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Santiago Vázquez: multiinstr­u mentista, compositor, director, productor y docente. Creó La Bomba de Tiempo, PAN y el rit mo y percusión con señas.

Multi instrument­ista, compositor, director, productor y docente. Creó La Bomba de Tiempo, PAN y el ritmo y percusión con señas.

- VALERIA GARCÍA TESTA @valgarciat­esta

Alos seis años quería ser baterista. A los diez, empezó a tomar clases, a los doce logró tener una goma y dos palillos y a los trece, la batería completa. Entre las primeras lecciones y la batería en casa, hubo un océano y dos acentos. De España, donde vivió con sus padres exiliados desde el ´77 al ´84, a Buenos Aires. Por entonces, Santiago Vázquez no imaginaba que iba a inventar un lenguaje de percusión con señas (basada en la improvisac­ión grupal mediante un director coordina con alrededor de 150 señas realizadas con las manos y el cuerpo), luego adoptado en todo el mundo, ni que sería una usina de proyectos eclécticos como La Bomba de Tiempo, La Grande o PAN. Pero todavía imberbe, reconoció que hacer música era un juego que le permitía vibrar.

NOTICIAS: ¿Hoy sigue siendo un juego?

Santiago Vázquez: Sí, por suerte es un juego. Lo que pasa es que la parte profesiona­l del asunto va cobrando cada vez mayor tamaño porque así es la vida… NOTICIAS: Y el talento. Vázquez: Pero me parece que el talento está del lado del juego. Lo otro está del lado del trabajo. La parte profesiona­l es convertir eso que uno recibió y en lo que invirtió tantas horas, estudio y energía, en algo que intercambi­ar con otro, que pueda servir y llegar.

NOTICIAS: Porque quería ser baterista pero no se quedó sólo en eso.

Vázquez: Claro, lo que sí me parece lindo de la vida que podemos tener los músicos es el seguir jugando, en el sentido de escuchar muy fuerte esa intuición que te va diciendo por dónde ir aunque no entiendas por qué. Y en mi caso, la suerte fue que mi mamá y mi papá hicieron todo para que yo no tuviera miedo de ir hacia donde quería. Ahora que soy padre (sus hijas tienen 10 y 14 años), me

doy cuenta de que sentirte apoyado y alimentado por una familia amorosa, te da el arrojo de meterte en terrenos desconocid­os sin temor.

NOTICIAS: ¿Nunca se encorsetó en un género?

Vázquez: Siento que mi camino no es un estilo, sino que tiene que ver con la interconex­ión de ciertos mundos que pueden parecer inconexos. Me siento pleno en las zonas de frontera, en las zonas de transición entre cosas tal vez improbable­s, es ahí donde me gusta estar, en donde se disuelve una certeza para dar lugar a otra. Cuando repito una idea, siento que estoy haciendo una pequeña concesión.

El milenio empezó para él en drama familiar. A poco de terminar el primero de enero de 2000, su padre, Marcelino “Cacho” Vázquez, se ahogó en el Delta de Tigre. Hijo único, se hizo cargo en forma intempesti­va y durante dos años de El Club del Vino, el local gastronómi­co y cultural paterno. Allí Santiago se había codeado con tangueros consagrado­s, había tocado con Néstor Marconi y le había pedido consejos a Horacio Salgán. Pero ante la tragedia, se arremangó y orquestó cuestiones comerciale­s. “Tuve que aprender a la fuerza un montón de cosas que no están necesariam­ente en el camino de un músico, pero aprendí mucho, de mi padre, de mí y de cosas del mundo”. La experienci­a fue fundante para que más tarde pudiera dar origen a La Bomba de Tiempo.

NOTICIAS: ¿Cómo es su teoría respecto a que la improvisac­ión y la percusión grupal son una metáfora social? Vázquez: Creo que no nos damos cuenta pero que es así. Tengo la sensación de que si pudiéramos verlo como música, podríamos ver que las diferentes formas de pensar la realidad parecen antagónica­s pero son complement­arias y todas necesarias. Y, más allá del ir y venir de la conversaci­ón entre ideas distintas, entender también el hecho de que somos parte de un organismo mucho mayor de lo que somos capaces de percibir, de la humanidad entera y de la humanidad dentro de algo mayor que es nuestro planeta. Somos esto muy pequeñito, pero cada uno con sus emociones, sus intereses, sus cosas que le disgustan; y toda esa colección que es cada uno está aportando a un sistema enorme que es en donde somos complement­arios. No

Cada uno está aportando a un sistema enorme donde somos complement­arios. No tendríamos que intentar imponer lo que pensamos, tenemos que ensamblar.

tendríamos que intentar imponer lo que pensamos, lo que tenemos que lograr es ensamblar.

NOTICIAS: ¿Qué se propone con PAN?

Vázquez: Con PAN la novedad no está en lo macro de la percusión con señas, que está funcionand­o y a esta altura es una comunidad muy grande en toda la Argentina y en diferentes países; sino en cómo hacer eso con músicos que son cada uno muy creativos (Nico Sorín, Mono Fontana, Sergio Verdinelli, Nico Cota, Facundo Guevara, Milo Moya, Caro Cohen, Gonzalo Arévalo y Cheykh Gueye), con estilos muy personales, acostumbra­dos a improvisar, a producir, a componer, que traen un mundo musical muy rico. El desafío está en cómo combinar mundos tan diversos en donde cada uno tiene tanto poder y puede ocupar cualquier rol en la cancha, entonces eso posibilita un juego de rotación, es una complejida­d que necesita de otro nivel de flexibilid­ad en los roles de cada uno y en lo tímbrico.

El sonido como meditación, el ruido ambiente como una sinfonía que está siempre sucediendo. Cada jueves, en C Complejo Art Media, en Chacarita, Vázquez es el anfitrión de un mega encuentro: tocan grupos de todo el país que participan en el primer Campeonato Nacional de Percusión con Señas, un grupo invitado y PAN. Todo en un espacio que simula una plaza pública donde la gente puede jugar básquet, ping pong, metegol o fútbol tenis. “Quiero que el sonido de la pelota golpeando sea parte de lo que estamos haciendo, me divierte que sea un espacio de entrecruza­miento de juego corporal y de encuentro para la percusión con señas”. NOTICIAS: En la improvisac­ión, la creación se diluye en el mismo momento en el que la hace.

Vázquez: Para mí no tiene importanci­a lo efímero en sí, pero sí estar viviendo la sensación de la creación. Estar descubrien­do y siendo partícipe de un proceso de creación colectivo o individual, es lo que me motiva, me produce la sensación de estar vivo.

NOTICIAS: ¿Eso es lo que le pasó con La Bomba...?

Vázquez: Exactament­e. En general cuando siento que algo ya está materializ­ado, me doy cuenta de que es momento de abandonar o, en el mejor de los casos, de que pueda seguir solo. El mundo sigue siendo infinito, lleno de cosas para hacer. En el caso de PAN, lo que más me fascina es el desafío de poder hacer música entre todos estos músicos tan grosos. Creo que tiene que ver con encontrar esos vínculos que pueden parecer improbable­s desde lejos y que, cuando uno se mete, te das cuenta de incidencia­s y estéticas que no veías y, desde ahí, construir.

Uno de esos puentes que tendió unió Buenos Aires con Tokio. Junto a Kavka Shishido, una cantante, baterista, actriz y modelo japonesa, fundó El Tempo, un grupo de percusión con señas. “Los percusioni­stas siempre somos la mascota del amigo del músico, porque el baterista es el amigo del músico y nosotros somos la mascota del baterista (risas). Hay estilos de música donde es completame­nte de acompañami­ento y es respetable, pero era lindo hacer algo donde la percusión sea eso a lo que mirar. A ella le encantó ese concepto y llamó a sus amigos bateristas”.

También dirige grupos de profesores que llevan la percusión con señas a programas de educación en villas de la ciudad y provincia de Buenos Aires. Algunos de esos alumnos pasaron de vender paco a descubrir que pueden hacer algo que disfrutan y que otros aplauden. “Eso le da sentido a existir con otros. Si no tenés la posibilida­d de dar algo que a vos te gusta y que el otro considere valioso, cómo vas a sentirte parte”. Lo rubrica un obsesivo de generar la experienci­a de ser uno en medio de y con los otros.

Los percusioni­stas somos la mascota del amigo del músico porque el baterista es el amigo del músico y nosotros, su mascota. Fue lindo hacer que miren la percusión”.

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FOTOS: MARCELO ESCAYOLA.
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INTERCONEX­IÓN. Se siente pleno en las zonas de frontera, en mundos que parecen inconexos y en zonas de transición entre cosas improbable­s. Ahí le gusta estar.
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DETRÁS DE ESCENA. Editó cuatro discos solista y más de veinte como productor. Fue baterista y percusioni­sta de Luis Salinas, Aznar y Lerner.

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