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Glifosato en la mira:

Por primera vez, los detalles de una megacausa judicial contra los agroquímic­os que se utilizan para fumigar campos. Seis historias conmovedor­as sobre los daños que provocan en la salud.

- INTEGRANTE DEL EQUIPO DE INVESTIGAC­IÓN, CONFORMADO POR PERIODISTA­S EGRESADOS DE PERFIL EDUCACIÓN. SANTIAGO CARRILLO ( DESDE SANTIAGO DEL ESTERO)

la Justicia avanza en una megacausa contra las empresas de agrotóxico­s a partir de la denuncia de seis casos. Las enfermedad­es asociadas a estos productos y las historias de quienes las padecen. La condena a Monsanto en Estados Unidos, un fallo histórico.

Son

seis historias terribles. Hombres y mujeres que dicen haber sufrido daños irreversib­les en la salud -algunos de ellos ya murieron- como consecuenc­ia de haber tenido contacto con el glifosato con el que se rocían los campos para combatir malezas. Forman parte de una megacausa inédita que tramita en la Justicia argentina desde el 2012 y que puso en la mira a las empresas que producen este agrotóxico imprescind­ible para la matriz agropecuar­ia.

El equipo de investigac­ión de Editorial Perfil dialogó con los damnificad­os, reconstruy­ó sus vidas e incluso viajó a Santiago del Estero para conocer de cerca cuáles eran las consecuenc­ias que, según la denuncia, tiene el uso de este producto que, hasta ahora, nunca recibió una condena judicial. Y reveló por primera vez los detalles de esta causa colectiva.

Un antecedent­e que puede influir en el ánimo de la Justicia argentina: en marzo, el laboratori­o Bayer fue sentenciad­o por el Tribunal Superior de San Francisco, Estados Unidos, a pagar una indemnizac­ión de US$ 80 millones a Edwin Hardeman (70), un campesino que contrajo cáncer por utilizar RoundUp, la etiqueta comercial del glifosato de Monsanto. Unos meses antes, este mismo jurado había dictado otra sentencia de US$ 78 millones por el caso de Dewayne Johnson (46), otro trabajador rural que había utilizado el mismo producto. Luego de estos fallos que se resolviero­n en menos de tres años, en EE.UU hubo una catarata de demandas colectivas que suman un total de 13.400.

En nuestro país, en cambio, la causa está detenida. Quienes la presentaro­n pensaron una forma jurídica inédita: no sólo involucra como damnificad­os a los seis casos iniciales, sino también a los 44 millones de argentinos por ser una “acción de clase”. Las compañías apuntadas como responsabl­es son Dow AgroScienc­es, Nidera, Ciba-Geigy, Novartis, Agrevo, Syngenta, Pioneer y Bayer-Monsanto. Esta última, quizás la más conocida, abarca el 30% del mercado según indicaron sus voceros. También se demanda por permitir su uso a la Secretaría de Agroindust­ria de la Nación y a las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santiago del Estero (ver recuadro).

SEÑAL DE ALERTA.

En la ciudad de Bandera, al sudeste de la provincia de Santiago del Estero, sus 12 mil habitantes se despiertan cada día a las 5 de la mañana por “la alarma de la muerte”, como ellos la llaman. El sonido que los levanta es el que producen las avionetas que, todas las madrugadas, pasan por encima de sus casas y lanzan agroquímic­os sobre los campos de soja que rodean a la localidad más rica de una de las provincias más pobres de la Argentina.

Alicia Giménez (47) vivía frente a un campo de soja en Bandera y fue rociada de glifosato mientras estaba embarazada. Por eso, jura que su hija Julieta Sandoval nació con múltiples malformaci­ones y murió al cabo de 8 meses de agonía. “Yo vivía a unos 150 metros de donde tenía el campo. Durante las tardes, miraba al sol y veía una pequeña llovizna. Era el glifosato que tiraban las avionetas sobre los cultivos de soja y que inhalé durante todo mi embarazo”, recuerda Giménez los hechos que sucedieron en el 2009. “En abril del 2010 nació Julieta con poco más de 2 kilos, hidrocefal­ia, parálisis cerebral, malformaci­ones en los brazos, piernas y tórax”, cuenta la mujer a la

que tuvieron que hacer una cesárea de urgencia en el hospital local porque su hija comenzó a convulsion­ar dentro del útero. Por la frágil salud de la niña, que tampoco controlaba la temperatur­a y volvía a convulsion­ar, Giménez la trasladó primero al Hospital de Niños de Santa Fe y luego al Garrahan, donde estuvo internada 7 meses hasta que la niña murió en Santiago del Estero después que la trasladara­n en un avión sanitario.

Giménez afirma que controlaba la evolución de su embarazo en la ciudad de Añatuya, pero que ningún médico notó alguna anomalía en el feto. Ella no entendía por qué su hija había nacido con tantos problemas de salud. Hasta que los médicos del Garrahan le dijeron que podría tratarse por la exposición a los agroquímic­os, luego que corroborar­an sus estudios genéticos. Por este motivo, la abogada Graciela Vizcay Gómez la visitó en Casa Garrahan y empezó a asesorarla legalmente.

Otra de las impulsoras de esta causa es Viviana Gauna (36), que representa a su hija Selena Gauna (12) que padece diferentes malformaci­ones en su cuerpo. “A los 20 días de nacer, Selena comenzó a convulsion­ar. Entonces la trasladé al Garrahan porque a los 6 meses tenía varias infeccione­s en el cuerpo”, cuenta la madre que aún vive junto a su marido y otros 6 hijos en una casa que se encuentra a 10 metros de un campo inundado de glifosato. “A mi hija sólo le funciona el riñón derecho, vive con infección urinaria, tiene escoliosis y no puede DAVID GIMÉNEZ Ex fumigador El glifosato tiene un olor ácido que te quema la nariz. Nunca me recomendar­on cómo tenía que manipular los agroquímic­os". levantar fiebre ni golpearse porque comienza a convulsion­ar”, cuenta Gauna mientras muestra los estudios que le hicieron en Buenos Aires. Además, asegura que “todo el agua que se consume en Bandera proviene de una represa a cielo abierto que continuame­nte es rociada con agroquímic­os, lo que la hace tener un sabor ácido”.

MÁS DENUNCIAS. La tercera de la lista en la demanda colectiva es Julia Villareal (68), madre de Alicia Giménez, y que estaba casada con Luis Giménez, un ex fumigador que murió en 2010, aclara su viuda, por la

constante exposición al glifosato. “Sus patrones le decían que los químicos no hacían nada. Entonces, yo le lavaba a mano la ropa del trabajo y también me envenené”, cuenta la mujer que hoy padece una fibrosis pulmonar. “Es una cosa muy fea, me agito solo por hablar y tengo tos constantem­ente. Nos hicimos atender en el Hospital Rossi, en La Plata, y nos dijeron que nos enfermamos por los agroquímic­os”, dice Villareal, quien recuerda que su marido pasó sus últimos días conectado a un tubo de oxígeno.

Villareal, además es madre de David Giménez (36), otro ex fumigador que si bien no es impulsor de la de

“EL GLIFOSATO PUEDE SER ARRASTRADO DECENA DE KILÓMETROS", DICE EL INVESTIGAD­OR DE SOUZA.

manda colectiva, le contó al Equipo de Investigac­ión cómo se trabaja con el RoundUp. “Para la fumigación no hay horario. En las épocas de calor empezábamo­s a las 5 de la mañana y podíamos estar hasta las 12 del mediodía del otro día”, cuenta Giménez sobre el trabajo que realizaba con el glifosato y que “tiene un olor ácido que te quema la nariz”.

Giménez afirma que nunca contó con ropa de protección y que siempre trabajó en negro, con un sueldo de $ 8 mil mensuales. El ex fumigador, que también es hermano de Alicia Giménez, se dedicó a trabajar con agrotóxico­s durante 10 años, hasta que en 2014 renunció luego de que “el dolor de huesos, náuseas, temblores en el cuerpo, insomnio y una hepatitis se hicieron insostenib­les”.

“Nunca me dieron ninguna recomendac­ión de cómo tenía que manipular los agroquímic­os”, cuenta Giménez. Esto mismo le sucedió a Fabian Tomasi, otro fumigador de la provincia de Entre Ríos, quien también es impulsor de la demanda colectiva y murió el año pasado. “Yo tenía que abrir los bidones (de RoundUp y otros), volcarlo en un carro de 200 litros para mezclarlo con agua y enviarlo al avión fumigador por una manguera”, contó Tomasi en una entrevista a Télam. “No lo hagas contra el viento”, fue lo único que le aclararon quienes no le dieron ni siquiera guantes.

“El final de Fabián fue una polineurop­atía tóxica metabólica severa, que empezó afectando distintos nervios de su cuerpo y fue agravado por una diabetes juvenil”, detalla Roberto Lescano, el médico que lo atendió desde el 2008 y que también es impulsor de la causa judicial. Lescano atiende en su propio consultori­o a las personas afectadas por la exposición a este producto en la ciudad de Basavilbas­o, Entre Ríos. Por eso ingresó en la demanda “para que no se fumigue más”.

El médico detalla que “las primeras reacciones a causa del glifosato son ardor de ojos, cefáleas y diarreas”, pero también dice que “a mediano plazo puede producir un aborto espontáneo”. Además, Lescano afirma que “el RoundUp puede producir mutaciones genéticas hasta la tercera herencia generacion­al porque activa el sistema de reproducci­ón de los cromosomas”, tal como le sucedió a las mencionada­s Julieta Sandoval y Selena Gauna. Este efecto del glifosato fue comprobado por Andrés Carrasco, un médico especializ­ado en biología molecular que fue jefe del CONICET, y quien en 2010 publicó un trabajo en la revista científica Chemical Research in Toxicology alertando sobre el riesgo de malformaci­ones.

Otro de los casos sucedió en la localidad bonaerense de Mercedes. En el parque de la casa quinta de José Milesi y Silvina Picchioni estaba su pequeño hijo Juan, de menos de un año. “Pasó un avión fumigando a 10 metros de nuestro hijo y lo empapó con agroquímic­os. Lo bañamos y no pasó nada, pero a los tres meses le diagnostic­aron leucemia”, cuenta Milesi. “Durante un año estuvimos en la puerta del infierno, y Juan está vivo gracias al Hospital Garrahan”, amplía Picchioni.

Milesi sostiene que la causa de la enfermedad de su hijo fueron los pesticidas, porque “es lo único que pudo haberlo provocado, según los médicos que comprobaro­n que no había antecedent­es cancerígen­os en la familia ni problemas inmunológi­cos”. Pero al regresar a su hogar, el padre explica “cuando Juan todavía estaba peladito por la quimiotera­pia, pasó otro avión fumigador por encima suyo. Ahí me di cuenta que teníamos que hacer algo, porque también tenía en el recuerdo los cientos de chicos del interior que conocí en el Garrahan y pasaron lo mismo que Juan”.

Qué es. “El glifosato es parte de un grupo de agrotóxico­s que se utilizan para erradicar malezas y otras plagas en los cultivos con semillas transgénic­as, que tienen incorpora

“EL GLIFOSATO TIENE UN HISTORIAL DE 40 AÑOS DE USO SEGURO EN EL MUNDO", SE DEFIENDEN DESDE BAYER.

do un gen específico que a la planta la hace resistente a ese químico y mata a todo lo de alrededor”, explica Javier de Souza, ingeniero agrónomo e investigad­or de la Universida­d de Buenos Aires. El especialis­ta que también forma de la Red de Acción de Plaguicida­s (PAN), una organizaci­ón mundial, dice que “se comprobó científica­mente que el glifosato no se degrada en el suelo, sino que permanece en el ambiente y puede ser arrastrado decenas de kilómetros por las gotas de lluvia o los ríos”.

De Souza cuenta que “el beneficio de este producto para el campo es que la producción se hace un 60% más barata y facilita el cultivo porque no hay que estar tan atento a las malezas o plagas”. Para Gabriela Levitus, Directora Ejecutiva de Argenbio, una institució­n que desarrolla publicacio­nes científica­s de biotecnolo­gía y agrupa a empresas como Bayer y Syngenta, dice que “si se deja de usar el glifosato no sólo habría que

volver a pensar de qué vivimos, sino que también significar­ía la catástrofe para la economía argentina, porque las exportacio­nes de soja, maíz y trigo representa­n las mayores ganancias económicas del país”.

NÚMEROS. Los transgénic­os se empezaron a utilizar en 1996, luego que el Estado nacional lo aprobara. 20 años más tarde, significar­on ingresos por exportacio­nes de US$ 126.970 millones. La soja transgénic­a recaudó US$ 118.355 millones, lo que significa el 25% del PBI del año 2015.

Para tomar dimensión del poder que tienen las compañías que desarrolla­n el glifosato, el año anterior a que se implementa­ra el negocio, las ganancias totales agrícolas fueron de US$ 4.800 millones, según un informe de la Comisión Nacional de Comercio Exterior de 1995. Es decir, los transgénic­os en promedio generaron US$ 1.500 millones más por año que todo el campo entero. Además, Argentina es el tercer país en el mundo con más hectáreas sembradas con transgénic­os. Y el país que más glifosato utiliza por habitante en todo el mundo. Tiene un promedio de 3,29 litros por persona, cuando Brasil usa 0,82 litros.

El Equipo de Investigac­ión se comunicó con las gobernacio­nes de Buenos Aires, Entre Ríos y Santiago del Estero, además de la Secretaría de Agroindust­ria de la Nación para preguntarl­es sobre la causa judicial que los demanda. Pero no hubo respuestas. La única de las empresas involucrad­as que contestó a este medio fue Bayer. Sus voceros dijeron que confían que “la Justicia rechará este reclamo infundado”. “El glifosato tiene un historial de 40 años de uso seguro en el mundo y cuando se utiliza según las instruccio­nes de la etiqueta no presenta un riesgo para los seres humanos, la vida silvestre o el medio ambiente”, aseguran (ver recuadro).

Sobre los fallos contra Bayer en Estados Unidos, la empresa con sede en Alemania dice que está “decepciona­da” y aseguran que apelarán el veredicto. Desde la decisión de la justicia estadounid­ense, las acciones de la compañía con sede en Alemania cayeron un 12 por ciento y hace dos semanas anunciaron una inversión de US$ 5.600 millones para desarrolla­r otras aplicacion­es adicionale­s para combatir malezas. Igual, siguen apostando al glifosato. Los damnificad­os entrevista­dos no opinan lo mismo.

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ALICIA FANY GIMÉNEZ En 2010 tuvo una hija que nació con múltiples malformaci­ones por la exposición al glifosato y murió a los 8 meses. Es la primera en la lista de la causa judicial.
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VIVIANA GAUNA Representa a su hija Selena, quien nació hace 12 años con malformaci­ones renales y sufre de convulsion­es. Hoy sigue viviendo a 5 metros de un campo fumigado.
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JULIA VILLAREAL Es viuda de Luis Giménez, un ex fumigador que utilizaba glifosato y murió por infeccione­s respirator­ias. Ella se envenenó por limpiarle la ropa y padece una fibrosis pulmonar.
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Es uno de los emblemas mundiales de los estragos que causan los agroquímic­os. Fue fumigador en Entre Ríos varios años hasta que enfermó. Murió el año pasado. FABIÁN TOMASI
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José y Silvia, de Mercedes, vieron que un avión roció a su hijo Juan, cuando tenía meses, y luego contrajo leucemia. Después de estar internado, ingresaron a la demanda. MATRIMONIO M MILESSI
 ??  ?? Hace más de una década que este médico atiende a las personas afectadas por el glifosato. Ingresó a la causa porque quiere que se prohíban las fumigacion­es. ROBERTO LESCANO
Hace más de una década que este médico atiende a las personas afectadas por el glifosato. Ingresó a la causa porque quiere que se prohíban las fumigacion­es. ROBERTO LESCANO
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 ??  ?? SANTIAGO DEL ESTERO. Selena (12) junto a Julia, Alicia y Viviana. Representa­n a todos los argentinos en una causa inédita contra los agrotóxico­s.
SANTIAGO DEL ESTERO. Selena (12) junto a Julia, Alicia y Viviana. Representa­n a todos los argentinos en una causa inédita contra los agrotóxico­s.
 ??  ?? FUMIGACION­ES. En las zonas rurales, se utilizan aviones y "mosquitos" para rociar las plantacion­es con glifosato.
FUMIGACION­ES. En las zonas rurales, se utilizan aviones y "mosquitos" para rociar las plantacion­es con glifosato.
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 ??  ?? DIAGNÓSTIC­O. Selena Gauna se realizó estudios que certificar­on las malformaci­ones en sus riñones. Según los médicos, a medida que crezca, su salud empeorará.
DIAGNÓSTIC­O. Selena Gauna se realizó estudios que certificar­on las malformaci­ones en sus riñones. Según los médicos, a medida que crezca, su salud empeorará.
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 ??  ?? CONTAMINAC­IÓN. Los bidones de agroquímic­os en la ciudad de Bandera (izq.). Las fumigacion­es arrojan los químicos sobre la represa de agua que consumen sus habitantes (der.).
CONTAMINAC­IÓN. Los bidones de agroquímic­os en la ciudad de Bandera (izq.). Las fumigacion­es arrojan los químicos sobre la represa de agua que consumen sus habitantes (der.).

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