Teatro: “Ni te cuento cuánto” escrita y dirigida por Carolina Barbosa. Con Antonio Birabent y V. Raposo.
“Ni te cuento cuánto” escrita y dirigida por Carolina Barbosa. Con Antonio Birabent y V. Raposo. Camarín de las Musas, Mario Bravo 960.
Esta comedia despliega variaciones sobre el eterno tema de los conflictos de pareja, y lo hace a partir de una situación muy frecuentada también desde siempre: Nicolás (Antonio Birabent) y Silvia (Victoria Raposo) son los padres de la adolescente Aurora quién, durante un fin de semana, queda a cuidado de terceros. Esas 48 horas de absoluta e inusual intimidad, en este hogar porteño de clase media, donde habitualmente los problemas y entusiasmos suelen vivirse en sordina, revela en toda su desnudez la condición humana: la misma para todos.
El detonante resulta la interrupción del servicio de wi-fi y la imposibilidad de distraerse con películas en streaming, que los obliga a enfrentar sus vicisitudes, sueños, esperanzas, mutuos reclamos; además del desconcierto y la angustia que, a veces, acompañan la paternidad y la maternidad. Asimismo, emergen el desencuentro sexual, las inseguridades personales y los mandatos atávicos. La trama recorre todos estos avatares con humor e intenta explorar los infinitos matices y la dificultad de la relación entre dos personas, en un mundo hiperestimulado, donde compartir la existencia resulta, casi, una proeza.
Lamentablemente, a nivel dramatúrgico, la autora demora en exceso zambullirse en lo enunciado y diluye la atención en situaciones que pretenden, sin lograrlo, reflejar el sin sentido de lo cotidiano. Al mismo tiempo, cuando por fin instala el planteo, el mismo fluctúa entre la retórica altisonante de los personajes y el chiste demasiado fácil de los equívocos.
Con 50 años, una extensa carrera como músico solista; actor de cine y televisión; esta es la primera vez que Birabent encarna un personaje en las tablas, salvo una anterior incursión en el teatro musical junto a Gloria Carrá, dirigido por Javier Daulte. Algo que resulta notorio porque tanto el tono monocorde como la limitada proyección vocal atentan contra su desempeño. Sin duda, una mano más firme desde la dirección hubiera explotado los recursos expresivos que, sólo por momentos, asoman. A su lado, Raposo se muestra un poco mas segura.