Esposas de presidentes
Con un rol que no tiene marco legal ni reglamentario, sin haber sido elegida más que por su pareja, no tiene responsabilidades pero las asume como consecuencia de un poder irradiado.
Destenay, marido del jefe de Gobierno luxemburgués Xavier Bettel. Que los mandatarios y las mandatarias viajen sin acompañantes afectivos, es un principio para que ellas (o ellos) sigan con sus actividades profesionales y personales y no se conviertan en damas o caballeros de compañía.
Lopreite pone la lupa en los medios y señala que las primeras damas “son transformadas por ellos en celebrities que se mezclan con actrices y modelos y proveen de noticias”. Lo mismo piensa Mabel Bianco: “El periodismo les da prensa a estas señoras y entonces se cierra el círculo que queremos quebrar. Lo ideal es que continúen su vida. Cuánto menos se hable de ellas, mejor”.
Para Dora Barrancos, en los últimos cuatro años, hubo una operación mediática en la que “se consagraban las virtudes relativas diferenciales de Juliana Awada versus Cristina Kirchner, fue una operación ridícula mostrando a la familia presidencial como ejemplar. Y dio su resultado, no de primera dama pero sí de 'entrañable y distinguidísima compañía', de 'hechicera', que es otra cosa”, afirma. Lopreite coincide y lo califica como “despliegue marketinero de la gestión macrista”: “Al principio se copiaron algunas cosas de los Obama: Juliana también tenía una huerta en Olivos como
Michelle y acompañaba en eventos que tenían que ver con la infancia y el empoderamiento de mujeres líderes, aunque no le conocemos casi ningún discurso”.
Es cierto que algunos medios suelen hacer un “mejunje” de estereotipos “machirulos”. Pero también es verdad que a nivel protocolar ellas tienen agendas públicas y manejan presupuestos. Y algo no menor: la política se nutre del factor emocional, entonces suma puntos el nacimiento de un hijo, presentarse como “una pareja ideal” o afrontar un duelo. El debate entre los candidatos a presidente de 2015 fue ejemplo: mientras que Mauricio Macri y Juliana Awada se besaban para la tribuna; Daniel Scioli recibía el premio consuelo de un abrazo torpe que le daba Karina Rabolini. Pronto quedó en evidencia que ellos ya no eran pareja y que el entonces gobernador tenía otra relación a partir de la que, a los pocos meses, fue padre.
En democracia votamos y los funcionarios que no son electos en forma directa, deben atenerse a un marco legal. La nueva gestión que llega a la Casa Rosada tiene una oportunidad de hacer historia, también en este sentido.
“SU CAMBIAR ROL PUEDE DE ACUERDO CON LAS COSTUMBRES DEL PAÍS Y LO QUE SUS VOTANTES ESPERAN”. DÉBORA LOPREITE.