Reescribir la historia
Giselle. Ballet en dos actos. Cor.: Jorge Amarante. Intérpretes: Sofía Menteguiaga, Facundo Luqui. En El Nacional.
Porqué emprender la relectura de obras que ya son clásicos? La adecuación de la historia a los parámetros de la actualidad, es uno de los motivos. La idea es válida cuando no hay una mera transcripción con mínimas variaciones, sino un material nuevo, donde el fondo se mantiene y se trabaja sobre la forma. La versión de Jorge Amarante de “Giselle” es absolutamente respetable. Como bailarín conoce el original en detalle, sintiéndose interpelado por la obra para darle una sólida mirada personal; la ausencia de decorados y atemporalidad del vestuario deja la danza al desnudo. Con un lenguaje netamente contemporáneo, Amarante logra sus mejores momentos en el segundo acto, donde el sexteto de temibles willis llevan a cabo su venganza sin piedad. El tensionado ambiente está aquí logrado a pleno por el coreógrafo, quien recurre a una gestualidad cercana al expresionismo, con cortantes movimientos de brazos y piernas. Amarante también rescató interesantes fragmentos de la partitura original que habitualmente se descartan: como ejemplo la variación de Giselle del primer acto con solo de flauta.
El placer de ver a Sofía Menteguiaga nos reencontró con una bailarina argentina internacional. De extendidos port de bras, Menteguiaga, cuya máscara no va detrás de su estupenda condición técnica, mostró pleno dominio de los códigos contemporáneos. El resto del elenco, en su mayoría integrantes del Ballet Estable del Colón, estuvo a la altura de la propuesta: buen partenaire el juvenil Facundo Luqui, excelentes las actuaciones de Analía Sosa Guerrero como la madre e Iara Fassi como la reina de las willis, y expresivo Tomás Carrillo como Hilarión.