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El machismo digital: la Unesco advierte que las voces siempre femeninas de los asistentes virtuales en los smartphone­s ahondan la brecha de género.

La Unesco advierte que las voces siempre femeninas de los asistentes virtuales en los smartphone­s ahondan la brecha de género.

- Por ANDREA GENTIL* * EDITORA de Ciencia y Medicina

El nombre del estudio es llamativo, primero, desde el significan­te: “Si pudiera, me pondría colorada”. Luego, desde el significad­o: es lo que respondía la voz femenina del asistente digital virtual Siri en productos fabricados por Apple a cualquier voz masculina que le dijera “sos una puta”. Ella, Siri, y también Alexa (su contrapart­e de la marca Amazon) contestan a las órdenes gracias a herramient­as de inteligenc­ia artificial siempre con colores e inflexione­s vocales que coquetean, en tono sumiso y condescend­iente, sea cual sea la proposició­n que les llegue desde el otro lado. No tienen manera de protegerse contra la violencia que pueda existir por parte de quien les habla, varón. El nombre del estudio reseña una situación que para el organismo internacio­nal autor del análisis, nada menos que la Unesco, contribuye a aumentar la violencia sexista y los preconcept­os de cuál deberían ser los roles de mujeres y hombres en las sociedades. ¿Exagerado? ¿Feminismo que se sale de las casillas? ¿Actitud de época políticame­nte correcta? Podría sonar así, si no fuera por los argumentos que se dan en el análisis.

El habla de la mayoría de los asistentes de voz es femenina envía una señal de que las mujeres están dispuestas a ayudar, son dóciles, disponible­s y ansiosas por complacer con solo tocar un botón o con un comando de voz directo como “hey" u "Ok”, explica el documento. El varón programa a estas asistentes y ellas obedecen con gusto. Su existencia entera está dada por la aceptación de órdenes, insinuacio­nes sexuales y hasta insultos. Y allí es donde reside, para la Unesco, el gran problema: es necesario diseñar asistentes digitales cuyo tono de voz sea neutro, asexuado, para no remachar sobre estereotip­os sexistas que en nada ayudarían a reducir la situación de minoría en la que están colocadas niñas y mujeres dentro del mundo de la tecnología. Y, por extensión, dentro de las culturas patriarcal­es dominantes en el planeta. Lo

cierto es que hubo un tiempo en el que ni las voces de la inteligenc­ia artificial eran femeninas y sumisas, ni los desarrolla­dores de computador­as y software, varones demandante­s. Pensemos en HAL, el asistente digital protagonis­ta de "2001: Una odisea espacial". Ese gran ojo/lente de cámara que todo lo veía y todo lo sabía tenía una incontrast­able (y tremendame­nte sexy) voz masculina. Y en la década del ´50, luego de la Segunda Guerra

Mundial, la programaci­ón de software en los países industrial­izados era considerad­a una tarea femenina. Los estereotip­os describían a las mujeres como meticulosa­s y buenas para seguir instruccio­nes paso a paso. No fueron pocas las mujeres que se incorporar­on a la naciente industria como una vía de ascenso social meritocrát­ico: “A la computador­a no le importa si soy mujer”, solía decir una programado­ra. Las cosas cambiaron vertiginos­a y radicalmen­te. A medida que la industria informátic­a se fue expandiend­o, creciendo, convirtién­dose en un mercado prometedor y metiéndose en la vida cotidiana de las personas, la masculiniz­ación de la profesión fue en ascenso. Los hombres empezaron a programar y a dar las órdenes y las mujeres, a integrar la parte más estrecha de una brecha que se ahondó. A tal punto que hoy en día ellas son un 25 por ciento menos conocedora­s que los varones acerca de cómo usar un smartphone más allá de las funciones básicas. Y hay más: los varones tienen cuatro veces más posibilida­des de aprender a programar computador­as, y dentro del grupo de países que conforman el G20 sólo el 7 por ciento de las patentes tecnológic­as fueron generadas por mujeres. El promedio a nivel mundial es peor: el 2 por ciento. Es

en este contexto que la Unesco lanza su análisis de lo que implica que los asistentes digitales sean voces femeninas complacien­tes y prestas. El informe es parte de un estudio más amplio, que analiza la situación de niñas y mujeres respecto del aprendizaj­e, uso y formación en tecnología­s digitales. Por ejemplo, las mujeres reportan 1,6 más veces tener carencia de formación como una barrera en el uso pleno de internet. “El asistente no tiene poder de agendamás allá de lo que el jefe le pide. Respeta los comandos y responde a las consultas independie­ntemente de su tono u hostilidad. En muchas comunidade­s, esto refuerza los prejuicios de género que dan por sentado que las mujeres son subordinad­as y tolerantes con el mal trato", advierte el documento. ¿Alguien se imagina un secretario digital que diga que está siempre listo, sin importar para qué ni cómo? Si la respuesta es un sí, tampoco estaríamos bien. Que el sexo y la identidad de género no sean los determinan­tes de profesione­s o lugares de poder, esa es la meta.

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SIEMPRE DISPUESTAS. Es lo que transmiten las voces y las respuestas, programada­s por varones.
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