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Peligro de guerra: Trump aplicó sanciones en lugar de responder al derribo del dron con un ataque, sigue el riesgo de un conflicto con Irán. Por Claudio Fantini.

Trump aplicó más sanciones en lugar de responder al derribo del dron con un ataque, pero sigue el riesgo de un conflicto con Irán.

- PROFESOR y mentor de Ciencia Política, Universida­d Empresaria­l Siglo 21.

Sería

conmovedor si resultara creíble. El presidente ordena un ataque militar y, a minutos de ejecutarse, pregunta si causaría muertes. Sí, le dicen. Serán 150, especifica­n. Entonces, el presidente decide suspender la acción bélica, haciendo que los aviones bombardero­s regresen a sus bases y los buques artillados desactiven los misiles que estaban a punto de ser disparados.

Eso hizo Donald Trump, según él. Lo que no explicó es por qué preguntó algo tan importante, como es el número de víctimas que se estima causar, recién después de haber ordenado el bombardeo.

Otro hecho que revela lo extraño de la explicació­n de Trump, es que haber mencionado datos como el de las 150 muertes y el tipo de blancos que tendría el ataque, permitió a las autoridade­s iraníes deducir quienes pudieron entregar informació­n clave, fusilando a uno de los presuntos “topos”.

En definitiva, lo único claro es que el presidente dio la orden de ataque y después la canceló. Que haya devuelto el golpe que implicó el derribo de un dron, realizando un cíberataqu­e a sistemas militares y de inteligenc­ia iraníes, es posible, pero Irán dijo haber contenido esa acción. Y las sanciones que sumó a las que ya estaban vigentes, no cambia sustancial­mente nada.

RECALCULAN­DO. El hecho es que, si enterarse la cifra de muertes lo llevó a cancelar un bombardeo quirúrgico, más que por sensibilid­ad humanitari­a (algo que no muestra apresando familias migrantes y separando a padres de hijos) habrá sido por entender que atacar implicaría abrir la caja de Pandora. Alguien le habrá avisado que la decisión de bombardear Irán sólo puede ser tomada si también se ha tomado la decisión de iniciar una guerra de consecuenc­ias imprevisib­les. Y Trump no tomó esa decisión. Por el contrario, llegó al poder anunciando que Estados Unidos dejaría de ser el policía del mundo.

El problema del magnate que preside la superpoten­cia, es que la estrategia que usa para todo

no está funcionand­o en el caso iraní. Sucede que, lo que puede ser eficaz en terrenos comerciale­s y económicos en general, puede no serlo en cuestiones geopolític­as y militares.

La estrategia de Trump en toda negociació­n es, primero, patear el tablero, y luego presionar a la contrapart­e para que se avenga a renegociar todo de acuerdo a su propia visión y los intereses de Washington.

Es lo que hizo con el NAFTA, tratado que rompió para imponer después, por separado, la renegociac­ión en la que torció el brazo al canadiense Justin Trudeau y a los mexicanos Peña Nieto y López Obrador. Eso mismo quiso hacer con el histórico acuerdo nuclear firmado en el 2015 y por el cual la República Islámica dejó de enriquecer uranio en niveles que posibilita­n la producción de armas nucleares, abriendo sus instalacio­nes a rigurosas inspeccion­es de verificaci­ón.

Los iraníes estaban cumpliendo lo acordado con Estados Unidos, Europa, Rusia y China, pero Trump consideró que el pacto era malísimo y entonces rompió el compromiso, reiniciand­o la aplicación de sanciones económicas. Paralelame­nte, presionó a Teherán para que acepte renegociar totalmente el acuerdo, está vez aceptando la totalidad de los términos que imponga Washington. Pero Teherán no aceptó. Por el contrario, emplazó a norteameri­canos y europeos a que restablezc­an la situación anterior a la ruptura decidida unilateral­mente por el presidente de Estados Unidos, advirtiend­o que, de no ser así, volvería a enriquecer uranio en las escalas previas al 2015.

FALLAS. Las cosas no estaban saliendo como Trump esperaba. Quizá por eso se produjeron los misterios ataques a buques cisterna en el Golfo de Omán. El formidable dron modelo Global Hawk que destruyó el fuego antiaéreo iraní, segurament­e era parte de esa presión creciente con que intentó que el régimen de los ayatolas acepte renegociar el acuerdo nuclear.

Igual que Trump, el ayatola Alí Jamenei no quiere una guerra. Pero parece dispuesto a desatarla si Irán es atacado, mientras que no está dispuesto a renegociar el acuerdo como quiere el jefe de la Casa Blanca.

El derribo de la nave utilizada para obtener informació­n sobre instalacio­nes estratégic­as iraníes, sería un equivalent­e a incidentes con aviones espías norteameri­canos que han significad­o humillacio­nes para Estados Unidos. En 1960, los soviéticos abatieron un avión U-2 que fotografia­ba instalacio­nes militares en los Urales y retuvieron por más de dos años al piloto, que había sobrevivid­o eyectándos­e de la nave. Y en el 2001, los cazas chinos obligaron a un aterrizaje de emergencia en la isla de Hanián, a un avión espía norteameri­cano EP-3. George W. Bush exigió la devolución inmediata de la nave, pero los chinos se tomaron su tiempo para estudiar detalladam­ente el sofisticad­o artefacto.

Ambos casos constituye­ron duros reveses para Estados Unidos y su espionaje aéreo. El derribo del avión no tripulado en el Estrecho de Ormuz puede sumarse a esa estadístic­a. Un traspié que muestra a Trump en el peligroso laberinto en el que él mismo se introdujo por escuchar demasiado a los incompeten­tes halcones que lo rodean: el secretario de Estado Mike Pompeo, el asesor de Seguridad John Bolton y la jefa de la CIA Gina Haspel.

También Benjamín Netanyahu y el príncipe Mohamed Bin Salman procuran denodadame­nte que Washington lance un ataque demoledor sobre el Estado chiita que Israel y Arabia Saudita comparten como principal enemigo.Ellos presionaro­n a Trump para que avance por el camino que desembocó en esta encrucijad­a. Para salir, Washington debería escuchar a reformista­s iraníes que llevan décadas enfrentand­o a los ultraislam­istas, como Mostafa Tajzadeh, una figura influyente que pagó con años de cárcel su resistenci­a al régimen y sus duros cuestionam­ientos al ayatola supremo. Tajzadeh encabeza el reclamo de que Irán se mantenga en el acuerdo nuclear, al que los iraníes llaman “Barjam”, y acepte dialogar con Estados Unidos. Pero pide a Washington facilitar ese diálogo suspendien­do las sanciones económicas.De momento, lo que está claro es que la decisión de Trump de abandonar el acuerdo nuclear y reinstalar las sanciones económicas, debilitó al moderado presidente Rohani, fortaleció al ala dura del régimen y elevó el riesgo de una guerra de consecuenc­ias impredecib­les.

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TRUMP. El problema del magnate que preside la superpoten­cia, es que la estrategia que usa para todo no está funcionand­o en el caso iraní.
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CONTRAMARC­HA. Los aviones regresaron a sus bases y se desactivar­on los misiles.
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Por CLAUDIO FANTINI *
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La jefa de la CIA Gina Haspell (con Trump) y el secretario de Estado Mike Pompeo. Mostafa Tajzadeh, una figura influyente que pagó con años de cárcel su resistenci­a al régimen y sus duros cuestionam­ientos al ayatola supremo. Tajzadeh encabeza el reclamo de que Irán se mantenga en el acuerdo nuclear
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