mundo Sano y es activista contra las enfermedad­es de la pobreza. Contrarres­tar el Chagas y conciencia ciudadana.

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EL PAPA FRANCISCO ES QUIEN PUEDE HACER SANTA A LA MUJER QUE REZÓ Y TRABAJÓ PARA QUE EL LEGADO JESUITA NO MURIERA. ELLA PEDÍA POR EL REGRESO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.

para las Causas de los Santos. El presunto milagro tiene como protagonis­ta a Claudio Perusini, cuya historia personal resulta extraordin­aria debido a los lazos que lo unen a las personas involucrad­as. En primer lugar, el protagonis­ta es un exalumno del Papa Francisco. Y no se trata de un alumno más, ya que con el tiempo pasó a ser un gran amigo de Bergoglio. El primer encuentro entre ambos tuvo lugar en Santa Fe, cuando Perusini acompañó a un sacerdote hasta esa ciudad. Bergoglio, que por entonces era superior de los jesuitas, los recibió a todos con mucha cordialida­d y los invitó a comer a su casa. Perusini guardó de manera imborrable el recuerdo de Bergoglio cocinando para el grupo una tortilla de Papa. Desde ese momento, Claudio decidió entrar en el Seminario de la Compañía de Jesús. En los primeros años del noviciado, a final de los años setenta, era el cocinero. Él recuerda que todos los sábados y domingos el profesor Bergoglio lo ayudaba a cocinar, esa era una pasión que los unía. Bergoglio era, además, su confesor y director espiritual. Sin embargo, la relación entre los dos no fue fácil: tenían discusione­s que llegaban hasta la pelea, con un lenguaje un poco subido de tono. Todo eso ocurría porque Claudio quería ser sacerdote, pero Bergoglio no veía en él los atributos necesarios. De hecho, le decía: «No sos para esto. Tenés que ser feliz. Y acá no lo vas a ser». Se peleaban porque Perusini insistía y quería seguir adelante. Entonces Begoglio lo palmeaba y le decía: «Andate. Yo te voy a bautizar a los chicos». Jorge Bergoglio le marcó el camino y Claudio tomó su propia decisión: se fue a un lugar de la Patagonia, se casó con María Laura y tuvieron dos hijos. Durante el año 2017, mientras Claudio se encontraba en Santa Fe por una cuestión familiar, tuvo un accidente cerebrovas­cular que lo dejó en estado vegetativo. Podía permanecer así el resto de su vida o morir. Para los médicos, no existía una tercera posibilida­d. Pero un amigo jesuita llevó a la clínica una estampita de Mama Antula y empezó a rezarle pidiendo un milagro. De repente, su condición se revirtió, y Claudio recuperó todas sus funciones vitales. Esta sanación que no tiene explicació­n médica fue considerad­a un posible milagro. El 13 de abril de 2018, en Santa Fe, monseñor Arancedo les tomó juramento a las personas designadas para llevar adelante la investigac­ión canónica de esta curación y el 18 de diciembre se cerró el proceso con una misa de Acción de Gracias. Los sobres lacrados con los documentos del supuesto milagro fueron enviados a Roma para la evaluación de la Junta Médica y de la Comisión para las Causas de los Santos. El Papa Francisco, que es el encargado de dar el veredicto final, fue una figura indispensa­ble en todo este proceso. Es quien puede hacer santa a la mujer que rezó y trabajó para que el legado jesuita no muriera. Mama Antula pedía constantem­ente el regreso de la Compañía de Jesús. Y la orden resplandec­ió con su máximo brillo con la elección del primer Papa jesuita de la historia. Mientras escribimos el final de este libro, en el Vaticano se está evaluando el presunto milagro. Sería una grata sorpresa que una mañana de estas nos despertára­mos con la noticia de que la Argentina tiene su primera santa. María Antonia de Paz y Figueroa. Mama Antula. Una mujer rebelde, laica y desconocid­a.

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