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Rating lágrima

En el programa se buscan historias que apelen a la emoción para generar impacto en la audiencia. TV posverdad.

- DELFINA TREMOUILLE­RES @dtremou

Santiago del Moro fija su mirada en los ojos de una participan­te y la escucha. Ella, sin dejar de llorar, cuenta su historia: es madre soltera de tres hijos, sostén de familia y vende pastafrola­s para sobrevivir. Está en el programa para poder darles de comer. Su sueño es llenar la heladera. “Sos una luchadora de la vida”, le dice el conductor que, para ese punto del relato, ya se había quebrado. La emoción es un factor clave del éxito de “¿Quién quiere ser millonario?” (Telefe) y los números lo prueban. La historia de Lis Caldas, esa mujer que se presentaba ante miles de televident­es para tener comida en la heladera, fue uno de los primeros picos de rating que tuvo el reality, 16 emisiones después de su comienzo. Desde entonces, se fueron sumando personajes que apelaban a la conmoción y promediaro­n entre 12 y 13 puntos, llegando a máximos de 14 con las historias más duras.

“Es un muy buen producto precisamen­te por el manejo de la emoción en un contexto que privilegia el tratar de salir airoso frente a determinad­as crisis, problemas personales y económicos en los cuales todos nos sentimos identifica­dos. Se activa una empatía comunicati­va fundamenta­da en la solidarida­d, el reconocimi­ento del dolor ajeno que siempre se compara con la pena propia”, explica Natalio Stecconi, analista de medios y opinión pública.

CRISIS. Casi todos los relatos tienen un punto en común: los problemas se profundiza­n por el contexto económico del país. Mario Rodolfo Frati Saavedra, más conocido como Fito, un fotógrafo que tuvo épocas de lujo pero vive en la calle desde hace seis años, dio que hablar. “A veces sueño con el sonido del mar, como en la casa donde yo vivía en Uruguay. Después me doy cuenta de que estoy durmiendo al lado de Panamerica­na y digo: hay que acomodarse”, contó a Del Moro. Unos días después se presentó Constanza Dolores, una mujer trans que tuvo que reprimirse durante 40 años y recién cuando murió su madre pudo asumirse como tal. Pero fuera del seno familiar siguieron las complicaci­ones y no puede conseguir trabajo por la discrimina­ción: “No importa el currículum que tenga. Te miran de pies a cabeza y, cuando te diste vuelta, lo tiraron a la basura”, explicó. El programa siguiente causó un gran revuelo en las redes y hasta tuvo repercusió­n en el Gobierno. Marina Simian, una bióloga del CONICET, fue a jugar para conseguir insumos para investigar la cura del cáncer dado que el organismo no recibe subsidios. Semanas más tarde, participó Federico Langone, un bombero voluntario que quería el premio para ayudar a solventar los gastos del cuartel en el que trabaja. “Hay dos factores clave. Primero, el aspecto monetario. Los premios son muy importante­s. Por otra parte, el manejo de la sensibilid­ad a flor de piel que tenemos todos en contextos de crisis. No son programas en donde se premie lo aleatorio, el azar. Hay una idea de esfuerzo: la persona que va avanzando en ese programa, dentro de un contexto crítico, va saliendo airosa precisamen­te por algún tipo de mérito. Como todo contexto crítico lo supone, tenemos que salir haciendo propios méritos”, analiza Stecconi.

LA FÓRMULA. La nueva faceta de Santiago Del Moro, alejado de los escándalos de “Intratable­s” y mostrando un perfil más sensible y afectuoso, es fundamenta­l para generar empatía con el público. Aprovecha los relatos de los participan­tes para hacer una serie de preguntas y reflexione­s, y levantarle­s el ánimo. Sus palabras son esenciales para generar identifica­ción y a ellas se suman otros recursos clásicos de los programas de entretenim­iento que anclan la emoción. La música melancólic­a o de tensión, según la

“A TODO AQUELLO QUE VA SUCEDIENDO SE LE BUSCA LA VUELTA PARA QUE SEA INTERPRETA­DO EMOTIVAMEN­TE”

situación; el momento casi eterno entre la respuesta del participan­te y la solución; la presencia del público que muchas veces cuenta con familiares o amigos que condimenta­n las historias. Todo está cuidadosam­ente trabajado desde el casting. La producción, además de las preguntas de conocimien­to y cultura, investiga cada caso y busca historias que dejen enseñanzas. El objetivo: encontrar gente común que tiene algo para contar, y que genera empatía. “Se habla de kitsch, que es cuando un determinad­o tipo de mensaje no te deja lugar a que lo puedas interpreta­r ambiguamen­te. A todo aquello que va sucediendo se le busca la vuelta para que sea interpreta­do emotivamen­te”, explica Stecconi.

COMPASIÓN. Gajes de la época, en la era de la posverdad, la comunicaci­ón está atravesada por la sensibilid­ad. Desde los políticos, que apelan a la emotividad y al contacto en sus discursos, hasta las redes sociales, en donde la primera persona y las anécdotas o fracasos íntimos generan más engagement que cualquier otra cosa; pasando por la publicidad y los libros de autoayuda, siempre dentro de los best seller. En ese sentido, “¿Quién quiere ser millonario?” está a la orden del día. El lunes pasado presentaro­n a una mujer cuya historia de vida prometía ser superadora y dio sus frutos: alcanzó los 14.1 puntos de rating, uno de los más altos desde que q empezó. p Esta vez lo loaltoseco­nómico económico no fue lo lozpór.iEmsotradv­iaelz. primordial. Eliana Lucía Manzo, una bailarina no vidente cuyo sueño era ser actriz, contó todos los obstáculos que tuvo que atravesar para poder cumplirlo. Después de haber estado internada tres veces, y con un diagnóstic­o de una enfermedad neurológic­a que no está especifica­da, decidió luchar para conseguir sus objetivos. Aunque iba a castings, la discrimina­ban por no poder ver. Pero logró reinventar­se y, gracias a la ayuda del actor fallecido Lito Cruz, encauzó su camino profesiona­l participan­do en la obra “La Otra”. Atento, el conductor aprovechó su discurso para dejar una reflexión a los espectador­es: “Te escucho hablar y sos positiva, brillante, tenés una energía hermosa. Sos un canto de esperanza", acotó.

Mirando siempre a cámara, y en busca de la complicida­d, Del Moro entendió a la perfección la táctica para traspasar la pantalla. “Este programa tiene mucho que ver con lo que soy yo en la vida: soy cero prejuicios­o. Me gusta cuando a la gente le va bien, empatizo rápido y no soy rebuscado. Por eso este formato me ayuda. La gente se emociona mucho por el clima que se da. Cuando empieza a ganar dinero, empieza a pensar el recorrido de su vida, quién les pudo dar una mano. Por eso toca las fibras de la emotividad, pero se dio orgánicame­nte", concluye Del Moro a NOTICIAS.

 ??  ?? Sostén de familia, y madre de tres hijos, fue al programa para llenar la heladera. Fotógrafo, vive en la calle hace seis años y buscó el premio para poder salir de allí. Es trans y busca empleo hace años, pero no lo consigue por la discrimina­ción.
Sostén de familia, y madre de tres hijos, fue al programa para llenar la heladera. Fotógrafo, vive en la calle hace seis años y buscó el premio para poder salir de allí. Es trans y busca empleo hace años, pero no lo consigue por la discrimina­ción.
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FOTOS: DEL MORO. Muestra su perfil más sensible y genera empatía con el público.
 ??  ?? Participó para conseguir insumos para investigar la cura del cáncer en el CONICET. El bombero fue a jugar para colaborar con los gastos del cuartel en donde trabaja. Se quedó ciega a los 15 años y cumplió su sueño de ser actriz tras una larga lucha.
Participó para conseguir insumos para investigar la cura del cáncer en el CONICET. El bombero fue a jugar para colaborar con los gastos del cuartel en donde trabaja. Se quedó ciega a los 15 años y cumplió su sueño de ser actriz tras una larga lucha.

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