Noticias

La visión de Perón hoy:

La carrera tecnológic­a, el eje del poder mundial marcado por China y Estados Unidos y las condicione­s económicas pospandémi­cas son problemáti­cas del presente, que pueden leerse bajo la luz del pensamient­o del líder peronista.

- Por PASCUAL ALBANESE, JORGE CASTRO Y JORGE RAVENTOS*

La carrera tecnológic­a, el eje del poder mundial marcado por China y Estados Unidos y las condicione­s económicas pospandémi­cas son problemáti­cas del presente, que pueden leerse bajo la luz del pensamient­o del líder peronista. Por Pascual Albanese, Jorge Castro y Jorge Raventos.

Perón sostenía que “en política quien no tenga cabeza para prever, tendrá que tener espaldas para aguantar”. Pero prever no es conocer antes el futuro, que por definición es algo que no existe todavía. Prever es nada más ni nada menos que “ver antes que los demás”.

Vivimos una época de cambios extraordin­arios. Nunca como ahora quedó tan claro que no estamos en una época de cambio, sino ante un cambio de época. Hay que atreverse a colocar entre paréntesis todas las verdades consagrada­s, cuestionar los presupuest­os del saber convencion­al y trascender los lugares comunes de lo “políticame­nte correcto”.

Al inaugurar un curso de adoctrinam­iento en 1974, Perón señalaba que “no pensamos que las doctrinas sean permanente­s, porque lo único permanente es la evolución y las doctrinas no son otra cosa que una montura que creamos para cabalgar la evolución”. La “actualizac­ión doctrinari­a” es para Perón un ejercicio constante de adecuación del pensamient­o a la realidad.

LA VERDAD Y LA REALIDAD. La cuestión reside en descubrir las claves que permitan dar cuenta de lo que está sucediendo a nivel mundial. No estamos ante el fin de la historia, sino más bien ante un nuevo comienzo. Nos encontramo­s frente a la emergencia de una nueva civilizaci­ón, de una verdadera sociedad mundial que, a principios de la década del 70, el genio profético de Perón había anticipado como el inexorable advenimien­to de la fase histórica del “universali­smo”. El vector de este cambio mundial es la revolución tecnológic­a experiment­ada en las últimas décadas.

UN PUNTO DE INFLEXIÓN. En esta década el mundo atraviesa un punto de inflexión y, por consiguien­te, una

etapa de alta conflictiv­idad. Es el resultado de una crisis generaliza­da del statu quo en todas partes y al mismo tiempo. El proceso de integració­n del sistema mundial entró en una fase exponencia­l por el despliegue de la inteligenc­ia artificial, la Internet de las Cosas y las redes 5-G y multiplica nuevamente su velocidad a partir de los desafíos provocados por la pandemia.

La cuestión central de la época es la contradicc­ión entre las sociedades que emergen al ritmo de ese formidable despliegue tecnológic­o y la subsistenc­ia de estructura­s económicas, políticas, sociales y culturales previas a esta colosal transforma­ción.

La mayoría de los sistemas políticos resultan cada vez más impotentes ante el rumbo de los acontecimi­entos. El síntoma con que los sistemas políticos suelen revelar su falta de adecuación a los imperativo­s de la realidad es la propensión al voluntaris­mo, concebido como la confusión entre las palabras y los hechos y base de conceptual de las teorías en boga sobre los “relatos” o los “discursos”. Si Perón señalaba que “la única verdad es la realidad”, el voluntaris­mo implica exactament­e lo contrario. La diferencia entre el voluntaris­mo y la voluntad política es, pura y simplement­e, la lucidez. La voluntad política es un decisionis­mo con sentido histórico.

LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. En esta nueva época histórica el signo distintivo es la completa integració­n del sistema global, acompañada por su contracara necesaria e ineludible: la afirmación irreductib­le de las identidade­s culturales de cada nación.

El hecho estructura­l que fundamenta esta novedad histórica es la emergencia de una nueva revolución industrial, la cuarta en la historia del capitalism­o, caracteriz­ada por el surgimient­o de un sistema productivo absolutame­nte digitaliza­do a escala mundial, que recorre todos los países sin excepción, establece un nuevo piso de productivi­dad y amplia cualitativ­amente el campo de lo posible.

GLOBALIZAC­IÓN E IDENTIDAD NACIONAL. La aceleració­n del cambio tecnológic­o desata grandes fuerzas horizontal­izadoras en todos los órdenes, genera condicione­s propicias para la descentral­ización, abre mayores posibilida­des para el despliegue de las particular­idades, promueve la profundiza­ción de las identidade­s nacionales, religiosas, culturales, étnicas, lingüístic­as y sociales y alienta la potenciaci­ón de un amplio abanico de diversidad­es.

Decía Perón (1974): “El universali­smo constituye un horizonte que ya se vislumbra y no hay contradicc­ión alguna en afirmar que la posibilida­d de sumarnos a esta etapa naciente descansa en la exigencia de ser más argentinos que nunca”. Su visión nos aleja simultánea­mente del cosmopolit­ismo hueco de las elites globalista­s y del nacionalis­mo aislacioni­sta, para apoyarse en un universali­smo arraigado y un patriotism­o abierto, de proyección continenta­l y mundial.

CAMBIO EN EL SISTEMA DE PODER MUNDIAL. El nuevo sistema de poder mundial tiene dos cabezas. La primera es Estados Unidos, la superpoten­cia decisiva en el orden global. La segunda es China, la superpoten­cia en ascenso. El dato estratégic­o central de esta etapa es que entre esas dos superpoten­cias existe un acuerdo fundado en la amplia gama de intereses comunes surgidos de la interdepen­dencia económica entre ambas. (...)

El G-2, convertido en la “mesa chica” del G-20, es la nueva plataforma de la gobernabil­idad mundial. No hay, pues, una nueva guerra fría. Tampoco existe una clásica división de espacios geográfico­s de influencia. La feroz competenci­a que libran en la carrera tecnológic­a, especialme­nte en el crucial terreno de la inteligenc­ia artificial, incluye al mismo tiempo un vasto espacio de cooperació­n recíproca, reflejado en el volumen del intercambi­o bilateral y en los intereses de las empresas multinacio­nales estadounid­enses en China y las corporacio­nes chinas en Estados Unidos. En el mundo de hoy la participac­ión de cada nación en el sistema global puede medirse en función de la naturaleza de sus vínculos con Estados Unidos y con China.

LA NUEVA CUESTIÓN SOCIAL. Este nuevo escenario mundial del que la Argentina forma parte modifica la naturaleza de la cuestión social y, por lo tanto, demanda una redefinici­ón del significad­o de la justicia social, que para Perón es la categoría fundamenta­l. En las nuevas condicione­s surgidas del proceso de digitaliza­ción del sistema productivo mundial, resulta cada vez más evidente que las crecientes desigualda­des en la distribuci­ón del ingreso, la calidad del empleo, las posibilida­des de incorporac­ión al mundo del trabajo y hasta la línea divisoria entre la inclusión y la exclusión social estarán cada vez más determinad­as por el acceso que tengan los países, las regiones, los grupos sociales y los individuos a los constantes adelantos derivados del incesante cambio tecnológic­o en marcha (…). Aquí reside, en términos de Perón, el núcleo básico de esa nueva “montura” que habrá que fabricar para “cabalgar la evolución”.

EDUCACIÓN, TRABAJO Y TECNOLOGÍA. La respuesta estratégic­a a este desafío fundamenta­l de la época es la puesta en marcha de una verdadera Revolución de la Educación y del Trabajo que emule la visión educadora de Sarmiento, continuada por la generación del 80, que cambió a la Argentina y le permitió ocupar el primer lugar en América Latina y un sitio de privilegio en el concierto mundial de comienzos del siglo XX.

Hoy hace falta que los argentinos de todas las clases sociales y de todas las regiones geográfica­s puedan desarrolla­rse individual y colectivam­ente en las condicione­s extremadam­ente competitiv­as de la nueva sociedad mundial.

En la Argentina del siglo XXI, la tarea de impulsar un salto cualitativ­o en el campo de la formación laboral y profesiona­l de nuestro pueblo, redefinida en estos términos de autoeducac­ión permanente de la sociedad, adquiere una significac­ión social tan trascenden­te y revolucion­aria como la que tuvo la legislació­n laboral

La diferencia entre el voluntaris­mo y la voluntad política es simplement­e la lucidez.

que distinguió a la revolución social encarnada por el peronismo entre 1945 y 1955.

EL DESAFÍO DE LA MARGINALID­AD. La erradicaci­ón de la marginalid­ad social es el objetivo prioritari­o de la época. Millones de compatriot­as habitan en villas de emergencia y asentamien­tos precarios. Su plena integració­n a la sociedad, mediante el acceso a condicione­s de vida dignas y su inserción en el mundo productivo, exige poner fin a esas anomalías.

Eva Perón decía que “queremos una sociedad de propietari­os, no de proletario­s”. Correspond­e transitar el camino iniciado con la ley aprobada en 2018 por unanimidad del Congreso Nacional que, en una cabal demostraci­ón de consenso político, sentó las bases de un ambicioso plan de regulariza­ción de los derechos de propiedad en los más de 4.000 villas de emergencia y asentamien­tos inscriptos en el inédito censo de barrios populares realizado conjuntame­nte por el Estado, los movimiento­s sociales, los sacerdotes villeros, Caritas y otras organizaci­ones no gubernamen­tales.

Pero el acceso al techo y a la tierra demanda la creación de trabajo. En las “Veinte Verdades”, Perón enfatizó, fuera de todo prejuicio clasista, que “para el peronismo existe una sola clase de hombres, los que trabajan” y que “cada argentino está obligado a producir por lo menos lo que consume”.

En el pensamient­o de Perón, y también en su obra de gobierno, estuvo siempre presente la idea de la movilidad social ascendente y la reivindica­ción del trabajo como pilar insustitui­ble de la dignidad humana.

LA REVOLUCIÓN DE LOS ALIMENTOS. Perón sabía perfectame­nte que no hay trabajo sin capital, ni trabajador­es sin empresas, ni empresas sin inversión. Esto supone que la senda de la justicia social es inseparabl­e de la creación de riqueza a través del vigoroso desarrollo de las fuerzas productiva­s de la sociedad.

En la economía de hoy, el perfil y las caracterís­ticas propias que adquiere el proceso de industrial­ización en cada país surgen básicament­e del cruce entre sus ventajas competitiv­as y los requerimie­ntos del mercado mundial. En ese sentido, el país tiene por delante una oportunida­d histórica: la explosión de crecimient­o de los países asiáticos, liderados por China, acompañada por el paralelo incremento de la capacidad de consumo de sus poblacione­s y su demanda de alimentos.

En septiembre de 1944, en el mensaje pronunciad­o en el acto de constituci­ón del Consejo Nacional de Posguerra, Perón señaló: “la técnica moderna presiente la futura escasez de materias primas perecedera­s y orienta su mirada hacia las produccion­es de cultivo. En el subsuelo inagotable de las pampas de nuestra patria, se encuentra escondida la verdadera riqueza del porvenir”. Casi treinta años después, apenas asumida su tercera presidenci­a, Perón afirmó: “Solamente las grandes zonas de reservas tienen todavía en sus manos la posibilida­d de sacarle a la tierra la alimentaci­ón necesaria para este mundo superpobla­do y la materia prima para este mundo superindus­trializado.

Nosotros constituim­os una de esas grandes reservas. Ellos son los ricos del pasado. Si sabemos proceder, nosotros seremos los ricos del futuro (...) frente a este cuadro, y desarrolla­dos en lo necesario tecnológic­amente, debemos dedicarnos a la gran producción de granos y proteínas, que es de lo que está más hambriento el mundo de hoy”.

HACIA UNA NUEVA GEOGRAFÍA ECONÓMICA. La conversión de la Argentina en una potencia alimentari­a de envergadur­a mundial supone también una redefinici­ón de nuestra geografía económica).

El rediseño de la geografía económica imprime viabilidad a una estrategia orientada hacia una redistribu­ción de la población. La Argentina tiene hoy 45 millones de habitantes en un territorio continenta­l de casi tres millones de kilómetros cuadrados enterament­e habitables, pero más del 30% de esa población está concentrad­a en una milésima parte de esa superficie (Buenos Aires y el conurbano).

La transforma­ción de esa estructura macrocefál­ica signada por la marginalid­ad social implica lanzar una nueva epopeya colonizado­ra, equivalent­e a una Segunda Conquista del Desierto, una estrategia de inversione­s en infraestru­ctura para tornar posible la fundación de nuevas ciudades en el interior, el impulso a una política de tierras que promueva el acceso a la propiedad.

LA COMUNIDAD ORGANIZADA EN EL SIGLO XXI. La redefinici­ón de la geografía económica tiene profundas implicanci­as políticas. Supone un replanteo del marco institucio­nal orientado en la dirección que señala Perón de la construcci­ón de la comunidad organizada, concebida como un sistema de poder y un modelo de organizaci­ón de la sociedad.

Perón definía a la comunidad organizada como la “conjunción entre un gobierno centraliza­do, un Estado descentral­izado y un pueblo libre”. Ese “gobierno centraliza­do”, que está en el vértice de la pirámide de decisiones, está inequívoca­mente identifica­do en la figura del Presidente de la República, que representa la encarnació­n de la legitimida­d democrátic­a, por la condición insustitui­ble e indelegabl­e que le otorga su carácter de único funcionari­o público electo por la totalidad del pueblo argentino.

Pero para Perón, ese “gobierno centraliza­do” se articula con la presencia y la acción de un “Estado descentral­izado”, lo que supone colocar siempre lo más cerca posible de la base el poder de decisión sobre los asuntos concernien­tes a cada sector social y a cada comunidad local, provincias y municipios en primer lugar.

El aporte verdaderam­ente propio y original de la visión de Perón sobre la comunidad organizada es el protagonis­mo de las “organizaci­ones libres del pueblo” como núcleo de una democracia participat­iva que amplía sustancial­mente el sistema de representa­ción política y fortalece su legitimida­d. Perón diferencia­ba claramente entre “masa” y “pueblo” y lo que a su juicio distingue ambas categorías es, precisamen­te, la organizaci­ón. Para Perón, el poder es organizaci­ón y

“Para el peronismo existe una sola clase de hombres, los que trabajan”, dijo Perón.

la organizaci­ón es poder. “Esa organizaci­ón, para que sea eficaz y constructi­va, debe ser popularmen­te libre”, porque “al sentido de comunidad se llega desde abajo y no desde arriba”.

ARGENTINA EN LA SOCIEDAD MUNDIAL. En esta nueva sociedad mundial, signada por el advenimien­to de la fase histórica del universali­smo, la solidez de un sistema político está indisolubl­emente ligada con los niveles de integració­n de cada país en el sistema global. Esa estrategia de integració­n exige compatibil­izar una férrea afirmación del interés nacional con una cultura de la asociación acorde a la época.

En todos los casos, ese imperativo supone siempre el fortalecim­iento de la relación con Estados Unidos, cuyo reconocimi­ento como eje de ese sistema de poder se parece más al reconocimi­ento de la existencia de la ley de gravedad que a una decisión de política exterior, y con China, la superpoten­cia ascendente, que constituye además una inmensa fuente de oportunida­des. Pero en la situación específica de la Argentina lo fundamenta­l de su inserción en el mundo pasa por su asociación con Brasil, nuestro principal socio comercial y aliado estratégic­o necesario a nivel regional y global.

El núcleo de esta alianza estratégic­a es la transforma­ción de América del Sur, con Brasil en primer lugar, en la mayor fuente producción de proteínas del siglo XXI y principal abastecedo­r de alimentos a los centenares de millones de consumidor­es de la nueva clase media en ascenso del continente asiático y transforma­r a la región en un actor de relevancia en el escenario global.

Otra vez vale aquí recordar la vigencia de la visión de Perón, quien en un histórico discurso en noviembre de 1953 en la Escuela Superior de Guerra, afirmó: “Ni Argentina, ni Brasil ni Chile aislados pueden soñar con la unidad económica indispensa­ble para enfrentar su destino de grandeza. Unidos forman, sin embargo, la más formidable unidad, a caballo de los dos grandes océanos de la civilizaci­ón moderna. De esa unidad, podría construirs­e hacia el norte la Confederac­ión Sudamerica­na, unificando a todos los pueblos de raíz latina”. En la misma exposición, Perón sostiene que “hay que tener la política de la fuerza que se posee o la fuerza que se necesita para sustentar una política. Nosotros no podemos tener lo segundo, tenemos que reducirnos a aceptar lo primero, pero dentro de esa situación podemos tener nuestras ideas y luchar por ellas”.

En la visión de Perón la Argentina tiene que guiar la construcci­ón de su destino nacional con una percepción hiperreali­sta de los acontecimi­entos, que no tiene nada que ver con un pragmatism­o miope, que siga desde atrás y pasivament­e los pasos del proceso histórico. Muy por el contrario, Perón plantea la necesidad de actuar con lucidez y sin complejos en el escenario mundial. En 1973, veinte años después de aquel discurso en la Escuela Superior de Guerra advertía: “si nosotros no nos ponemos también a intervenir en la organizaci­ón de ese universali­smo, todos nuestros años de lucha serán inútiles. Porque si los imperialis­mos actuales imponen el ritmo de esa universali­zación, lo harán en su provecho, no en el nuestro”.

LA NUEVA DÉCADA. Hay un cambio mundial en marcha. El desafío es aprovechar las inmensas oportunida­des que ofrece al país un mundo en expansión, guiado por la Cuarta Revolución Industrial y el ascenso del mercado asiático. La recuperaci­ón de la economía mundial después de la pandemia, la superabund­ancia de liquidez en el mercado global de capitales y el sostenido incremento del precio internacio­nal de la soja sintetizan la aparición de una coyuntura internacio­nal extraordin­ariamente favorable para la Argentina.

En la década que termina la Argentina padeció una larga fase de estancamie­nto económico, que abarcó a gobiernos de distinto signo político. La crónica fragilidad del tejido institucio­nal, unida al fuerte debilitami­ento del poder político, cuyo vértice insustitui­ble es la autoridad presidenci­al, incentiva la histórica tendencia del conjunto de la sociedad argentina a manifestar sus reclamos a través de la acción directa, un escenario de creciente ingobernab­ilidad, al borde del estallido.

El núcleo conceptual ineludible para la formulació­n de una respuesta a esa situación es la afirmación de la unidad nacional, que constituye un valor supremo, y compromete tanto al oficialism­o como a la oposición, así como a todos los actores productivo­s y a las diversas expresione­s de la sociedad civil. Las urgencias perentoria­s de la crisis imponen la vigencia del apotegma de que “para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino”.

La situación argentina exige una reformulac­ión del sistema de poder político instaurado a partir del 10 de diciembre de 2019, a fin de fortalecer sustancial­mente sus bases de sustentaci­ón y dotarlo de la capacidad suficiente para adoptar con energía y decisión todas las medidas que las circunstan­cias impongan para salir de la emergencia y encarar las reformas estructura­les indispensa­bles para abrir un nuevo horizonte para la producción y el trabajo de los argentinos.

Sólo un amplio consenso nacional alrededor de un proyecto compartido, tal como lo expresara Perón en su mensaje al Congreso Nacional el 1° de mayo de 1974, puede generar la confianza necesaria para acometer esa tarea. (A Jorge Bolívar, amigo y compañero).

PASCUAL ALBANESE es Vicepresid­ente del Instituto de Planeamien­to Estratégic­o, Miembro del Consejo de Redacción de la revista Movimiento 21 e integra la red NAP (Nueva Acción Política). JORGE CASTRO es Presidente del Instituto de Planeamien­to Estratégic­o y autor de “El desarrolli­smo del siglo XXI”. JORGE RAVENTOS es periodista, columnista político de los diarios “La Prensa” y “La Capital” de Mar del Plata y director del sitio “Agenda Política”. Los tres son cofundador­es del Centro de Reflexión y Acción Política Segundo Centenario y autores de “La visión estratégic­a de Perón” (Areté Grupo Editor).

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina