Grito de Hong-Kong:
Masivas protestas que le recordaron al mundo que en China impera un régimen autoritario que cercena libertades y derechos.
masivas protestas que le recordaron al mundo que en China impera un régimen autoritario que cercena libertades y derechos. Por Claudio Fantini.
Las protestas en Hong Kong tienen un rasgo propio. La historia está plagada de luchas por la libertad. Pero siempre han sido, o bien para conquistarla, poniendo fin a un sometimiento, o bien para defenderla en el momento que está siendo atacada. En cambio, las multitudes que salen a las calles de Hong Kong están defiendo la libertad a futuro. Luchan contra lo que ocurrirá cuando empiecen a imperar sobre ellos las mismas instituciones y leyes que imperan sobre los demás chinos.
No es ahora cuando está siendo atacado el sistema de libertades y derechos que impera en la isla y su orbe. Ese ataque sucederá dentro de 28 años, cuando concluya el medio siglo de continuidad institucional y jurídica que acordaron China y Gran Bretaña para el traspaso de la soberanía.
PREVISORES. Los hongkoneses están luchando hoy por las libertades y derechos que perderán en 2047, cuando las leyes y la institucionalidad de la República Popular China reemplacen el actual sistema institucional y jurídico. Ellos no han vivido bajo el totalitarismo creado por Mao Tse-tung ni padecieron el fanatismo inquisidor de la Revolución Cultural. Crecieron bajo un sistema de derechos y garantías desconocido para el resto de los chinos.
De haber sido consultados, probablemente una mayoría abrumadora habría dicho preferir en el sistema colonial británico. El Reino Unido lo sabía, pero si no tuvo en cuenta la voluntad de los habitantes, algo que sí hizo en otras colonias, fue porque Margaret Thatcher se limitó a cumplir con los acuerdos que, en la primera mitad del siglo 19, pusieron Hong Kong bajo soberanía británica.
Tanto el Tratado de Nankín, firmado en 1848, como el Tratado de Pekín, firmado en 1860, así como el convenio sobre Wolong y los Nuevos Territorios, conferían a Londres la soberanía por 99 años. Al cumplirse ese lapso, debían ser restituidos a China.
En la década del 70 comenzó a negociarse el traspaso. Que en el poder se encontrara en ese entonces Deng Xiaoping, un líder reformista que había sido víctima de la Revolución Cultural, lubricó las negociaciones.
“Un país, dos sistemas”, la fórmula ideada por Deng para arribar tanto a la declaración conjunta chino-británica de 1984 como a la declaración conjunta chino-portuguesa de 1989, ésta Macao, era la llave del acuerdo. Pero además de dos interpretaciones sobre esa fórmula, el acuerdo llevaba un punto final para la institucionalidad diferenciada.
Cuando se firmó, a finales del siglo 20, Deng Xiaoping ya tenía claro que la economía colectivista de planificación centralizada había fracasado y n daría ni prosperidad ni desarrollo. En otras palabras, ya había decidido impulsar la apertura económica, para incorporar capitales privados.
Hong Kong y Macao eran la oportunidad de ensayar el funcionamiento del capitalismo bajo un Estado en manos del Partido Comunista. Pero