Un cuarto de siglo
Aquella mañana de julio de 1994 se abrió una de las heridas institucionales y culturales más dolorosas de la Argentina, por lo menos en la última era democrática. La voladura de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) no solo evidenció la vulnerabilidad física que acechaba a la comunidad judía local a manos del terrorismo globalizado. También significó la prueba de fuego de la idoneidad y honestidad de la Justicia y los servicios de Inteligencia argentinos. Lamentablemente, no han pasado airosos la prueba. Ya llevan 25 años acumulando fracaso y oscuridad.
En el largo camino de reclamos de esclarecimiento del atentado por parte de familiares de las víctimas y de buena parte de la sociedad, la dirigencia política pasó del desconcierto al oportunismo, pasando por la complicidad, la indiferencia, hasta la impotencia resignada respecto de conocer la verdad y actuar en consecuencia.
Entre los intentos fallidos de buscar respuestas, con buenas o malas intenciones, se gestó el papelón kirchnerista del
memorándum de entendimiento con Irán, que hoy hasta Cristina y su candidato presidencial designado admiten que fue un error. Un error grave, que derivó en otro hito sangriento del caso AMIA: la muerte violenta del fiscal de la Nación Alberto Nisman, episodio que recorrió el mundo para confirmar las cuentas pendientes que mantiene la Argentina con la seguridad de Estado.
La inoperancia, la cobardía y la codicia política quedaron al descubierto desde el primer momento, junto con alarmantes signos de complicidad policial. Todo ese horror humano e institucional fue investigado, analizado y denunciado por NOTICIAS desde los primeros minutos tras la explosión, cuando se puso en marcha la maquinaria periodística de la revista. Las tapas de la época se ven confirmadas por la realidad de hoy. Ojalá no hubiésemos tenido razón.