Estamos rodeados
Brasil, Chile, Perú y Paraguay, en lo peor de la pandemia. Mala gestión, relajamiento de los cuidados. Qué hará la Argentina.
La temible segunda ola parece ya estar a las puertas de América del Sur. Los países vecinos de la Argentina están viviendo un aumento en la cantidad de casos de Covid-19 como nunca antes (caso de Brasil y Paraguay), o similar a la que experimentaron en junio y julio (casos de Chile y Perú). Y esto se da incluso con las campañas de vacunación ya comenzadas y ya a la entrada del otoño. ¿Por qué? ¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Puede la Argentina evitar o al menos demorar caminar por un sendero similar?
La situación de Chile es, a primera vista, paradojal. Además de una cantidad de nuevas personas detectadas con Covid-19 más elevada que la registrada en los peores meses del invierno, el país tiene una ocupación de camas de cuidados críticos que llega en ciertas zonas al 95 por ciento. Es decir, el sistema sanitario está saturado, estresado, al borde.
Y sin embargo, Chile es el país de América latina que más cantidad de vacunas contra el coronavirus SARSCoV-2 ha aplicado: alrededor de una cuarta parte de la población chilena ha sido vacunada (el total de ciudadanos de la nación trasandina es de 19 millones). Y la mitad de los inmunizados tienen 60 o más años.
Sin embargo, los cuidados de la población para prevenir los contagios se relajaron mucho. El Colegio Médico de Chile advirtió en la última semana que el sistema de permisos para salir de vacaciones que implementó el Gobierno chileno en el verano "fomentó el aumento de los contagios". Entre 4 y 5 millones de personas se movilizaron por el país, fruto de las aperturas. Pero eso no es todo.
En realidad, Chile nunca logró (y sus autoridades sanitarias no lo buscaron) aplastar la curva de contagios del coronavirus pandémico. Lo que hubo fue una baja de nuevos casos, que se mantuvo en una meseta alta. Verano. Relajamiento de los cuidados. Entrada de nuevas variantes del coronavirus, más transmisibles.
A esto se suma que la vacunación se realiza sin una campaña de salud que deje en claro que vacunarse no es colocarse un traje blindado, sino que es imprescindible continuar con el uso de barbijo bien colocado, guardar distancia física de dos metros con otras personas, ventilar los ambientes cerrados. Y el efecto de las vacunas no es inmediato: la elaborada por el laboratorio chino Sinovac, que es la que más se está aplicando
en Chile, consta de dos dosis, con al menos 21 días de diferencia. El efecto protector aumenta recién a lo largo de la segunda semana de colocada la segunda dosis. Es decir que hasta ahora solo un 5% de la población vacunada está inmunizada, y la eficacia de esa vacuna, además, es del 52% en lo que a reducción de casos graves y muertes se refiere.
De manera que el actual Chile, con su sistema hospitalario colapsado, parece ser un mix de realidad biológica compleja con comportamientos sociales poco inclinados a los cuidados y decisiones gubernamentales de aperturas en un contexto sanitario frágil.
BRASIL. La situación en el país gobernado por Jair Bolsonaro es desesperante. Solo en la última semana los nuevos fallecimientos superaron la cantidad de 13.000 y se sumaron más de 470.000 casos, de acuerdo con el monitor de la pandemia creado por la Johns Hopkins University. En 22 de los 26 estados de la nación la capacidad hospitalaria está casi colmada (incluso en las clínicas y sanatorios más elegantes, se ubica en entre el 85% y el 100% de ocupación), la variante P.1 descripta en Manaos (capital del Amazonas) ya se extendió por todo el territorio y no hay organización desde el gobierno para ordenar lo que sucede en esa extensa y muy diversa geografía.
Esa variante, la P.1, ha sido caracterizada por los científicos como más contagiosa, con lo cual lleva a un aumento de contagios y de muertes. Pero, sobre todo, y aún cuando faltan estudios para tener la certeza, la hipótesis de los especialistas es que puede eludir el efecto inmunizador de al menos algunas de las vacunas actualmente disponibles contra la Covid-19. Datos preliminares de algunos estudios indican que esta variante podría ser hasta dos veces más contagiosa que el virus original, y que además sería capaz de evadir la inmunidad adquirida por una infección previa, aumentando el riesgo de reinfección hasta en un 60%.
Jair Bolsonaro acaba de designar al cuarto ministro de Salud en lo que va de la pandemia, y desde el primer caso registrado en Brasil negó la gravedad de la situación, casi la existencia misma del coronavirus, y estuvo en contra de articular una acción central para contener el avance de los contagios y muertes. No solo eso: se opone a las medidas más básicas de prevención, rechazando el uso de barbijos, el aforo para reducir cantidad de personas en comercios cerrados, y el distanciamiento social.
Cada Estado brasileño, de alguna manera, tuvo que ir por las suyas y así fue como algunos optaron por ciertas medidas para restringir la circulación de personas (con el objetivo de frenar los contagios) mientras que otros no tomaron medida alguna.
A eso se suma que la decisión de comprar vacunas se tomó tarde y recién en las últimas semanas comenzaron a llegar dosis, cuando el país ya es el segundo en cantidad de casos y decesos, detrás de los Estados Unidos. Actualmente, solo el 1,4% de la población brasileña ha sido vacunada.
Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se viene advirtiendo
sobre la situación de Brasil, especialmente por el impacto que la misma podría tener en toda la región. Thedros Adhanom, director general del organismo, fue terminante: “Brasil es vecino de casi todos los países de América del Sur, que están mejor en términos epidemiológicos. Pero si la situación continúa siendo grave, esos países vecinos se verán afectados, e incluso podría ir más allá. La situación es profundamente preocupante y las medidas que se deben tomar deben ser lo más serias posibles para lograr un progreso significativo”, advirtió.
PERÚ Y PARAGUAY. Mientras tanto, y aunque no alcance las proporciones de lo que sucede en Brasil, tanto Perú como Paraguay están viviendo un empeoramiento notorio de la situación. En el primer caso, se tomaron medidas sanitarias como cuarentenas y aislamientos (de hecho, a los 10 días del primer caso se decretó una), pero en la actualidad el exceso de muertes por millón de habitantes es muy alto (es decir, aquellos fallecimientos que se estima están relacionados con la pandemia). También en Perú los hospitales y clínicas están colapsando, dentro de un sistema de salud con muy pocas unidades de terapia intensiva: 1.656 UTI para 33 millones de habitantes.
La vacunación en Perú comenzó en febrero, pero los casos de corrupción que llevaron a la destitución de un presidente y a la puesta en funciones de cuatro ministros de salud diferentes en el último año, no ayudan a mejorar la situación causada por el coronavirus.
Durante meses, Paraguay pareció poder surfear exitosamente el tsunami sanitario y económico que implicó la pandemia causada por el SARS-CoV-2. Pero ahora la situación en el país es radicalmente la opuesta: faltan medicamentos básicos y la mayoría de las cirugías que no son de emergencia han sido suspendidas por falta de insumos. En un país de 7 millones de habitantes, hasta el cierre de esta edición solo se habíana recibido cuatro mil dosis de la vacuna SputnikV y una donación de 20.000 dosis de la vacuna fabricada por Sinovac.
Hay protestas en las calles contra el gobierno de Mario Abdo Benítez mientras la cantidad de nuevos casos confirmados se duplicó en menos de un mes, alcanzando niveles nunca visto antes.
¿Y LA ARGENTINA? El país está en una meseta alta, con un promedio de casos nuevos que ronda los 6.742. Muy alto si tenemos en cuenta que varios países de Europa, antes de la segunda ola que arreció entre diciembre y enero, estaban en números muchos más bajos que ese. La vacunación comenzó pronto y va aumentando en intensidad, pero sigue siendo baja. Y, de alguna manera, es un país rodeado de situaciones epidemiológicas muy complejas.
“Tal vez sea necesario cerrar las fronteras por un tiempo, como medida concreta, pero dudo que sea muy efectiva. Eso sí: si se toma una acción como ésta, hay que tomarla a fondo. Eso de reducir "un poco" los vuelos y el tránsito no tiene sentido”, opinó el ex secretario de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein, en su cuenta de Twitter.
Por lo pronto, la ministra de Salud de la Nación Carla Vizzotti, no cree que cerrar herméticamente todo sea una solución. Sí testear, controlar, aislar a los recién llegados. “Porque si un vuelo se cierra, siempre se puede triangular el viaje, ya nos pasó en la pandemia de gripe H1N1 del 2009”, recordó, en un encuentro con periodistas científicos del que participó NOTICIAS.
Hasta el cierre de esta edición, el Gobierno analizaba qué medidas tomar, y uno de los ejemplos a considerar era el de Canadá: solo permite el ingreso de viajeros por razones esenciales (no turismo, por caso), y tanto los tests de PCR como el alojamiento durante el aislamiento son gastos que corren por cuenta de la persona que llega al país.