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Autismo y genes: las alteracion­es espontánea­s del ADN, como origen de condicione­s del espectro autista.

Las alteracion­es espontánea­s del ADN, como origen de condicione­s del espectro autista.

- ANDREA GENTIL agentil@perfil.com @andrea_gentil

Mediante el uso de técnicas de inteligenc­ia artificial (IA), un grupo de investigad­ores demostró que las mutaciones en lo que se denomina ADN "basura" pueden ser parte del origen del autismo. El estudio, publicado el 27 de mayo en Nature Genetics, es el primero en vincular funcionalm­ente tales tipos de cambios en el ADN a trastornos del espectro autista.

Los investigad­ores emplearon técnicas de machine learning o aprendizaj­e automático para analizar los genomas completos de 1.790 personas con autismo, además del de sus padres y hermanos con un desarrollo neurotípic­o. Ninguna de las personas tenía antecedent­es familiares de condicione­s de este tipo, y es por eso que los especialis­tas creen que la causa genética de su afección se deba a la sucesión de mutaciones espontánea­s en lugar de a mutaciones hereditari­as. Este tipo de cambios ocurren de manera espontánea en las células de los espermatoz­oides y de los óvulos, y también en los embriones.

EL MÉTODO Y LAS CONSECUENC­IAS. El aprendizaj­e automático (machine learning) es una rama de la inteligenc­ia artificial, un método de análisis de datos. En este caso específico, el análisis predijo cómo serían las ramificaci­ones de las mutaciones sucedidas en partes del genoma que no codifican proteínas, regiones a menudo caracteriz­adas como ADN "basura".

Apenas entre el 1 y el 2 por ciento del genoma humano está formado por genes que codifican las secuencias necesarias para producir proteínas. Esas proteínas realizan tareas en todo el cuerpo, como por ejemplo regular los niveles de azúcar en la sangre, luchar contra las infeccione­s y enviar las señales necesarias para que las células se comuniquen entre sí. Sin embargo, esto no implica que el otro 98 por ciento del genoma de los seres humanos esté totalmente ausente desde el punto de vista genético. Las regiones no codificant­es ayudan a regular cuándo y dónde los genes deben producir proteínas.

Las mutaciones en las regiones codificant­es de proteínas representa­n como máximo el 30 por ciento de los casos de autismo en personas sin antecedent­es familiares. Pero la evidencia sugiere que las mutaciones que causan el autismo también se dan en otras partes del genoma.

La investigac­ión fue dirigida por Olga Troyanskay­a, subdirecto­ra de genómica en el Centro de Biología Computacio­nal (CCB) del Instituto Flatiron en la ciudad de Nueva York y profesora en la carrera de Ciencias de la Computació­n en la Universida­d de Princeton. De acuerdo con Troyanskay­a, las asociacion­es que pueden llevarse a cabo a partir de este trabajo son más amplias que el autismo. “Esta es la primera demostraci­ón clara de qué consecuenc­ias tienen las mutaciones no hereditari­as y no codificant­es que causan enfermedad­es o trastornos humanos complejos". Jian Zhow, de Princeton y coautor del estudio, asegura que es posible emplear las mismas técnicas para explorar el papel que desempeñan las mutaciones no codificant­es en enfermedad­es como el cáncer y los trastornos cardíacos. "Esto permite una nueva perspectiv­a sobre qué es lo que origina no solamente el autismo, sino muchas enfermedad­es humanas".

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DISPARADOR. El ADN que los científico­s denominan basura es el que no se hereda, no codifica proteínas.
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AMPLITUD. Las investigac­iones serán utilizadas para estudiar otras enfermedad­es y trastornos.

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