LÓGICAS DE UN CAUDILLO
José Alperovich tuvo en un puño a Tucumán durante 12 años. Administró el Ejecutivo, el Poder Legislativo funcionó como una suerte de escribanía (42 de los 49 legisladores eran oficialistas) y colonizó la Justicia al construir una mayoría automática en la Corte Suprema. De hecho, nombró él, en 2015, a la fiscal María del Carmen Reuter, quien está a cargo de la denuncia por violación que le adjudicó su sobrina.
Metáfora de lo peor del caudillismo, comprendió que el poder se le comenzó a escurrir por las manos cuando en junio de este año intentó sin éxito volver a la gobernación. Sin el aparato clientelar le fue imposible. Finalizó en un humillante cuarto lugar.
Fue radical, pactó con el gobierno democrático de Bussi como opositor y luego se cruzó al PJ. Fue ministro de Economía de Julio Miranda. Estuvo en el Senado entre 2001 y 2003, hasta que finalmente saltó a comandar la provincia. Fueron solo 12 años como gobernador porque no hubo consenso para retocar otra vez más la Constitución. Comulgó con idéntico fervor con Duhalde, Kirchner y Cristina. Ahora en licencia, su mandato en el Senado vence en 2021. Imaginar un eventual desafuero es aún improbable.
Ap A pesar de la denuncia por vi violación y otros escándalos, Alperovich y su esposa Bea Beatriz Rojkés se mantienen unidos. un Los dos siguen de cerca la fortuna familiar, que se multiplicó desde que desembarcaron en el poder en 2003, según lo reflejan sus propias declaraciones de bienes. De tener una concesionaria de autos pasaron a administrar empresas constructoras, inmobiliarias y financieras. Se ampliaron a compañías productoras de soja, ganado y una exportadora citrícola. Son ricos. La historia del feudo y el caudillo es conocida. El final, sin embargo, esta vez es incierto.