La bolivianización:
Hubo golpe, pero Evo es responsable del caos que causó su bochorno electoral. Los líderes de la región sólo ven lo que se ajusta a su relato.
hubo golpe, pero Evo Morales es responsable del caos que causó su bochorno electoral. Los líderes de la región sólo ven lo que se ajusta a su relato. Por Claudio Fantini.
Bolivia quedó al borde de un abismo y el continente quedó al borde de la “bolivianización”.
En el abismo al que puede caer Bolivia sólo hay dos posibilidades: dictadura o guerra civil. Y en la “bolivianización” en la que puede caer la región sólo hay dos bloques políticos: uno describe la realidad de lo acontecido como la describe Evo Morales, y el otro como lo hacen sus opositores.
En la primera descripción, hubo una elección impecable en el que el presidente derrotó una vez más a sus adversarios, que reaccionaron rompiendo la paz social y causando un golpe de Estado. En la otra, el gobierno cometió fraude haciendo estallar la indignación del pueblo, que salió a las calles a reclamar su renuncia y protestó hasta lograrla.
Las dos descripciones incluyen elementos de la realidad, pero en modo alguno toda la realidad. Por lo tanto, son parciales.
CAOS REGIONAL. Lo más grave de este tiempo no sólo está sucediendo en Bolivia; está sucediendo en toda la región. Las clases dirigentes han optado por actuar como parcialidades.
La misma palabra que se usa para llamar a las hinchadas de fútbol, sirve para describir la actitud asumida por las dirigencias que llevan la región hacia una “Guerra Fría” en la que no existen los estadistas capaces de situarse por encima de las visiones sesgadas para ayudar a pueblos que, como el boliviano, quedaron golpeados. Bolivia se estaba convirtiendo en un agujero negro y las dirigencias tomaban posición en dos tribunas enfrentadas para repudiar lo que ven desde sus propios fanatismos de hinchada. Unos ven el fraude perpetrado por un líder que lleva dos años gambeteando la Constitución para mantenerse en el poder, pero no ven las acciones golpistas y la violencia extremista que lo acorralaron, obligándolo a renunciar. Los otros ven un golpe de Estado que indudablemente ocurrió, pero no ven la inmensa responsabilidad del líder saltando límites constitucionales y urnas adversas. Ambos actúan como si no supieran que las cosas no siempre son de un modo “o” de otro. A veces son de
un modo “y” de otro. Bolivia es un ejemplo. Evo Morales es el responsable principal de la inmensa crisis institucional y política, pero hubo acciones golpistas que lo arrinconaron, obligándolo a renunciar.
En la crisis boliviana hay responsabilidades y también hay culpas. El gobierno del MAS es el principal responsable del caos desatado, pero el líder ultraconservador y fundamentalista Luis Camacho es el principal culpable de la violencia que desataron sus seguidores extremistas.
RACISTAS. En Santa Cruz siempre hubo dirigencias ultraconservadoras y racistas. Con Luis “Macho” Camacho, el conservadurismo agregó el componente religioso, creando un fundamentalismo cristiano con escasa compasión evangélica por “el otro”. Los indígenas y los izquierdistas entran en la categoría de “otro”, al que ese fundamentalismo se permite tratar con desprecio y brutalidad.
Una de las turbas opositoras dejó a la vista el componente racista de las dirigencias ultraconservadoras, perpetrando un linchamiento medieval. El mundo vio como la alcaldesa oficialista de Vinto, municipio del Departamento de Cochabamba, fue arrastrada descalza y embardunada de pintura por jóvenes con piedras, palos y los rostros cubiertos, que le cortaron las trenzas en la calle. Ese acto mostró la credencial racista de los atacantes, porque Alicia Arce, la mujer denigrada, era indígena y las trenzas son precisamente un rasgo de esa identidad étnica.
Esta es una de las pruebas de que en la oposición a Morales no todos son demócratas y moderados. Carlos Mesa lo es, pero se dejó correr por derecha y terminó asumiendo posiciones a contramano de lo que se necesitaba para salvar la paz social.