LA BIBLIA AL PODER
Lo que ocurrió en Bolivia tras la salida de Evo Morales, fue la pulseada por la conquista del escenario entre la dirigencia ultraconservadora y la dirigencia democrática. En el segundo día de la era pos-Evo, el líder de la ultraderecha religiosa, Luis Fernando Camacho, ya había borrado del escenario al moderado Carlos Mesa.
Sus brutales fuerzas de choque habían desatado la violencia que provocó la renuncia. Se adueñaron de La Paz y, con la ayuda de policía y ejército, lograron que las masas pro Evo no bajaran al corazón de la capital. Por esas horas, el mundo veía por primera vez a una mujer que, convertida en un manojo de nervios, hablaba lloriqueando ante las cámaras. Era la vicepresidenta del Senado y pertenece a un partido derechista de Beni, departamento que, junto con Pando, tienen dirigencias cercanas a las de la dura Santa Cruz de la Sierra, el bastión de Camacho.
Como la presidenta del Senado, Adriana Salvatierra, y Víctor Borda, presidente de los diputados, habían sido obligados a renunciar para desarticular la línea sucesoria (son del
MAS), era Jeanine Añez quien debía asumir la presidencia de Bolivia.
Pero para eso el Congreso debía primero aceptar la renuncia de Morales, y nombrar a Añez presidenta del Senado, ocupando el lugar de Salvatierra para convertirla instantáneamente en presidenta. Debía darse con la presencia y el voto de los legisladores del MAS: 25 de los 36 senadores y 88 de los 130 diputados. Pero esos legisladores jamás pudieron llegar al recinto, bloqueados por las barricadas de los seguidores de Camacho y fuerzas militares. De tal modo, la designación de Añez se dio de modo irregular. La postal más reveladora llegó con Añez proclamando la llegada de Dios al gobierno y caminando hacia el Palacio del Quemado levantando con las dos manos una Biblia gigantesca. Para ser ungida, Jeanine Añez parece haberse entregado a la causa de la derecha dura.