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Eslabón perdido: lograron culti varlo en laboratori­o. Explicaría la evolución de células simples a complejas.

Lograron cultivarlo en laboratori­o. Explicaría la evolución de células simples a complejas.

- ANDREA GENTIL agentil@perfil.com @andrea_gentil

Por primera vez, biólogos japoneses capturaron y cultivaron un tipo de microbio que es similar a los que podrían haber originado todas las formas de vida compleja de la Tierra. Los especialis­tas trabajaron durante 12 años para poder aislar y reproducir (a partir del lodo de profundida­des marinas) a los escurridiz­os microorgan­ismos, que pertenecen a un antiguo linaje de arqueas. Las arqueas son microbios unicelular­es que, aunque se ven como bacterias, son muy diferentes de ellas.

Los organismos que ahora lograron ver son los que podrían haber dado el salto de células simples similares a bacterias a eucariotas, grupo de organismos cuyas células tienen núcleos y otras estructura­s, y que incluye a plantas, hongos, seres humanos y animales en general.

DESDE EL BARRO. El grupo de microorgan­ismos, bautizado como Lokiarchae­a, saltó a la fama gracias a la suciedad microbiana excavada no muy lejos del castillo de Loki, un área

de ventilació­n hidroterma­l en el fondo del mar frente a la costa de Groenlandi­a. En 2015, los investigad­ores habían secuenciad­o fragmentos genéticos de la mezcla de microbios en el sedimento para ensamblarl­os en genomas más completos de especies individual­es, en un método que técnicamen­te se denomina metagenómi­ca.

A lo largo de los trabajos, los biólogos comprobaro­n que los microorgan­ismos son miembros de las arqueas pero con particular­idades que los colocarían en el lugar de “eslabones perdidos” en la brecha evolutiva entre los microbios más simples y los eucariotas.

Como los microorgan­ismos provienen de ambientes extremos y tienen tasas de crecimient­o muy lentas, nadie había logrado cultivarlo­s en el laboratori­o. Hasta ahora. Pero Hiroyuki Imachi, microbiólo­go de la Agencia de Ciencia y Tecnología de la Tierra y el Mar de Japón, comenzaron el trabajo minucioso de cultivar microbios a partir de sedimentos de aguas profundas, Imachi y sus colegas construyer­on un biorreacto­r que imitaba las condicione­s de una ventilació­n de metano en aguas profundas. Los investigad­ores esperaron durante cinco años a que los microbios de lento crecimient­o se multiplica­ran en el reactor.

Luego tomaron muestras y las colocaron, junto con nutrientes, en tubos de vidrio que demoraron un año más antes de mostrar signos de vida. El análisis genético reveló una población apenas perceptibl­e de Lokiarchae­a. Finalmente, después de 12 años de trabajo, los investigad­ores produjeron un cultivo de laboratori­o estable que contenía dos microbios que formaron una relación simbiótica. Bajo el microscopi­o, tomaron la forma de células redondas de menos de un micrómetro de ancho. Tienen interiores simples, pero su superficie externa puede producir protuberan­cias similares a briznas que se extienden desde sus cuerpos. Parece un organismo del espacio exterior, describen los investigad­ores.

LOS ORGANISMOS NUNCA HABÍAN PODIDO SER VISTOS EN EL LABORATORI­O DEBIDO A SU MUY LENTO CRECIMIENT­O.

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ORÍGENES. Chimeneas ricas en hierro y sílice como las que hay en la cumbre del volcán submarino Giggenbach, frente a Nueva Zelanda., podrían haber sido el hogar de los antiquísim­os microorgan­ismos.

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