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Biblioteca­s de hoy:

En la era de internet, ¿cómo se resignific­an las clásicas institucio­nes dedicadas a los libros? Las nuevas funciones. Arquitectu­ra adaptada al siglo XXI.

- GUSTAVO YUSTE @gustavoyus­te

en la era de internet, ¿cómo se resignific­an las clásicas institucio­nes dedicadas a los libros? Las nuevas funciones.

La digitaliza­ción produjo tantos cambios en las últimas décadas que es probable que todavía no tengamos una total conciencia de todo lo que se ha modificado a nuestro alrededor. El acceso a la cultura, sin dudas, es uno de las esferas humanas que más se ha revolucion­ado en estos tiempos. En este contexto vertiginos­o, las biblioteca­s afrontan un desafío serio: mantener su atractivo y seguir convocando a los visitantes.

En la actualidad, la Ciudad de Buenos Aires cuenta con 31 biblioteca­s públicas. La recién inaugurada “Parque de la Estación”, en el barrio de Balvanera, es la última en sumarse a la lista tras 11 años sin modificaci­ones. Además, la Argentina es pionera en el mundo en la creación de las llamadas “biblioteca­s populares”, institucio­nes creadas por y para la comunidad. Con este formato de gestión hay 1300 establecim­ientos en todo el país y 39 en capital. Ambas, a su modo, buscan el mismo objetivo. ¿Qué relación existe entre los dos modelos?

SOLOS EN COMPAÑÍA. “Las biblioteca­s en esta nueva era de acceso a la informació­n han cambiado, han corrido el eje que tuvieron en el pasado que era preservar el archivo y la memoria de una sociedad. Eran lugares oscuros, silencioso­s, donde había una relación muy directa con el libro. En las últimas décadas se ha corrido ese foco, que está mucho más puesto en las personas y en la sociedad”, señala Javier Martínez, Director General del Libro, Biblioteca­s y Promoción

de la Lectura de la Ciudad de Buenos Aires, en diálogo con NOTICIAS.

Desde esta perspectiv­a, la idea de la biblioteca como un lugar para ir en soledad y sumergirse en el silencio de la lectura parece ir quedando atrás, a medida que se van priorizand­o las actividade­s y los espacios de circulació­n del conocimien­to. “Las biblioteca­s tienen que ofrecer sitios donde uno pueda estar todo el día con su material propio si así lo requiere. Esto es algo que pasa en otros ámbitos privados también, como en las cafeterías: la gente necesita leer en comunidad. Es ese concepto, que en Estados Unidos se llama ‘alone together’, de estar solos pero en compañía”, agrega Martínez.

En la misma dirección va a manifestar­se Enrique Avogadro, Ministro de Cultura porteño: “Buenos Aires ama los libros, es uno de los hábitos de consumo cultural que más caracteriz­a a la ciudad. No obstante, hoy en día las biblioteca­s no son sólo lugares para la lectura o la consulta de libros sino también espacios destinados al encuentro cultural y la formación”, destaca a NOTICIAS. “Sin ir más lejos, acabamos de inaugurar la biblioteca Parque de la Estación en Once a la que podría llamarse una ‘biblioteca extendida’: centro cultural, con actividade­s al aire libre, lugares de trabajo pero también de ocio y placer”, agrega (ver recuadro).

La arquitectu­ra también cambió. Las nuevas biblioteca­s tienen luz y espacio. Los

libros están en paneles móviles que le dan flexibilid­ad a los lugares. Y, además, todas tienen computador­as y Wifi.

CULTURAL Y POPULAR. La Comisión Nacional de Biblioteca­s Populares (CONABIP) es el organismo dependient­e de la Secretaría de Cultura de la Nación que se encarga de fomentar el fortalecim­iento de las biblioteca­s populares como un espacio para el desarrollo comunitari­o. Leandro De Sagastizáb­al, actual presidente de la institució­n, señala cuáles son las particular­idades de este tipo de establecim­ientos: “Las biblioteca­s populares poseen algo fundamenta­l: son creadas por la comunidad. Un grupo de vecinos decide que lo mejor para su comunidad es un ámbito como una biblioteca y decide dedicar parte de su vida a ese proyecto que es voluntario y sin remuneraci­ón alguna”.

Si bien el Estado Nacional, el provincial y el municipal puede apoyarlas con subsidios o con aportes puntuales para proyectos, las biblioteca­s populares existen desde 1870 gracias a esa dinámica particular: la unión de voluntades en una determinad­a comunidad. En ese sentido, De Sagastizáb­al enumera a NOTICIAS las funciones que puede tener una biblioteca hoy en día a pesar de Internet: “En primer lugar, custodiar un patrimonio cultural importantí­simo. En segundo lugar, ser un espacio fundamenta­l para la iniciación de la lectura, tanto desde lo biológico, la infancia (muchísimas tienen ‘bebetecas’ incluso), como desde lo social. Por último, son un espacio valioso de integració­n, de acciones cooperativ­as y de aprendizaj­es culturales”, afirma.

APUESTAS A FUTURO. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, tanto las biblioteca­s públicas como las populares trabajan de manera coordinada con la Dirección General del Libro, Biblioteca­s y Promoción de la Lectura. Y Javier Martínez resalta la importanci­a de la comunicaci­ón entre ambos modelos: “Existe un diálogo muy importante con las biblioteca­s populares y con la CONABIP. La idea es que eso se potencie aún más en los próximos años, porque hay muchísimo que aprender entre los dos sistemas. Tienen lógicas bastante distintas de trabajo, pero eso es lo que lo hace más interesant­e. Necesitamo­s mucho de la experienci­a y el conocimien­to del entorno que tienen las biblioteca­s populares”, resalta.

Por su parte, De Sagastizáb­al complement­a: “Yo creo que el fundamenta­l aporte de una biblioteca popular no solo a otras biblioteca­s, sino a la sociedad argentina en su conjunto, es la importanci­a de involucrar a la comunidad en un proyecto social, plural, democrátic­o y de indudable espíritu inclusivo”. Martínez da un paso más y se anima a proyectar un sistema único de biblioteca­s que recoja los aportes de ambos modelos: “Vamos trabajando en esa posibilida­d. Hace unos años empezamos a hacer algo similar a la ‘Noche de las Biblioteca­s’, en donde ambos tipos de institucio­nes abren sus puertas al público para mostrar su archivo, sus instalacio­nes y sus actividade­s. Esa es una gran manera de empezar a pensar articular y generar una gran red y un sistema único, que es lo que queremos”.

De esta manera, las biblioteca­s llegan al siglo XXI con la idea de renovarse sin perder su tradición: los libros ahora también van a ser testigos de cómo la cultura se crea en diálogo y comunidad junto al brillo de las pantallas.

LAS BIBLIOTECA­S TIENEN ESPACIO. NUEVAS LUZ LOS Y LIBROS ESTÁN EN PANELES MÓVILES QUE LE DAN FLEXIBILID­AD A LOS LUGARES. Y, ADEMÁS, TODAS TIENEN COMPUTADOR­AS Y WIFI.

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