Julio Le Parc:
El artista cierra un año con tres exposiciones en Buenos Aires. Público sensible y escapar de la tendencia.
el artista cierra un año con tres exposiciones en Buenos Aires. Público sensible y escapar de la tendencia.
No hay duda de que el 2019 pasará a la historia como el año de Julio Le Parc. A 61 años de su partida de Buenos Aires y con una vida a la vanguardia del arte óptico y cinético, el artista radicado en París y reconocido en todo el mundo volvió a la ciudad para ser triplemente profeta en su tierra. Así, mientras exponía su mayor retrospectiva hasta el momento en el Centro Cultural Kirchner, en el Museo Nacional de Bellas Artes se repasaban sus orígenes, y en el Centro de Experimentación del Teatro Colón sus inquietudes actuales, todo bajo la dirección artística de su hijo Yamil. El broche de oro, sin embargo, se dio el pasado 2 de noviembre, cuando en La Noche de los Museos proyectó sus obras en el Obelisco, en una suerte de happening en vivo en el que llegó a sentir el afecto del público como nunca antes: “escuchaba que me gritaban ‘¡Julio!’ y me pedían fotos…
Aunque algunos también me decían Eugenio y pensé que estaban equivocados, pero después entendí que decían ‘un genio’”, bromea sonriente, cerrando un año que lo moviliza y alegra en partes iguales.
NOTICIAS: ¿Podríamos decir que culturalmente este fue “el año Le Parc”? Julio Le Parc: No sé, pero estoy muy contento y sorprendido del resultado. Quedé muy contento con la
presentación en conjunto, tanto en el CCK como en el Museo de Bellas Artes y el Colón. Siempre digo que tengo mucha suerte, y en este caso más todavía. Lo del Obelisco también tuvo una especie de desafío, porque en poco tiempo había que organizar el guión, la música, los factores técnicos, el equipo, y el resultado fue muy bueno. Me sentí un espectador más, y fue emocionante.
NOTICIAS: La muestra del CCK es la más grande que ha hecho. ¿Qué le sucede cuando la recorre?
Le Parc: A veces pienso que es otra persona la que hizo todo eso. Tengo tantas obras que están asociadas con un recuerdo... Además, van tomando como una vida independiente, particular, en la manera en que se relacionan una con otra. Y algunas me terminan dando la sensación de que las veo por primera vez.
NOTICIAS: ¿Tiene alguna obra que nunca podría vender, dado lo querida que le resulta?
Le Parc: A mí no me gustaría vender ninguna. Pero entiendo que siempre siguen siendo mías, dado que fui quien las hice. Y cuando las veo expuestas me gusta que estén a disposición del público.
NOTICIAS: ¿Cuánto le interesa la devolución del público?
Le Parc: Me hiciste acordar que no consulté si habían puesto el libro para que la gente escriba… [n. de la r.: se da vuelta y le consulta a una asistente; se queda tranquilo cuando le contestan que sí]. Me gusta que la gente firme y pueda dejar alguna frase, es algo que repito en mis exposiciones. Desde mis inicios, cuando trabajaba en grupo, me gustaba prestar atención a lo que el público opinaba. Se creía desde entonces que la opinión de la vanguardia residía en la Escuela de Bellas Artes, que el público general era incapaz de apreciar el arte más sutil. Y en realidad son mejores las condiciones naturales y sencillas que llenar lo que se presenta de explicaciones teóricas y filosóficas. En todas las exposiciones que he hecho descubrí que el público está en mejores condiciones de decir cosas que los propios críticos de arte. Tiene una mirada fresca, directa, sencilla, no está deformado por el criterio o valorizaciones artificiales. La idea de mi arte no es someterse a criterios de afuera o que la gente tenga que aprender cómo ver un cuadro.
NOTICIAS: ¿Le costó mucho poder vivir de su arte?
Le Parc: Hasta que me fui a Francia, en el ’58, siempre tuve que tener un trabajo paralelo. Recién ahí pude tener las 24 horas del día para mí y dedicarme por completo a mi arte. Y aunque fuera difícil desde el punto de vista económico y remunerativo, porque la beca era pequeña, lo importante era que podía disponer de ese tiempo sin necesidad de buscar un empleo o volver a Argentina.
NOTICIAS: Contó muchas veces que en esos años trabajaba de sol a sol en su arte. ¿Cómo es hoy su rutina?
Le Parc: Sigo haciendo obra, de la mañana a la noche. Pero ya no pongo el despertador. De adolescente sufrí mucho levantarme para salir corriendo a trabajar, así que ahora me despierto solo. Después pinto todo el día, aunque en los últimos años empecé a tener una pequeña siesta por la tarde. La gente que colabora conmigo se va alrededor de las 6 de la tarde y yo sigo hasta las 8 o un poco más.
NOTICIAS: ¿Cuáles son hoy sus inquietudes?
Le Parc: Dentro de lo que he hecho siempre digo que hay pendientes. En lo que hice veo obras que pueden prolongarse y dar lugar a otros temas, hay como un fondo muy amplio. Ideas o sugestiones que me llevan a cosas ya hechas, y entonces retomo. Y así aparecen cosas nuevas que puedo desarrollar de otra manera. A veces incluso me pasa que estoy tratando de resolver algo y termino dándome cuenta de que esa idea ya la he resuelto muchos años antes.
NOTICIAS: ¿Lo sigue disfrutando? Le Parc: Completamente, todo el tiempo. Sigue siendo como una sorpresa.
NOTICIAS: Se fue de aquí a los 30 años. ¿Cuánto quedó de Argentina en su arte?
Le Parc: Siempre digo que de donde uno viene, uno es. Por eso creo que cuando me fui de Argentina ya estaba hecho, formado. La niñez en Mendoza, la adolescencia y juventud en Buenos Aires y todo lo que me sucedió en esos 30 años me hicieron. No fui a París a aprender, fui a ver qué pasaba porque era el centro del arte. Pero no me sometí a la moda de ese momento, sino que fui buscando en mi arte entre las cosas que me interesaban y conocía, que ya había estudiado acá. Visité durante una semana las galerías y museos, y después lo único que me interesaba era quedarme con mi papel y lápiz en el cuarto del hotel. Y me dediqué a trabajar y trabajar, porque me di cuenta de que era lo único que podía dar resultado. Mucho más que la vida de bohemio, ir a los cafés por las noches, conocer gente y discutir. Eso no me interesaba.
A veces pienso que fue otra persona la que hizo mis muestras. Van tomando vida independiente y algunas terminan dando la sensación de que las veo por primera vez.
NOTICIAS: O sea que al final se fue para encontrarse a sí mismo.
Le Parc: Sí, a desarrollar lo que ya tenía dentro. Fue duro aparecer ahí a los 30 años y tener que rebuscármelas, pero al mismo tiempo esa dureza fue favorable, porque me hizo exigirme más.
NOTICIAS: ¿Cómo ve el arte argentino y latino en el mundo? ¿Tiene un cierto lugar?
Le Parc: El problema es que las grandes potencias quieren la hegemonía también del arte, por razones políticas, económicas, ideológicas. Sobre todo Estados Unidos. En los 50 y 60 decidieron que además de ser los más fuertes desde el punto de vista económico tenían que ser también los mejores del mundo en artes plásticas. Entonces establecieron estrategias y lo fueron logrando. Lo más triste es que muchísimos países se sometieron a eso. La obsesión por ser los mejores floreció en todas partes, y ahora no hay quien pueda poner en cuestionamiento la primacía del arte norteamericano. Sin embargo, puede ser que haya un resurgimiento y un contrabalanceo del arte latino en estos últimos años.
NOTICIAS: ¿Es de ir a exposiciones de colegas? ¿Qué le gusta?
Le Parc: Cuando voy a las exposiciones me pongo en espectador, sin juzgar. Puede haber cuadros figurativos, de otras naturalezas, no estoy obsesionado con lo que hago. Puede haber cosas interesantes en todas las tendencias, e incluso me puedo sentir más identificado con algunas cosas de artistas figurativos o abstractos que con otros geométricos, que a veces pueden ser muy repetitivos.
NOTICIAS: ¿En su casa hay arte de otros?
Le Parc: No tengo la naturaleza de coleccionar arte. A lo mejor hay alguna que otra obra dando vueltas por razones sentimentales… Tengo un cuadro de Onofrio Pacenza, que fue mi profesor de geometría en la escuela preparatoria, cuando era adolescente. Descubrí que pintaba unos paisajes muy lindos, y no hace mucho hice un cambio por uno mío con un coleccionista que tenía obra de él.
NOTICIAS: ¿Le importa el éxito, el reconocimiento?
Le Parc: Más que el éxito, sentir que mi trabajo y las cosas que he hecho llegan, y hasta provocan las ganas de manifestármelo. También siempre es interesante leer la crítica, porque a veces me marcan cosas de las que no me había dado cuenta, o plantean enfoques diferentes.
NOTICIAS: ¿Qué más disfruta aparte de trabajar?
Le Parc: Me gusta mucho escuchar música y comer bien. Disfruto la buena compañía. Por suerte a mi mujer le gusta mucho cocinar y me hace ricas comidas. Sin embargo, soy pésimo para las reuniones sociales, solo puedo intervenir cuando hay algo para resolver. Puedo discutir cuando hay reflexión en común, como los movimientos de estudiantes en su momento, pero ir a una cena y tener un concepto, vocabulario y opiniones afirmadas me aburre. Me gusta escuchar a los que tienen seguridad en lo que dicen, pero no me gusta meterme en controversias.
NOTICIAS: Hace un tiempo, a Marta Minujín le preguntaron qué hacía los fines de semana, cuando no trabajaba, y contestó “sufro”. ¿Es su caso?
Le Parc: No, porque no distingo sábados y domingos. Puede haber un corte, un paseo en un parque, pero sigo trabajando. Y es que bajo 15 escalones y estoy en el taller. No tengo el taller en casa, directamente vivo en él.
El problema es que las grandes potencias quieren la hegemonía también del arte, por razones políticas e ideológicas. Lo más triste es que muchísimos países se sometieron.