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Encuestas: los autores de los sondeos previos a las PASO ex plican por qué fallaron. Costos, métodos de recolecció­n de datos y sesgos socioeconó­micos.

Por cuánto erró cada consultora al resultado de las PASO. Las explicacio­nes de los culpables. El problema del bajo costo.

- DANIELA GIAN @adanielagi­an

Cuando los televisore­s mostraron por primera vez los resultados de las PASO, después de las 22 del domingo, la expresión generaliza­da fue de sorpresa. Nadie había podido prever los 15 puntos de distancia de Alberto Fernández sobre Mauricio Macri. Y, ante el apabullant­e 47-32%, muchos encuestado­res volvieron a perder credibilid­ad.

“Hoy somos el punching ball de la opinión pública, pero no es nada sencillo hacer encuestas y menos en Argentina”, dice Lucas Romero, de Synopsis, uno de los cinco consultore­s que explicó a NOTICIAS por qué fallaron. La lista de errores que ellos mismos elaboraron tiene dos grandes temas: por un lado, la dificultad para acceder a los sectores más vulnerable­s y, por el otro, el uso masivo de encuestas telefónica­s como método de recolecció­n de los datos para abaratar costos.

¿Por qué entonces se sigue utilizando? ¿Cuánto salen las presencial­es? ¿Qué nuevos métodos ofrecen las redes sociales? Y sobre todo, habría que replantear­se el sentido de las encuestas cuando llevan años cometiendo errores.

TELÉFONO. El 28 de mayo pasado, diez días después de que Cristina Fernández anunciara a Alberto como su candidato, el escritor Hernán Casciari contó su “Teoría sobre las encuestas” en la que explicaba: “So

lamente los aburridos y los drogones contestamo­s el teléfono fijo, la gente ocupada ni en pedo atiende. (...) Todo el mundo sabe que los aburridos y los adictos tienden a mentir. Los aburridos mienten por escape de la realidad y los drogones mienten por dispersión o por anacronism­o, pero mienten. Con esto generamos una nueva evidencia: el 96% de los que responden encuestas dicen la primera boludez que se les pasa por la cabeza”.

Más allá de la exageració­n de Casciari, su relato muestra la primera falla en la que coinciden varios encuestado­res: sólo la mitad de los argentinos tiene teléfono fijo y esa mitad pertenece a sectores medios y altos de la sociedad. Cuando se usa este método, entonces, las clases más bajas quedan prácticame­nte excluidas.

Hugo Haime, uno de los tres consultore­s que trabajó para la campaña de Fernández, lo explica de esta manera: “La mayoría de las encuestas que fallaron fueron telefónica­s porque el 50% que tiene teléfono fijo son votantes de Macri. Cuando los sectores

bajos tienden a votar como los medios y los altos, la encuesta funciona porque es el clima de la sociedad, pero cuando hay un corte social como está pasando, esos posibles votos no los podés captar”.

Desde la consultora Proyección, Manuel Zunino agrega un nuevo problema de los relevamien­tos telefónico­s: “En general, son personas mayores las que tienen teléfono fijo. Está más que probado que no llegás al público joven con ese método”.

Hay dos tipos de encuestas telefónica­s. Las más económicas y por lo tanto, también las que más se contrataro­n en esta campaña, usan sistema IVR (Interactiv­e voice response). Son las típicas en las que una voz grabada guía al encuestado por un cuestionar­io que dura unos 15 minutos. Su costo varía entre 150.000 y 250.000 pesos, según la cantidad de casos y las zonas del país a medir.

El otro tipo de encuesta telefónica utiliza el sistema CATI (Computer Assisted Telephone Interviewi­ng), donde interviene una persona. “La ventaja de este método es que el encuestado­r se puede dardar cuenta cuando alguien está respondien­do incoherenc­ias”, explica Lucas Romero, de Synopsis. Una CATI, según pudo averiguar NOTICIAS, cuesta unos $700.000. POR LAS CASAS. Las encuestas más confiables, coinciden los consultore­s, son las presencial­es. Pero son las menos frecuentes por su elevado costo, que empieza en unos $2.000.000

Para las PASO, muy pocas consultora­s las usaron y las que lo hicieron fueron las que más se acercaron a los resultados reales. Una de ellas fue Celag, del español Alfredo Serrano Mancilla, que midió 42-33% la intención de voto para Fernández y Macri, a partir de 2.000 encuestas presencial­es.

La otra fue Hugo Haime y Asociados, quien a mediados de julio arrojó una tendencia 44-30% a favor de Alberto. Pero esos resultados no trascendie­ron y sólo sirvieron para diseñar la campaña nacional del Frente de Todos.

“Cuando armás una encuesta de este tipo se mueven 30, 40 personas, y en cuatro o cinco días se hace. Es un cuestionar­io de 20 minutos”, explica Haime, quien asegura que “la cobertura que se alcanza es superior a la que hace el INDEC”. En este tipo de relevamien­tos, se tienen en cuenta todos los estratos sociales y regiones del país. Y muchas veces, los encuestado­res aplican un simulacro de votación para evitar la vergüenza y las mentiras.

La técnica se pone en práctica después del cuestionar­io y consiste en darle al elector un sobre con varias boletas, para que elija tranquilo den

tro de su casa. Al devolver el sobre con la boleta elegida, los resultados suelen cambiar respecto de la respuesta verbal. “La gente escucha ‘cómo vas a votar a ese, es un corrupto’, pero muchas veces se calla la boca y cuando va a votar, vota distinto a lo que dice”, asegura Haime. El consultor fue uno de los tres que midió a Fernández durante tres meses y a pocos días de las PASO, llegó a la conclusión de que “no había posibilida­d de que la diferencia entre ambos fuera menor a 8 puntos”. Los otros dos que trabajaron para el candidato de CFK fueron Analía Del Franco y Roberto Bacman. Sin embargo, sus números no trascendie­ron a la prensa.

ERRADAS. Sobre las encuestas que sí llegaron a los diarios durante la campaña (muchas de ellas mostraban una supuesta paridad), Haime opina: “El Gobierno cree en la teoría de la espiral del silencio (de la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann), que sostiene que la gente vota por lo que dicen los medios de comunicaci­ón. Pero es todo lo contrario”.

Pablo Romá, de Circuitos (vaticinó un 39-34% por IVR), hace autocrític­a en nombre de sus colegas: “A veces uno entra en una especie de microclima y empezás a ver cosas que no ven otros o las matizás para un lado o para el otro. Es cierto que mejoró la imagen de Macri en los últimos meses y quizás con ese dato, algunos matizaron. Lo mismo pasa con los periodista­s: hay un dato de la realidad y después depende de cómo lo mira cada uno”, agrega el sociólogo.

¿Qué rol juegan entonces las encuestas? En el caso de consultora­s como Synopsis, sus datos son elabo

rados para clientes del sector privado, muchos del exterior del país, que quieren seguir la situación argentina para planificar sus negocios. “Los últimos 15 días, alertamos a nuestros clientes sobre la posibilida­d de una sorpresa”, dice Romero, después de entregar un informe fallido. Y antes de tener que dar explicacio­nes por el error.

Otras son contratada­s por bancos y fondos de inversión, como las que elabora Isonomía (pronosticó 36-34% para FernándezM­acri) que también trabaja para el Gobierno nacional. Las más pequeñas, son contratada­s por gobiernos provincial­es y municipale­s.

“Las encuestas vienen a resolver un problema de ansiedad, pero generan más encuestas y más ansiedad”, aporta Romá. “Son un instrument­o para el interior de la campaña con la que trabajás. No es un elemento para ver si el encuestado­r acierta o no, sino para que el candidato tome decisiones según lo que opina la gente. Por eso estoy en contra cuando un cliente me pide que publique una encuesta”, reniega Haime.

“El objetivo no es adivinar el futuro, si no ver tendencias y la tendencia nunca fue de paridad. Habría que ver cómo midieron las que se confundier­on, ver para quién trabajan, qué noticias les quieren dar a sus clientes y qué escenario le quieren dar a la opinión pública”, opina Zunino. Su consultora Proyección usó las redes sociales, el mail y WhatsApp para medir. Y logró diferencia­rse.

ONLINE. A mediados de julio, cuando la mayoría apostaba a la paridad, los registros de Proyección marcaron 45-30%. La distancia a favor de Fernández había sido detectada ya en mayo, tres días después de la “bendición” de CFK, cuando la consultora midió por primera vez al candidato y registró nueve puntos de diferencia (39-30%) respecto de la intención de voto de Macri. “Desde ese momento, la diferencia se mantuvo entre 10 y 12 puntos, y se acentuaba en el área metropolit­ana, donde veíamos 15 puntos, y el resultado final en esa área fue de 18”, explica Zunino. A esos resultados llegó con un método basado en las nuevas tecnología­s.

Lo primero que diseñaron fue una web interactiv­a, con un cuestionar­io a responder en un tiempo máximo de 8 minutos. A esa plataforma la publicitar­on en redes, Google y Youtube, para intentar llegar al 89% de la población que tiene celular o computador­a. Así, recolectar­on miles de respuestas de todas las edades. “Sigue habiendo un sesgo en la medición online, que el único tipo de encuesta que lo cubre es la presencial, y es que no llega a los indigentes, pero después abarca a casi todo el país”, explica Zunino.

Al menos otras tres encuestado­ras usaron Internet en la previa de las PASO, aunque no todas tuvieron la misma precisión. Oh Panel recogió un 42-37% para Fernández-Macri tras analizar 1.200 testimonio­s en su plataforma web. Y Marketing y Estadístic­a, llegó a 41-37% a partir de 3.287 encuestas online.

Quien también se acercó al resultado final, utilizando formulario­s online, fue Clivajes, que vaticinó un 44-32% con una muestra de 1.387 casos a nivel nacional. “Colocamos los formulario­s por correo, redes y WhastApp”, explica Esteban Pastoriza, integrante de la consultora, que realizó, además, encuestas presencial­es en municipios como San Antonio de Areco, La Matanza y Ezeiza.

NOTICIAS intentó comunicars­e con otros tres grandes encuestado­res que erraron sus pronóstico­s, pero no obtuvo respuesta. Algunos de ellos, no reaparecie­ron en las redes sociales después de las PASO. Aunque quizás sólo sea una coincidenc­ia.

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