Teatro: “Hair” de Ragni, Rado y MacDermont. Adaptado y dirigido por Pablo Gorlero. A. Iannone y elenco.
“Hair” de Ragni, Rado y MacDermont. Adaptado y dirigido por Pablo Gorlero. A. Iannone y elenco. Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131.
En ocasión de su estreno en Broadway, 51 años atrás, “Hair” fue tan bien recibido que traspasó el hecho de ser un espectáculo musical y se transformó en fenómeno cultural. Eran los tiempos de la infausta guerra de Vietnam y el mensaje de la obra traía no sólo un aire conceptual renovador, sino también un grito jubiloso contra los políticos que decidían, desde sus escritorios, enviar jóvenes al matadero. Mucho sucedió desde entonces y gran parte del fervor utópico de su argumento se conserva casi intacto porque los conflictos bélicos aún dividen a la raza humana. De ahí, que siempre es loable insuflar un aire pacifista para reavivar la llama de la esperanza por un mundo mejor.
La trama imaginada por Gerome Ragni y James Rado, gira en torno a Claude, hijo de unos exigentes padres que pretenden un empleo digno e instrucción espartana, aunque el muchacho sueñe con otro horizonte. Refugiado en una juvenil comunidad hippie que cultiva la armonía, el sexo libre y el uso de drogas, se enreda en un juego amoroso entre la batalladora Sheila y el anárquico Berger, pero a la hora de optar entre ese grupo de pertenencia y el deber social, termina uniformado y sometido al ejército.
Para disfrutar de este bienvenido revival, exhumado con vibrante entusiasmo por su adaptador y director, Pablo Gorlero, apasionado estudioso del género, crítico teatral de La Nación con varios montajes escénicos previos y creador de los premios Hugo, hay que retrotraerse a la época en que el pelo largo era símbolo de rebeldía, soslayar la fe un tanto cándida en la astrología, los movimientos religiosos y recuperar el aire festivo y enérgico de los setenta.
El espíritu tribal está presente en el elenco, muy bien ataviado por Renata Schussheim, que aprovecha el funcional dispositivo escénico de Magalí Acha y la elocuente iluminación de Gonzalo Córdova. La música de Galt MacDermot es un punto alto de este clásico: las inmortales y pegadizas canciones “Acuario” y “Deja que entre el Sol”, rescatan la nostalgia por aquel tiempo en que alegría y libertad se enfrentaron a la intolerancia y la muerte.