Liberté, egalité, internet
Los franceses suelen hacer punta en los grandes hitos de la historia universal, y por lo general levantan polvareda. Esta vez el Estado galo se le animó a los intocables de la economía digital: Google, Amazon, Facebook y Apple, entre otros gigantes de internet. El parlamento francés acaba de aprobar un impuesto inédito del 3% sobre los ingresos de las grandes compañías digitales que recaudan más de 750 millones de euros en todo el mundo, donde al menos 25 millones provengan de Francia. El impuesto, conocido como GAFA por las siglas de los cuatro grandes, ya generó un conflicto comercial y cultural con Washington, que salió a defender a sus magnates de la nueva economía. El propio Donald Trump -que en su momento tuvo encontronazos con el poder de Silicon Valley- abrió una investigación (sin precedentes entre ambos países) para determinar si la medida tomada en París discrimina y afecta la soberanía comercial de los Estados Unidos. El tironeo, parecido al que Trump
mantiene con China, no solo se mide en términos de finanzas. En el fondo, está en juego la idea misma de libertad y equidad para el siglo XXI.
Por un lado, toda regulación normativa y/o impositiva dirigida al tráfico digital de información y servicios en general pone en guardia a los espíritus libertarios que honestamente depositaron en internet la utopía de mayores derechos individuales respecto del control estatal en todo el planeta. Pero el vertiginoso crecimiento y diversificación del comercio vinculado al manejo y control oligopólico del Big Data obliga a repensar los límites de la supuesta “espontaneidad” de la revolución digital, que no acata fronteras ni leyes, salvo las que conviene al negocio de los nuevos dueños del tablero comunicacional global. El debate del siglo acaba de comenzar.