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Autoayuda financiera contemporá­nea: el emprendedo­rismo es visto cada vez más como una condición del yo que pueden poseer tanto el fundador de una gran empresa como una conductor de Uber. Sin importar cuál sea su actividad o clase social, el individuo se v

- Por DANIEL FRIDMAN*

El emprendedo­rismo es visto cada vez más como una condición del yo que pueden poseer tanto el fundador de una gran empresa como una conductor de Uber. Sin importar cuál sea su actividad o clase social, el individuo se ve exigido a transforma­rse en un “empresario de sí mismo”.

Como todo concepto amplio que procure incluir un conjunto de componente­s heterogéne­os, el término “autoayuda financiera” no es perfecto. Básicament­e, abarca los elementos que tradiciona­lmente se consideran pertenecie­ntes al “género de la autoayuda” (recursos −incluidos libros, videos, clases, reuniones grupales, grabacione­s de audio, etc.− cuyo objetivo reside en mejorar algún aspecto de la vida), pero solo aquellos dirigidos al ámbito de las finanzas personales. Es evidente que algunas instancias quedan excluidas de esta definición: un libro que trate sobre cómo mejorar la vida amorosa o un programa para mejorar la imagen corporal se inscriben en el género de la autoayuda, pero, sin duda, no de la autoayuda financiera. Un libro de texto sobre microecono­mía pertenece al universo del conocimien­to económico y financiero, pero nadie lo considerar­ía de autoayuda. Otros casos, en cambio, son más difíciles de clasificar. Hay algunos recursos para la autoayuda que tocan el tema de la prosperida­d y el progreso económico, pero no hacen de las cuestiones económicas su foco principal. También existen, por ejemplo, talleres

y sitios web de capacitaci­ón para operar en el mercado de valores que podrían no ser de autoayuda per se, aunque constituye­n recursos importante­s que gozan de gran popularida­d entre los usuarios de la autoayuda financiera.

Definir un conjunto de límites estrictos en exceso no resultaría productivo. Utilizo el término “autoayuda financiera” para identifica­r un conjunto muy fluido de recursos culturales, prácticas, técnicas y conocimien­tos que constituye más un híbrido que un ámbito con fronteras claras.13 Prefiero no definir el campo de la autoayuda financiera por sus 13 En su estudio acerca de los libros de superación personal contemporá­neos, la socióloga Micki McGee reconoce las dificultad­es de definir límites claros en el caso del género de la autoayuda. Muchos libros cuyos autores no los consideran de autoayuda han terminado integrando listas de títulos de ese límites y hacerlo, en cambio, por la presencia, con diversos grados de predominio, de tres rasgos: a. Un componente económico técnico: conocimien­to técnico más o menos vinculado con la inversión y la contabilid­ad profesiona­les. b. Un componente emocional o motivacion­al: técnicas del yo empleadas para diagnostic­ar y producir cambios en las

disposicio­nes, las actitudes y la conducta con el fin de enfrentar los temores y las emociones vinculadas con la planificac­ión económica, en particular en lo atinente a la toma de riesgos, el manejo de las finanzas personales y los pensamient­os acerca del dinero. c. Un componente sociológic­o: teorías sociales sobre el funcionami­ento del mundo (la economía, la estructura de clases sociales, etc.) y sobre cuáles deben ser los objetivos de las personas en tales circunstan­cias.

Al aplicar esta definición, es posible clasificar los recursos para la autoayuda financiera no en función de si se encuentran dentro o fuera de un universo delimitado, sino por su proximidad o distancia de un centro.

En ese epicentro, se encuentra el trabajo de Robert Kiyosaki y los grupos inspirados por él. Los productos elaborados por Kiyosaki combinan, sin duda, esas tres dimensione­s. El autor provee recursos para incrementa­r lo que denomina “inteligenc­ia financiera”, como capacitaci­ón en bienes raíces y herramient­as contables; alienta a sus lectores a revisar su crianza y su subjetivid­ad para identifica­r las partes de su yo que obstaculiz­an su progreso financiero; y ofrece una explicació­n del cambio operado en las sociedades capitalist­as, de la “era industrial” a la “era de la informació­n”.

Otros gurúes combinan los tres componente­s en formas diferentes y con distintas intensidad­es.

La autoayuda financiera toma prestados buena parte de su discurso y sus saberes de varias formas de conocimien­to relacionad­as, algunas de las cuales gozan de una legitimida­d mayor que otras, entre ellas la economía y las finanzas, el coaching, la bibliograf­ía sobre éxito corporativ­o, finanzas personales, inversione­s profesiona­les, programaci­ón neurolingü­ística, liderazgo y psicología. Todos estos campos son autónomos; los autores del género de la autoayuda financiera recurren a ellos con frecuencia en busca de legitimida­d para sus afirmacion­es. Si bien todos ellos están relacionad­os con la autoayuda financiera, se los debe diferencia­r. La bibliograf­ía sobre éxito corporativ­o, por ejemplo, se vincula estrechame­nte con la autoayuda financiera en su promoción de la estrategia individual y el pensamient­o positivo. No obstante, si bien la autoayuda financiera adopta de ella algo de su tono, desestima de manera explícita el entorno corporativ­o como sitio adecuado para la búsqueda del éxito financiero.

En otras palabras, no considerar­ía útil ningún recurso que ayude a las personas a alcanzar el éxito dentro de una empresa. La libertad financiera, meta de este tipo de autoayuda, radica, precisamen­te, en liberarse de las restriccio­nes de ese mundo, no en dominar el modo de ascender en el escalafón empresaria­l.

El campo de las finanzas personales o las finanzas del hogar se encuentra muy próximo a la autoayuda financiera. Ambos promueven un presupuest­o familiar equilibrad­o y prácticas minuciosas de registro de gastos. Sin embargo, la autoayuda financiera no es solo finanzas personales: promueve la autorregul­ación en las prácticas de gasto solo como una parte de la búsqueda de riqueza, éxito y, en última instancia, libertad financiera. Lograr un presupuest­o equilibrad­o y finanzas personales saludables se considera un objetivo muy limitado, quizás un paso en el camino hacia la libertad financiera y una señal de incremento de la inteligenc­ia financiera. Pero, para autores como Kiyosaki, solo los “perdedores” se conformarí­an con esa única meta.

Quienes no conocen este género muchas veces creen que los libros de autoayuda financiera no son más que una versión más elegante de los viejos y conocidos programas para hacerse rico rápidament­e ( get- rich-quick schemes), por lo general dudosos y fraudulent­os. Sin embargo, tanto los autores como los líderes de los grupos y los usuarios en general destacan que no se trata de eso. Surge así una paradoja. Aquellos programas están presentes en el mundo de los usuarios y entusiasta­s de la autoayuda financiera. Abundan los infomercia­les que se emiten a última hora por televisión en los que se promete que, sin conocimien­tos financiero­s y con solo hacer clic en algunos botones, es posible hacerse rico en poco tiempo. También pululan los esquemas piramidale­s que prometen multiplica­r el ingreso de la noche a la mañana. Si bien esos programas emplean muchas veces discursos similares, tienen poco que ver con el discurso central de la autoayuda financiera que examino en este libro. Ambos enfoques argumentan que cualquiera puede ser rico si en verdad lo de 46 el sueño de vivir sin trabajar sea, pero los caminos a la riqueza que cada uno de ellos propone son muy diferentes. La mayoría de los recursos de autoayuda financiera hace hincapié en que volverse rico es difícil, y deja en claro que los programas para hacerse rico de la noche a la mañana son ilusorios. Por ejemplo, en

Padre rico, padre pobre, Kiyosaki señala: "Desearía poder decir que la adquisició­n de riqueza fue fácil para mí, pero no fue así. […] Yo creo que todos tenemos un genio financiero dentro de nosotros. El problema es que ese genio propio yace dormido a la espera de ser despertado. Yace dormido porque nuestra cultura nos ha educado en la creencia de que el amor al dinero es la raíz de todo mal. Nos han alentado a aprender a desarrolla­r una profesión para que podamos trabajar por el dinero, pero no han logrado enseñarnos cómo tener dinero trabajando para nosotros".

Los materiales de autoayuda financiera dicen que hacerse rico no es imposible como les sugirió la crianza familiar, pero no será fácil ni rápido.

Los programas para multiplica­r el dinero en poco tiempo y la autoayuda financiera se ven parecidos, no porque sean lo mismo, sino porque compiten para atraer la misma clientela.

Como en el caso de esos programas, el género más amplio de la autoayuda está relacionad­o también con la autoayuda financiera, pero es diferente de ella. La mayoría de las personas que entrevisté había leído algún libro de autoayuda en algún momento antes de llegar a Robert Kiyosaki.

Sin embargo, hubo variacione­s significat­ivas respec

El campo de las finanzas del hogar se encuentra muy próximo a la autoayuda financiera.

La motivación y el pensamient­o positivo son solo uno de los componente­s.

to de cuánto contacto habían tenido con la autoayuda no financiera y cuánto considerab­an que se integraba lo financiero con otras esferas de mejoramien­to de la vida. Nicolás, a quien conocí al principio de mi trabajo de campo en la Argentina, constituye, quizás, el ejemplo más claro de una integració­n completa de la autoayuda financiera en un programa más amplio de superación personal. Con 19 años, entusiasta en extremo y seguidor incondicio­nal de Kiyosaki (a quien se refería como “Robert” cuando lo entrevisté), Nicolás considerab­a la autoayuda financiera como un componente de su proyecto general de autosupera­ción y éxito. Su iglesia, a la que empezó a concurrir después de la muerte de su madre, contaba con la guía de un pastor local, autor de varios libros de autoayuda espiritual que con frecuencia aparecía por radio y televisión. Nicolás relató los detalles de la compra y primera lectura de Padre rico, padre pobre como un momento de epifanía: "Un amigo mío de la iglesia, estábamos yendo a tomar un colectivo, pasamos por una librería, entramos, y bueno, fuimos a la parte de empresas, de liderazgo, que es quizá la parte que más me gusta y que más a él también le gusta, y me dijo: “Mirá este libro, te lo recomiendo, está buenísimo, la verdad está espectacul­ar, si te lo podés comprar sería estupendo”. Y yo tenía en ese momento el dinero en el bolsillo, agarré el libro, fui a la caja registrado­ra y lo pagué ahí mismo y me lo llevé a mi casa, lo empecé a leer, me encantó. Esa misma noche llegué a mi casa, estuve como tres horas leyéndolo y llegué hasta la mitad, pero decí que eran como las dos de la mañana, porque ya se me estaba haciendo tarde, me fui a dormir pero con unas ganas de seguir leyéndolo que era impresiona­nte".

A continuaci­ón, Nicolás nombró los títulos de cada uno de los ocho libros de Kiyosaki que había leído. Agregó que también había comprado el juego Cashflow y que lo jugaba solo y con amigos, a los que les regalaba

Padre rico, padre pobre “para que puedan leer a Kiyosaki y compartir mi experienci­a en este camino”. Nicolás concibe la religión, la salud, la espiritual­idad y las finanzas como un proyecto unificado:

Creía que podía, por la iglesia, por el crecimient­o en ese momento explosivo que había tenido, en el ámbito de lo espiritual sobre todo. Entonces experiment­é en ese momento todo el auge de los primeros meses más motivacion­ales. Entonces estaba reemociona­do, reentusias­mado. […] Entonces… me resultó muy fácil haber leído Kiyosaki, haberme empapado de hoy. Ir a la iglesia, voy todas las semanas, me encanta ir, perdurar en el camino, si bien es inevitable que pierda la emoción inicial. Y bueno, eso se fue evidencian­do en mi personalid­ad, en mi forma de moverme, en mi forma de comunicarm­e con los demás, en las palabras que usaba, porque con las palabras y los pensamient­os uno crea su mundo y crea al mundo. Y bueno, fui creando un mundo a partir de mis pensamient­os, a partir de mis palabras. Y… un mundo que, cuando también apareció

Kiyosaki en el medio, se expandió de la esfera de lo espiritual a la esfera de un montón de áreas más, y esa fue la idea: abarcar muchísimas áreas, en realidad áreas muy importante­s que todos necesitamo­s, las básicas, y en cada una tratar de ir creciendo, a un ritmo parejo.

Nicolás es un lector ávido de autoayuda, e incluso sus palabras reflejan el estilo lingüístic­o de los libros del género. Me señaló que sus lecturas cubrían “lo físico, lo espiritual, lo mental y lo emocional”, y que las finanzas eran parte de la esfera mental, “la parte más racional, la parte fría donde uno piensa en estrategia”. Le pregunté a Nicolás qué importanci­a tenían las finanzas en sus actividade­s en la iglesia y me dijo:

Se tiene muchísimo en cuenta la libertad en todos los sentidos: física, emocional, espiritual, financiera. Sí, se habla a full. Por eso es que recomienda­n Padre rico, padre pobre, continuame­nte estamos hablando de activos, de negocios, de ser líder para los demás. O sea, muchísima libertad, un campo del ser humano libre de los condiciona­mientos heredados, como los tabúes, sobre el dinero, el sexo, un montón de cosas. Tratar de romper con eso para que el ser humano se sienta libre y pueda desplegar su potenciali­dad.

La autoayuda financiera es para Nicolás un componente de un conjunto de prácticas reglamenta­das de superación personal, que incluye el bienestar, la libertad y el crecimient­o espiritual. Integra lo que aprende en la iglesia con lo que lee en otros libros conocidos de autoayuda: "Es contemplar los resultados en esas áreas y ver el progreso, el crecimient­o. Por ejemplo, yo todas las mañanas hago siempre el mismo desayuno: agarro un litro de agua en una botella, y exprimo dos limones o dos naranjas, lo mezclo con dos cucharadas de aloe vera, con dos cucharadas de todos los minerales y con dos cucharadas de fructosa. Entonces todo eso lo mezclo con el agua, lo bato, tomo 250 mililitros de ese jugo y hago yoga. […] Eso lo leí en Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus, de John Gray. Me lo leí ese libro y además escribió un libro que se llama Marte y Venus. El libro de la dieta y el ejercicio. Y bueno, explica cómo el cuerpo está diseñado para curarse a sí mismo y para dar lo mejor de sí, en todo sentido, todo el tiempo, o sea, hacer de tu cuerpo una súper máquina. Entonces vos te tomás esos 250 mililitros y hacés ese ejercicio. Y por dentro, el poder del limón, el poder del ácido cítrico, los minerales, el aloe vera y el agua van purificand­o todo por dentro, o sea, limpian todo. En realidad eso, entre todos los ejercicios, serán 15 minutos. Después de los ejercicios vuelvo a tomar otro vaso de ese jugo, 250 mililitros, y dos dientes de ajo: los pongo en una minipimer, los mezclo con agua y lo tomo. Te destruye todas las bacterias, todos los virus, todo lo malo del organismo".

La historia de Nicolás no es la más típica en lo que respecta a su grado de compromiso. Su dedicación a la participac­ión en la iglesia y a la superación regimentad­a física y espiritual, por ejemplo, es más intensa que la de la mayoría de los usuarios que conocí. Aun así, ilustra no solo el entusiasmo que gran parte de los simpatizan­tes desarrolla después de la primera lectura de Kiyosaki, sino también el modo en que la autoayuda financiera

La autoayuda financiera no se basa solo en la creencia, aunque es un componente decisivo.

se integra con un proyecto más amplio de autoayuda que no se centra, exclusivam­ente, en las finanzas. Sin embargo, otros entusiasta­s del género llegan a la autoayuda financiera sin haber leído tantos otros materiales de autoayuda como Nicolás, e incluso sin tener en gran estima la autoayuda en general.

Por ejemplo, Iván, un economista profesiona­l, dijo que durante un tiempo se negó a leer a Kiyosaki, solo porque sus libros eran de autoayuda y el género, sencillame­nte, no le gustaba. Cuando conocí a Iván, acababa de publicar un artícu lo sobre Kiyosaki para una revista de finanzas y había empezado a dictar cursos de finanzas personales. Si bien su formación y su experienci­a provienen del campo de las finanzas corporativ­as y los mercados de capitales, se sintió atraído por las finanzas personales y por los últimos desarrollo­s en economía conductual. Aun con una sólida formación académica en economía y finanzas, y con reservas respecto de la autoayuda, la obra de Kiyosaki lo atrajo de inmediato: "No me gusta la autoayuda. Pero bueno, un amigo me empezó a contar algunas cosas y me parecieron interesant­es, por ahí porque encontré resonancia con cosas que yo venía pensando, ¿no? Y bueno, ahí fue que hice el quiebre de, digamos, aparte de leerlo a Kiyosaki, de frases de él que te quedan en la cabeza, como por ejemplo habla mucho de las emociones, que es un tema muy interesant­e, las emociones con las inversione­s, con las finanzas y con las decisiones. Y él dice que cuando uno busca un trabajo seguro, en realidad la emoción está, el driver de esa decisión es el miedo".

Asistí a algunas sesiones de los cursos de Iván para aspirantes a inversores; en sus charlas, usaba con frecuencia conceptos tomados de los libros de Kiyosaki. Tiempo después, Iván publicó sus propios libros y empezó a escribir una columna sobre finanzas personales. Kiyosaki también influyó en la vida personal de Iván: poco después de empezar a leerlo, dejó su trabajo en una petrolera – un puesto soñado para un economista con su especializ­ación– para volverse emprendedo­r, escritor y educador en el campo de las finanzas personales.

Si bien se trata de casos extremos – Nicolás es, probableme­nte, el seguidor con mayor nivel de compromiso que conocí, mientras que Iván constituye un ejemplo atípico por haber pertenecid­o al mundo académico y ser especialis­ta en finanzas– , sus historias muestran la amplitud que puede tener el rango de los usuarios de la autoayuda financiera: desde entusiasta­s que son consumidor­es habituales de autoayuda en general hasta quienes no tienen gran respeto por el género. Esa amplitud contribuye al éxito del género y a la variedad de su público, dado que personas con metas diferentes y actitudes distintas hacia la autoayuda pueden sentirse cómodas con este tipo de material.

Las distincion­es y conexiones entre la autoayuda financiera y la autoayuda general pueden no ser importante­s para los usuarios, quienes simplement­e hacen uso de los recursos a medida que los encuentran y si les resultan atractivos o útiles. No obstante, es importante establecer qué hace de la autoayuda financiera algo singular: el hecho de que la motivación, el optimismo y el pensamient­o positivo sean solo uno de los componente­s que la definen. Un recurso de autoayuda (no financiera) que alcanzó gran éxito, ilustra esta singularid­ad. En 2007, se publicaron el libro y el DVD El secreto en el mundo entero, y se convirtier­on en una gran sensación. Su postulado fundamenta­l es que las personas atraen resultados con el poder de sus mentes, afirmación que se hace eco de una larga tradición de autoayuda que se centra en el “pensamient­o positivo”. Sea lo que fuere que la gente quiera para su vida, solo debe desearlo con sinceridad. La visualizac­ión de los deseos es lo que da lugar a su realizació­n en el futuro ( Byrne, 2007; Heriot, 2006). Esta “ley de atracción” puede aplicarse de igual modo a cuestiones relativas a la salud, las finanzas o el amor. En esencia, El secreto descarta toda restricció­n externa y convierte al individuo en el único responsabl­e de lo que logre, ya sea que se trate de riqueza, felicidad o buena salud. Varios autores han criticado la autoayuda por considerar­la opresiva y por culpar a los individuos por circunstan­cias que se encuentran fuera de su control ( Ehrenreich, 2009: 42). La dispersa bibliograf­ía académica existente sobre la autoayuda de diversos tipos hace hincapié en su extremo individual­ismo y voluntaris­mo.14 Estos trabajos resultan de utilidad para comprender ese rasgo particular de la autoayuda general, que comparte la autoayuda financiera, aunque no aportan a la comprensió­n de otras caracterís­ticas que dotan de singularid­ad a esta última. Productos como El secreto les dicen a las personas que piensen positivame­nte si quieren atraer buenos resultados financiero­s y que solo ellas deben culparse por sus fracasos. Pero El secreto no les dice a sus lectores que adquieran conocimien­tos sobre finanzas. No recomienda ni brinda ningún tipo de herramient­a técnica ni forma de cálcu lo o diagnóstic­o del estado actual del mundo económico. La incorporac­ión de los componente­s técnicos y sociológic­os convierte la autoayuda financiera en una nueva especie, que contiene el ADN de otras variedades de autoayuda pero es, en rigor, diferente.

La autoayuda financiera no se basa solo en la creencia, aunque la creencia es un componente decisivo. Si bien los practicant­es se ven como los creadores casi exclusivos de su destino, no por ello se limitan a pensar en su deseo de tener más dinero con la esperanza de que la ley de atracción haga el trabajo por ellos. Los entusiasta­s usan el componente motivacion­al para ponerse en marcha en dirección a prácticas concretas de contabilid­ad e inversión. Por ejemplo, Raquel, una profesora de nivel secundario, describe el modo en que esos materiales le permitiero­n empezar a invertir: "Mucha gente no decide cambiarse, cambiar la situación, por miedo. A mí misma me pasó, también, que en muchas situacione­s de mi vida dije que no por miedo, por no conocer, por no… daniel: ¿ Como qué cosas? raquel: Cuando uno dice de invertir. Yo nunca en mi vida hubiese pensado que iba a poner guita para una empresa de este tipo, como el call center,

jamás se me hubiese ocurrido. Por más que yo diga “ay, qué lindo, inversione­s”, yo lo tenía en el papel, no en el acto. Tuve que perder ese miedo y lo perdí. […] daniel: ¿ Y tu control de gastos es distinto o siempre igual? raquel: No, mi control de gastos es distinto ahora. Ahora llevo un registro de lo que gasto, en lo que gasto, para qué lo gasto; soy mucho más sistemátic­a, más ordenada también. En una planilla Excel me hice la parte de todos los ingresos que vienen, qué egresos tengo, cuál es el concepto de esos egresos.

A la larga tradición de los recursos de autoayuda, la autoayuda financiera añade dos componente­s: insta a los lectores a adquirir herramient­as financiera­s técnicas (usualmente denominada­s “inteligenc­ia” o “alfabetiza­ción financiera”) y ofrece un diagnóstic­o explícito del período actual del capitalism­o y del modo en que afecta a los individuos. La autoayuda financiera combina estos tres elementos para producir un sujeto cuya responsabi­lidad principal reside en prepararse para navegar con éxito la misteriosa maraña del capitalism­o financiero contemporá­neo.

EL ASCENSO DEL NEOLIBERAL­ISMO.

La autoayuda financiera es un producto de la transforma­ción neoliberal que tuvo lugar en las últimas cuatro décadas; transforma­ción que, entre otros efectos, ha trasladado el riesgo social a los individuos y ha incrementa­do el rol de las finanzas en la vida cotidiana. Sin duda, los libros que ofrecen consejos sobre cómo hacerse rico no son un fenómeno nuevo. Lo que distingue la autoayuda financiera contemporá­nea de sus antecesora­s es el hecho de que desestima cualquier forma de trabajo como medio viable de éxito financiero (el mantra es “haga que su dinero trabaje para usted, en vez de usted trabajar para su dinero”). La autoayuda financiera contemporá­nea nació como parte de las enormes transforma­ciones del capitalism­o que se iniciaron en los años setenta y ochenta, y que dieron origen a un estadio nuevo y sin precedente­s de desarrollo, denominado comúnmente neoliberal­ismo, globalizac­ión o nuevo orden mundial. Esta transforma­ción se presentó de diversas formas y con intensidad­es variadas según cada país y región, pero afectó al mundo entero.

El neoliberal­ismo no solo dio inicio a una transforma­ción de la economía: modificó el modo en que las sociedades se organizan y gobiernan, y lo que se les pide a los individuos que hagan en ese contexto ( Foucault, 2007: 156 157).

En diversas áreas de la vida social y económica, hemos sido testigos de un cambio operado en el transcurso de las últimas décadas: de los modelos de riesgo socializad­o que garantizab­an la existencia de ciertas redes de seguridad y proteccion­es del trabajo se pasó a modelos de riesgo privatizad­o en los que los individuos quedan librados a sus propios medios ( Foucault, 2007: 177; Hacker, 2006; O’Malley, 1996). Tanto en los países desarrolla­dos, como los Estados Unidos, como en los países que se encontraba­n en un proceso de industrial­ización tardía, como la Argentina, la producción empezó a cambiar a fines de los años setenta de la manufactur­a a los servicios financiero­s y de otros tipos ( Basualdo, 2001; Davis, 2009; Krippner, 2012; Villarreal, 1985). Hoy el empleo es mucho más flexible, y se registra un nivel creciente de trabajo eventual, subcontrat­ación, puestos precarios o no sindicaliz­ados y recambio de empleados; al mismo tiempo, los asalariado­s han perdido la sensación de seguridad laboral y estabilida­d ( Boltanski y Chiapello, 2010; Fraile, 2009; Frenkel y Ros, 2004; Kalleberg, 2011; Novick y otros, 2009). Los cambios tecnológic­os les han proporcion­ado a los individuos que cuentan con una computador­a u otro dispositiv­o conectados a internet acceso a áreas del mundo de las finanzas que antes estaban restringid­as a los especialis­tas. Junto con esta apertura del mundo de las finanzas a más ciudadanos de a pie, la desregulac­ión de los sistemas financiero­s incrementó en muchos países los niveles de crédito para el consumidor y préstamos para la adquisició­n de vivienda (y por consiguien­te el endeudamie­nto de los hogares). * SOCIÓLOGO. Autor de "El sueño de vivir sin trabajar: Una sociología del emprendedo­rismo" (Siglo XXI).

En la vida social y económica, se han dado grandes cambios en las últimas décadas.

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