La Argentina profunda
El caso Alperovich desnuda una realidad incómoda y a menudo ignorada por los grandes medios. Hay otra Argentina además de la que se describe en los discursos políticamente correctos de los candidatos y en el prime time televisivo de la Capital. Esa otra Argentina que preferimos no ver es un país feudal, profundamente machista, trágicamente corrupto. El caso del ex gobernador de Tucumán a quien una sobrina ahora denuncia por violación es la nota de tapa de este número y abre la puerta a ese otro país maldito.
En la investigación que comienza en la página 100 no solo se echa luz sobre ese supuesto, sino que además se retrata la trama de nepotismo, aprietes, miedo, negocios con cajas estatales y control de la Justicia que domina la escena tucumana de la última década en que Alperovich la gobernó tres veces. Se trata, en definitiva, del caldo de cultivo que posibilitó la impunidad que recién ahora, con su testimonio tan valiente como tardío, quebró la sobrina del ex gobernador.
Pero enfrentar esos miedos y animarse a señalar al hombre fuerte del feudo no es gratuito, como lo comprueba la intensa campaña de desprestigio y los carpetazos que la pariente de Alperovich viene sufriendo desde que rompió el silencio. A tal punto que el propio ex gobernador difundió el nombre de la víctima en sus redes sociales cuando salió a desmentirla, un escrache público que bien puede leerse como una segunda violación.
La caída del señor feudal, que pidió licencia en el Congreso nacional a partir de esta denuncia, ya era un hecho al cierre de esta edición. En la interna del nuevo poder su espacio también ha quedado deslegitimado. Juan Luis Manzur, el gobernador preferido del Presidente entrante, es el rival de Alperovich en la provincia. Aunque, claro, no todo es tan sencillo: antes de eso fue su vice y su protegido político.
La Argentina profunda no cambia de un día para el otro ni se resume en un solo nombre.