Datos o mercadería
El escándalo de Cambridge Analytica dio la alerta global: la consultora especializada en la recopilación y el análisis de datos para el desarrollo de campañas publicitarias y políticas, había usado sin autorización la información personal volcada en Facebook por unas 50 millones de personas. Una práctica ilegal que llevó al mentor de la red social, Mark Zuckerberg, a comparecer en el parlamento británico. Y por la que la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos acaba de imponerle una multa de 5.000 millones de dólares. También a British Airways el robo de datos personales de medio millón de clientes le costó 205 millones de euros en el Reino Unido. Y el todopoderoso Google admite que escucha aproximadamente el 0,2% de las conversaciones que los usuarios mantienen con su asistente virtual. Ejemplos todos de una novedad temeraria: la tecnología, que tanto nos facilita la vida en ciertos sentidos, volvió más vulnerable que nunca nuestra intimidad.
En esta edición, investigamos los r riesgos que implica la utilización de aplicaciones en los teléfonos celulares, tanto sean privadas como públicas. ¿Sabemos, al descargarlas, que estamos facilitando el acceso a nuestro micrófono, tarjeta SIM y cámara? ¿Quién puede conocer esa información privada y cuál es su responsabilidad ante una eventual filtración? En la Argentina hay 60 millones de líneas telefónicas móviles y el gobierno nacional estima que alrededor de 38 millones de personas hacen uso frecuente de teléfonos inteligentes. La aplicación oficial más masiva es Mi Argentina, y aspiran a convertirla en el perfil digital del ciudadano. Una herramienta que traerá soluciones prácticas pero a la vez actualiza el debate sobre el destino potencial de esa base de datos cuyo valor político y comercial es incalculable.