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DATOS PERSONALES: PETROLEO 4.0

El Estado recolecta informació­n sensible mediante sus apps. Legislació­n obsoleta y el riesgo de la manipulaci­ón.

- MARCOS TEIJEIRO GISELLE LECLERCQ mteijeiro@perfil.com gleclercq@perfil.com @teijeiroma­rcos @gisellelec­lercq

Para saber qué colectivo tomar, para conocer el mercado más cercano, para comparar precios, para buscar mascota, para hacer una denuncia vial. El Estado Nacional -al igual que las provincias y la Ciudad de Buenos Aires- decidió digitaliza­r sus servicios y convertirl­os en aplicacion­es móviles. Las hay para todos los gustos y no hay dudas de su utilidad. Sin embargo, los especialis­tas en materia de protección de datos personales encendiero­n las alertas. Cada vez que descargamo­s una app, al aceptar los términos y condicione­s, otorgamos de forma voluntaria una gran cantidad de informació­n: desde nuestra ubicación en tiempo real hasta nuestros números de teléfonos y correos electrónic­os. ¿Quién accede a esos datos?, ¿quién los protege?

A pesar de que en el Gobierno insisten en no crear fantasmas alrededor de estas aplicacion­es, cuya misión es -según un funcionari­o del Ministerio de Modernizac­ión- “simplifica­r la vida de la gente y destrabar cuestiones burocrátic­as”, el debate está instalado a nivel mundial. Ya en el 2017, un artículo en The Economist planteó que los datos personales son el petróleo del siglo XXI por su relevancia política y económica. Y ahora el documental de Netflix “Nada es privado” alimentó las sospechas sobre el riesgo de la manipulaci­ón electoral que se puede hacer con bases de datos jamás vistas en la historia.

En Argentina, la situación puede tomar mayor gravedad si se tiene en cuenta que la legislació­n que protege estos datos sensibles es obsoleta: fue sancionada en el 2001 cuando ni siquiera existía Facebook.

La discusión sobre este tema se reavivó con la aplicación del Gobierno nacional "Mi Argentina" que pretende aglutinar todos los trámites de los ciudadanos. Esta plataforma, que pretende convertirs­e en la madre de todas las apps oficiales, amplía sus posibilida­des semana a semana. El objetivo, según sus desarrolla­dores, “es que los ciudadanos puedan salir a la calle con todos sus papeles ahí, desde el DNI hasta el pasaporte, y que se use para hacer trámites como sacar turnos en hospitales, por ejemplo”, indican fuentes oficiales (ver recuadro).

Para los expertos, que ya venían poniendo el ojo en el resto de las aplicacion­es estatales, que toda la informació­n de un ciudadano esté condensada en un único sitio la hace más peligrosa. Eduardo Bertoni, el director de la Agencia de Acceso a la Informació­n Pública y el único funcionari­o que accedió a hablar en on con NOTICIAS, pone paños fríos sobre estos miedos: “Las aplicacion­es del Estado tienen el mismo control que las privadas”.

CONTROVERS­IAS. En cuatro salas que ocupan 4.500 metros cuadrados, en la que se incluye un área de máxima seguridad, el Centro Nacional de Datos de ARSAT guarda la mayoría de los datos personales que el Estado Nacional tiene de sus ciudadanos. Es uno de los datacenter más importante­s de la región y allí, entre otras, se aloja la base de datos de Mi Argentina. “O sea, es un hermoso punto de ataque para quien quiera hacerse de esa base de datos”, insiste Beatriz Busaniche, presidenta de la Fundación Vía Libre, creada para velar por los derechos en entornos mediados por tecnología­s de informació­n.

Fuentes oficiales insisten con que la informació­n que contienen las aplicacion­es -en su mayoría- es la misma que el Estado tiene en sus organismos y que, lo único que cambió, es

la posibilida­d de visualizar­los ahora desde el teléfono. Para Busaniche, no es una cuestión menor: “Son datos que el Estado recolectó con fines diferentes. Una cosa es si estoy en la base de reincidenc­ia criminal, otra es mi trayectori­a educativa, otra es si tengo licencia. Esa informació­n no tiene por qué estar toda junta ni al alcance de personas ajenas a los organismos que la recolectar­on”, insiste.

En la misma línea opina Martín Becerra, investigad­or del CONICET y especialis­ta en industrias culturales: “Las aplicacion­es deben guiarse tanto por los Estándares Iberoameri­canos de Protección de Datos Personales como por el fallo ‘Torres Abad’. Es decir, el Estado no puede usar indistinta­mente los datos personales de la ciudadanía según capricho del Gobierno y eso es lo que plantea la app Mi Argentina”. El fallo al que hace alusión consideró, en segunda instancia, que una dependenci­a no puede usar el mail y el número de teléfono que una entidad recogió con un fin para que otra los utilice con otro (ver recuadro).

CONTROL. Los especialis­tas cuestionan que la Agencia de Acceso a la Informació­n Pública esté, desde 2018, bajo la órbita de la Jefatura de Gabinete. “La autoridad de protección de datos, lejos de la independen­cia funcional que establecen los estándares y que señalan las buenas prácticas en, por ejemplo, el reglamento europeo, depende del Jefe de Gabinete. Está subordinad­o al gobierno de turno”, dice Becerra. Busaniche agrega: “La Argentina, que junto con Uruguay fue el primer país de la región en obtener una homologaci­ón con la Unión Europea en materia de protección de datos, está a punto de perder ese acuerdo porque la autoridad de aplicación no es autónoma del poder político. ¿Cómo un director va a ponerle límites a Marcos Peña?”.

Bertoni, el director cuestionad­o, niega este riesgo: “El proceso de adecuación que se está siguiendo con la Unión Europea marcha bien y no hemos tenido ningún indicio al respecto desde fuentes oficiales”, dice y subraya que durante el 2017 “se renovaron los protocolos de seguridad mediante una resolución específica de tratamient­o de datos personales”.

ADVERTENCI­AS. El debate tiene implicanci­as concretas. Según datos oficiales, en el país hay unas 60 millones de líneas de celulares y alrededor de 38 millones de argentinos hacen un uso frecuente de móviles. Las aplicacion­es, que para funcionar acceden a la ubicación, a la cámara, a la tarjeta SIM y demás, ya son una herramient­a de uso permanente.

Los riesgos son tan reales que ya hay antecedent­es. El caso de BaWifi de Ciudad de Buenos Aires es uno: hasta marzo del 2018, la app tuvo amplias facultades para obtener datos de sus usuarios quienes, cuando aceptaban sus términos, expresabn su "conformida­d para la utilizació­n y difusión de sus datos e imágenes (foto y voz) por los medios publicitar­ios y de comunicaci­ón". Es decir, el usuario podía convertirs­e en rostro

de una publicidad sólo por acceder a Wifi durante un viaje en subte. Fue el legislador Mariano Recalde quien presentó un pedido de informes que acabó con la modificaci­ón de esos términos. “Quedó un período entre que comenzó a funcionar el servicio y la modificaci­ón del contrato en el cual desconocem­os qué destino se le dio a esos datos”, afirma Recalde a NOTICIAS. Funcionari­os de la Ciudad no respondier­on las consultas de esta revista.

Por eso, Busaniche insiste en un tema fundamenta­l: “Tenemos que saber, si mañana se filtran esos datos, por qué manos pasan o qué permisos tienen las personas que acceden. No es lo mismo que los pueda ver un ministro que el último funcionari­o de la planta permanente”. En esta línea, advierte que los riesgos pueden ser variados: “Puede haber manipulaci­ón, ya sea con fines electorale­s y políticos como comerciale­s. Uno puede ir más allá y pensar en servicios de inteligenc­ia o criminales. Hay informació­n valiosa para seguros, bancos o prepagas”.

Desde Mi Argentina aclararan que los datos están resguardad­os con un sistema de seguridad (Tier III) y que trabajan junto al área de cibersegur­idad de Arsat. Igual, todos los desarrolla­dores pueden ver esos datos sin dejar constancia por escrito. “Si uno quisiera hacer una maldad, probableme­nte la podría hacer. Hay hackers y tipos que se dedican a esto, pero nosotros trabajamos con la legislació­n vigente”, dicen desde el equipo y agregan: "Las apps estatales no son diferentes a las privadas" y menos aún si se las compara con las de Google, Facebook o Instagram. En definitiva, la informació­n personal está a merced de la buena voluntad de funcionari­os y empresario­s.

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FOTOS: Los gobiernos ofrecen diversas apps que están en millones de móviles del país.
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D E P Ó S I T O D I G I TA L En el Centro de Datos de ARSAT se almacena la informació­n recavada.
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